El Parque de la Sierra Norte de Guadalajara

Redacción
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El techo de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha es una gran zona protegida que esconde un mundo mágico de rocas negras, aguas puras y densos bosques que se pueden recorrer a pie o en bicicleta por varios senderos de gran recorrido

Campillo de Ranas es uno de los hitos de la arquitectura negra - Foto: ©TURISMO CASTILLA LA MANCHA / DAVID BLÁZQUEZ

En el extremo norte Castilla- La Mancha, hay una zona que parece hecha de trozos sacados de la cordillera de los Alpes y de la Selva Negra alemana. Es un mundo verde, húmedo y oscuro, con altas montañas, valles escarpados y profundos, bosques espesos y pequeñas comunidades humanas muy celosas de sus tradiciones, aunque también agradecidas de compartirlas. Se trata del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, de 118.000 hectáreas de extensión.

Este parque también es el techo de la comunidad autónoma, pues en su interior se encuentran las cumbres más elevadas de toda Castilla- La Mancha: el Pico del Lobo, de 2.273 metros de altura; el Cerrón, con 2.199 metros, y la Peña Cebollera Vieja o Tres Provincias, con 2.129. Todas ellas forman parte de un conjunto de sierras y macizos con nombres rotundos y sonoros: Lobo-Cebollera, Tejera Negra, Alto Rey, Tornera-Centenera y Sierra Gorda.

El relieve de la Sierra Norte de Guadalajara es fruto de fuerzas inmensas que han dejado su impronta en la zona a lo largo de millones de años, tras formar antiguos circos y morrenas glaciares, angostos valles donde el agua se despeña formando espectaculares cascadas y profundas hoces excavadas por un complejo sistema fluvial tributario del padre Tajo, formado por los ríos Jaramilla, Jarama, Lozoya, Sorbe y Bornova, así como por sus respectivos afluentes.

El gran HayedoEl gran Hayedo - Foto: ©TURISMO CASTILLA LA MANCHA / DAVID BLÁZQUEZ

Los poderosos movimientos y presiones procedentes del interior de la Tierra que crearon la Sierra Norte han hecho que los pilares de esta zona boscosa y montañosa estén hechos de pizarras y cuarcitas que, junto a la madera que crece en abundancia, son los elementos básicos de la arquitectura negra, las construcciones populares de piedra cuya paleta de color está hecha de unos característicos tonos grises, violetas, azulados, pardos, plateados y negruzcos.

En las laderas de este mundo de roca y agua, crecen densos hayedos que se alternan con zonas de espesos matorrales, áreas de pastizal y, al borde de los ríos, bosques de ribera. Son el hogar del lobo, el corzo, el tejón, el gato montés, la garduña y la gineta, todos ellos vigilados desde lo alto por las águilas, que comparten los cielos con pequeñas aves como el pechiazul o el alcaudón. A ras de suelo, viven los lagartos, lagartijas, alguna culebra y en las charcas, tritones y salamandras, cuya presencia da buena fe de la pureza de las aguas que surgen por todas partes.

Éste es un Parque Natural que se puede disfrutar todo el año, pero que resulta especialmente acogedor para el caminante que ama el otoño, especialmente en sus últimas semanas, poco antes de la llegada de las nieves, cuando los bosques ofrecen al viajero una sinfonía de tonalidades rojizas y el sonido de las hojas que rozan las botas acompañan cada paso.

- Foto: ©TURISMO CASTILLA LA MANCHA / DAVID BLÁZQUEZ

 

Los senderos

Una de las mejores formas de recorrer este Parque es el sendero GR-60, que discurre en torno al pico Ocejón en su totalidad. Al final de cada tramo, se puede encontrar alojamiento en alguno de los atractivos pueblos negros, como Majaelrayo, Valverde de los Arroyos, Almiruete, Campillo de Ranas o Tomajón. Su arquitectura negra y su rico patrimonio etnográfico de cercas, taínas y corrales son siempre una atractiva sorpresa para el visitante.

