«En los momentos difíciles es cuando hay que remangarse»

Leo Cortijo
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A diferencia del año pasado, la suspensión de las procesiones era la «crónica de una muerte anunciada». Algo difícil de encajar porque ya «llueve sobre mojado», pero razón más que suficiente para ponerse manos a la obra...

«En los momentos difíciles es cuando hay que remangarse» - Foto: Reyes Martí­nez

A diferencia del año pasado, la suspensión de las procesiones era la «crónica de una muerte anunciada». Algo difícil de encajar porque ya «llueve sobre mojado», pero razón más que suficiente para que la Junta de Cofradías, encabezada por Jorge Sánchez Albendea, se pusiera manos a la obra y diera el do de pecho en pro de una digna Semana Santa 2021.

Un año ya con esta cruz a cuestas. ¿Estamos algo mejor?

A nivel personal, esta Semana Santa es mucho más dolorosa. Primero, porque ya son muchos años y se hace duro. Y segundo, porque el año pasado estábamos metidos en casa y no podíamos hacer otra cosa, pero ahora estamos en la calle y podemos hacer cosas. Los sentimientos están a flor de piel, me he encontrado con mucha gente que cuando habla de Semana Santa se emociona

¿Qué le transmiten esos nazarenos?

La Semana Santa conjunta muchos sentimientos. El dolor de no verte con tu paso, con tus hermanos, no vestirte de nazareno... También es un punto de encuentro familiar y de verte con gente que sólo ves en esos momentos especiales. Además, hay muchos seres queridos que por desgracia ya no están. Todo eso genera un sentimiento de tristeza, dolor e impotencia, y hay que aceptarlo.

Sabíamos que podía pasar y así ha sido. En la Junta de Cofradías no han permanecido de brazos cruzados...

Quiero destacar la tantísima gente que ha colaborado para ello, porque presentar un programa tan amplio y variado de actividades ha costado muchísimo esfuerzo. Me emociona esa ayuda. Las primeras llamadas las hice a finales de septiembre y hasta ahora no hemos parado, han sido muchas y muchas horas de trabajo. Mi mujer me decía que este año que no había Semana Santa estaría algo más tranquilo (risas)... Para la exposición de arte, por ejemplo, conseguir obras que son lo más de lo más supone un esfuerzo muy grande. Ser sede nacional en otra, no es fácil de conseguir. Y la de San Andrés, que no es una exposición cualquiera, está gustando mucho.

Lo más importante es que la llama no se apague…

Los años que llevamos acumulados sin procesiones pueden acarrear una cierta desconexión en algunas franjas de edad. Pero más allá de eso y de convertir Cuenca en una espacio nazareno, tenía una cosa muy clara: es en los momentos difíciles cuando hay que arremangarse, innovar y trabajar mas que nunca, y éste es un momento difícil. Cuando las cosas vienen dadas, todo son parabienes y enhorabuenas; pero cuando vienen mal dadas es cuando hay que darle al ingenio porque los recursos económicos son escasos. Al final, ha quedado algo bastante completo. Han sido muchas cosas para mantener viva la llama de los mayores, los medianos y los pequeños.

A nivel interno, ¿cómo ha sido el año de la pandemia en la Junta de Cofradías y en el seno de las hermandades?

Aparte del dolor y la preocupación evidente que todo el mundo ha tenido, en el seno de la institución y las hermandades todo ha girado en torno a mantener viva la llama y al aspecto económico. No hay que olvidarlo: hermandades sin ingresos durante tres años y la JdC con un presupuesto un 55% menor. Para hacer una buena planificación económica hay que adelantarse, y esa gestión nos ha llevado un poquito más de tiempo a todos, a las hermandades internamente porque les está obligando a reinventarse y a buscar nuevas fórmulas, y a la JdC porque el golpe es muy duro. Ahora bien, el estudio que hemos hecho revela que el verdadero impacto económico será el primer año que haya desfiles en la calle, porque no vamos a tener ningún ingreso por parte de las hermandades y sí los mismos gastos que un año normal.

¿Y cómo se va a solventar ese quebradero económico?

Primero, buscando nuevos colaboradores. Y segundo, la prudencia con la que se ha actuado durante muchos años. Hemos ido trabajando como hormiguitas... Eso que tenemos ahí va a desaparecer el día que tengamos procesiones de nuevo, pero para eso está. 

¿La gente es consciente de lo que supone que una ciudad como Cuenca se quede sin procesiones?

Tanto los que son muy amantes de la Semana Santa, desde el punto de vista que quieras, como los que no lo son tanto, todos, se han dado cuenta de lo importante que es para Cuenca. Porque no es sólo una semana, Cuenca vive cuatro o cinco meses dedicada en cuerpo y alma a la Semana Santa. Si de algo ha servido todo esto, ahora que no hay procesiones, es para darnos cuenta del tesoro que tenemos. Cuando algunas veces critican los convenios que firmamos con administraciones públicas, muchos no entienden que ese dinero lo multiplicamos por treinta y se lo devolvemos a la sociedad.

Hay abierto un proceso de renovación interna de la directiva de la JdC, tal y como se marcó hace dos años para encontrar el relevo. Ya lleva tres de los seis nombres...

La renovación va muy bien porque en estos dos años hemos conseguido embarcar al 50 por ciento de un equipo nuevo, y eso es mucho. La labor que me queda en estos otros dos años es enamorarlos de la JdC, y creo que con ellos hay mucha gente que ya podría ir entrando.

¿Cree y desea que 2022 será el año del regreso?

El primer deseo es que estemos todos y que tengamos procesiones en la calle. Esa Semana Santa va a ser muy importante y es una responsabilidad de todos. Cuando volvamos a tener procesiones en la calle, la mejor noticia será que se desarrollen conforme las conocíamos, que no pase nada raro y no haya ninguna alteración.