El laborismo empieza a romperse

SPC
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Las negociaciones entre May y Corbyn siguen avanzando mientras en el bloque progresista se abre un cisma ante la propuesta de un referéndum a cambio de un apoyo al acuerdo del Brexit

El laborismo empieza a romperse - Foto: ANDY RAIN

Como si de una señal se tratase, una gotera impidió ayer que se celebrase la sesión en la Cámara de los Comunes que debía seguir debatiendo los pasos a seguir en el proceso del Brexit. Una pequeña grieta en el techo demuestra que el Parlamento «está verdaderamente roto», como bromearon algunos diputados.

La fractura también comienza a notarse en otros puntos estratégicos, como el Partido Laborista, que empieza a manifestar sus divisiones tras las reuniones que está manteniendo su líder, Jeremy Corbyn, con la primera ministra, Theresa May, para tratar de buscar una solución que permita un divorcio organizado. Y la principal razón de estas tensiones se reflejan en la iniciativa de convocar un referéndum de confirmación a cambio de respaldar el Tratado de Retirada firmado con la UE.

Tras la segunda jornada de conversaciones mantenida ayer por los dos mandatarios, el portavoz progresista para el Brexit, Keir Starmer, confirmó que un nuevo plebiscito es una de las ideas que se han puesto sobre la mesa de la premier. Una opción que ha encendido los ánimos del sector euroescéptico del partido, que subrayó, en una carta dirigida a Corbyn, que otra consulta «dañaría la confianza de muchos votantes laboristas tradicionales y reduciría nuestras posibilidades de ganar unas elecciones generales.

Por su lado, el número dos del principal bloque opositor, Tom Watson, puso de manifiesto las fisuras al abogar por el nuevo plebiscito «en cualquier circunstancia». «No creo que el partido nos perdonara si llegamos a firmar el Brexit con los conservadores sin ese compromiso», remarcó.

Las perspectivas de que May y Corbyn estén acercando sus posiciones aumentaron después de que diversos miembros del Ejecutivo sugirieran que están dispuestos a aceptar la unión aduanera que pide el líder laborista.

Esa solución permitiría suavizar la necesidad de controles en la frontera de Irlanda del Norte, uno de los puntos más polémicos del Tratado de Retirada, aunque limitaría la capacidad del Reino Unido para firmar tratados comerciales con terceros países tras el divorcio con la UE.

Las conversaciones entre los líderes parecen ir por el buen camino, ya que las partes indicaron que están siendo «productivas» y acordaron mantener «nuevos contactos» esta tarde tras un encuentro de más de cuatro horas en la residencia oficial de May.

 

Nueva colonia. El pleno del Parlamento Europeo adoptó ayer el acuerdo para reformar la política europea de visados de modo que los británicos queden exentos de este requisito en sus viajes a la UE tras el Brexit, una norma en la que a petición de España se introdujo una referencia a Gibraltar para definir el territorio como «colonia de la Corona británica».