Solidaridad de «chuparse los dedos»

J. López
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El Asador Marchena de Zafra de Záncara, en la A-3, ofrece cada día un plato de comida gratis a camioneros, sanitarios y Fuerzas de Seguridad del Estado

Solidaridad de «chuparse los dedos»

Fue anunciar en las redes sociales que su restaurante, el Asador Marchena ofrecía comida gratis para los profesionales que trabajan durante el confinamiento, y la noticia corrió como la pólvora. Transportistas, sanitarios y personal de las Fuerzas de Seguridad del Estado pueden detenerse en esta área de Zafra de Záncara, en el kilómetro 124 la autovía A-3, para descansar y reponer fuerzas para continuar el viaje. El asador, precisamente, cumple este año su 25 aniversario.

Pepe García, al que todo el mundo conoce como Pepe Marchena por su padre, que calcaba canciones del cantaor flamenco, dice que la idea surgió de la inquietud por «querer ayudar con algo. Le dije a mi mujerque si hacía falta me iba a Ifema a Madrid a echar un cable y hacer comida. Le dí vueltas a la cabeza y pensé que podía reabrir el restaurante».

Mientras prepara el sofrito para unas patatas con conejo –«para chuparse los dedos»– que servirá a todo aquel que lo necesite, cuenta que se siente «útil y bien».

De lunes a viernes, a partir de la una de la tardey hasta las cinco, abre la ventana de su cocina y sirve un plato caliente «a todo el que lo necesite». Ayer tocó lentejas con chorizo, panceta y oreja ibérica «bien cargaíto», mañana ¿quién sabe? «La comida es consistente, con un plato de los míos y el pan y la fruta que le pongo come una persona perfectamente. Ya pueden tirar para Madrid o para Valencia», comenta el también propietario de unos alojamientos rurales, junto a la autovía, en los que ofrece terapias con burros. 

Recuerda que el Asador Marchena es uno de los restaurantes de parada obligada, hasta el punto de que «se hizo una encuesta a 500.000 transportistas y camioneros y aparecíamos en la lista como uno de los más conocidos». Es por ello que, de alguna manera, «quiero agradecerles a ellos, a los sanitarios, al ejército y a todos los que están colaborando. Decirles que estoy aquí».

Precisamente, asegura haberse puesto en contacto con la Federación Española de Transporte para que sepan «que tienen un punto abierto en la autovía».

Lógicamente, y como medida de seguridad, ha colocado unas líneas para que los comensales y clientes esperen su turno con la distancia preceptiva. El servicio «será rápido, porque le damos una bolsa con el taper y la comida, pan, agua y fruta. Hay gente de buena fe que ve la situación y me va a ayudar».

En este punto, agradece la colaboración de empresas de la zona que ya se han puesto en contacto para ofrecerse y surtirle con ingredientes y productos, pero hace un llamamiento «porque vamos a necesitar en los próximos días cucharas de plástico, táperes, recipientes y bolsas. Iremos apañándonos como podemos, pero sabemos que hay gente que nos va a apoyar». 

Cree que la situación de confinamiento se alargará varias semanas y espera que el restaurante se abra «para agosto. Por ahora, tendremos que seguir así. Deseo que la plantilla de seis trabajadores», sumidos en un ERTE, «pueda incorporarse cuanto antes. Lo primero que he hecho es pagarles a ellos para que tengan de comer hasta que les den la ayuda». 

De momento, «quiero hacerlo gratuito y a ver si salimos entre todos», apunta, y reflexiona que «todo cambiará en el futuro. Habrá que colocar las mesas con distancia y en vez de servir a 86 personas tendré que hacerlo para 20». 

Esto, afirma, «es un palo muy gordo para la economía. La situación está negra, pero hay esperanzas. Si todo el mundo va con voluntad y las cosas se hacen con buena fe, creo que saldríamos antes ¿Quién va a poder con la crisis? El que más gana ponga y el que arrime el hombro», cuenta el cocinero solidario, que acierta al decir que «no tienen que ver nada los colores políticos. Hay que tirar todos del carro, con solidaridad».