Una vez reiniciado el camino, llega el momento de disfrutar de las espectaculares panorámicas desde la Sierra de Alto Rey: al norte, el recorrido discurre por los pinares de pino silvestre situados junto al río Pelagallinas, siguiendo el Sendero de la Cueva del Oso desde Prádena de Atienza. Más al sur, se recorren los pueblos de la arquitectura dorada, entre los robledales y brezales que cubren la raña, pata luego visitar el Museo de la Plata en Hiendelaencina que da testimonio de su riqueza minera.

El Ocejón ofrece espectaculares vistas alpinasEl Ocejón ofrece espectaculares vistas alpinas - Foto: ©TURISMO CASTILLA LA MANCHA / DAVID BLÁZQUEZ

Por cierto, si se elige otro sendero de gran recorrido, el GR-10, se puede atravesar el parque de este a oeste. Este otro itinerario ofrece además la opción de visitar otros dos grandes parques naturales de la provincia de Guadalajara, que son los del Barranco del Rio Dulce y el Alto Tajo.

Si por un casual el viajero es un enamorado de la geología, puede optar por la ruta que, partiendo de Almiruete con sus casas negras de pizarras, conecta con Tamajón donde disfrutará de paisajes kársticos y su pequeña ciudad encantada, y seguir el GR-10 recorriendo la hoz caliza labrada por el Jarama en Retiendas, las rañas rojizas de Puebla de Valles, Valdesotos, Tortuero y Valdepeñas y Alpedrete de la Sierra, con sus espectaculares paisajes erosivos de cárcavas y llegar hasta los paredones calizos del Pontón de la oliva y el el Lozoya, ya en el límite con la Comunidad de Madrid.

En el municipio de El Cardoso de la Sierra, al Este, se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural, con la información adecuada para preparar y organizar una visita.

Llegados a esta zona, se pueden recorrer a pie antiguos caminos vecinales para visitar pequeños pueblos serranos como Bocígano, Cabida y Peñalba, caminar por las orillas de ríos de aguas prístinas con bosquetes de abedul, como el Veguillas o el Berbellido, o practicar el montañismo ascendiendo al Cerrón, el Santuy o el Pico Lobo, la cumbre de Castilla-La Mancha, recorriendo circos glaciares y pastizales de alta montaña, donde se pueden sorprender aves tan singulares como el bisbita alpino.

 

Alternativa estival

Si se opta por la canícula para visttar este Parque Natural, justio cuando llegan los días más calurosos del verano, existe la opción de recorrer el camino de la Senda de Carretas, de seis kilómetros de longitud, que pasa por un impresionante bosque de hayas conocido como el Hayedo de la Tejera Negra, que forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco y que sirve de refugio del calor veraniego.

Sobre el sillín de una bicicleta, el visitante puede pedalear, desde el Centro de Interpretación del Hayedo de la Tejera Negra, a través de la Ruta del Rio Zarzas, de 21 kilómetros de longitud, disfrutando de estos bosques, praderas y barrancos. A un ritmo más sosegado, siempre existe la opción de caminar los 17 kilómetros de la Senda del Robledal, aunque es un camino más exigente para caminantes un poco más experimentados, pero que finalmente conduec hasta el Hayedo de la Tejera Negra.

No obstante todo lo antedicho, el viajero concienzudo que se toma muy en serio la planificación de sus itinerarios siempre tiene la opción de consultar el programa de actividades Vive tu Espacio, que ofrece la opción participar en alguna actividad gratuita organizada por el parque.

También existe la opción de contactar con alguna de las empresas dedicadas al turismo en la naturaleza (https://www.sierranortedeguadalajara. es/turismo-activo/) que cuentan con presencia en la zona, y que siempre pueden ayudar a descubrir, valorar y disfrutar este espacio que espera en lo alto del techo de esta región.

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