Después del malestar que le causó su ausencia el pasado año en el acto de recuerdo a las primeras elecciones democráticas, Don Juan Carlos se resarció ayer al convertirse en el gran protagonista de la sesión solemne por el 40 aniversario de la Constitución celebrada en el Congreso.

Transcurridos siete años desde la última vez que estuvo en el Hemiciclo, el Rey Emérito, acompañado de Doña Sofía, recibió una prolongada ovación de casi dos minutos a cargo de los diputados y senadores de PP, PSOE, Ciudadanos y algunos partidos minoritarios. Con la ausencia de los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos, solo los parlamentarios de Unidos Podemos, que lucieron un símbolo republicano en sus chaquetas, se abstuvieron de sumarse a la ovación.

La de ayer fue la primera vez que los dos Monarcas estaban en el Hemiciclo, puesto que Don Juan Carlos no acudió ni a la proclamación de su hijo y ni al acto de junio de 2017 por el 40 aniversario de los comicios de 1977 que tanta controversia generó.

El protocolo estableció que el Soberano Emérito, apoyado en su bastón, y su esposa entraran en primer lugar en el salón de plenos para ocupar un sitio de honor en el centro delante del banco azul. Lo hicieron flanqueados de los exjefes del Gobierno Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y los tres padres vivos de la Carta Magna: José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.

Nada más aparecer, los parlamentarios lanzaron una atronadora salva de aplausos como reconocimiento a la figura de quien sancionó la Constitución hace cuatro décadas, al que se le vio al borde de la emoción. Una ovación a la que prosiguió otra, algo más corta, a la llegada a la tribuna presidencial de Felipe VI y de la Heredera, que completaron la foto de las tres generaciones de la Corona en democracia.

El homenaje a Don Juan Carlos se verbalizó en los discursos de su hijo y de la presidenta del Congreso, Ana Pastor. «Una Monarquía parlamentaria que impulsó mi padre, de forma tan decisiva y determinante, durante aquel período transcendental de nuestra Historia», ensalzó el Rey, quien elogió también «el apoyo permanente y comprometido» de Doña Sofía.

El acto representó un broche especial a un año complicado para Juan Carlos I, que arrancó con la celebración de su 80 cumpleaños y que se fue enmarañando con hechos como las grabaciones de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que le acusaba de tener cuentas en Suiza y de utilizarla como testaferro, y la reciente foto con el príncipe heredero saudí.

La satisfacción del anterior Jefe del Estado se hizo patente durante el cóctel en el Salón de Pasos Perdidos tras la sesión solemne. Sentado en una butaca alta para poder descansar y con aspecto sonriente, recibió numerosas felicitaciones de invitados y charló con algunos de los cargos políticos, entre ellos, el líder del PP, Pablo Casado, y Adolfo Suárez Illana.

A pocos metros, estuvo su hijo, quien no ocultó su alegría por el desarrollo del acto y por el tributo brindado a su padre, que no pisaba la Cámara Baja desde que fuera a la capilla ardiente de Suárez en marzo de 2014.

También hubo miradas hacia la Princesa de Asturias, que tras el acto, estuvo pegada en todo momento a Doña Letizia y a la Infanta Sofía ante el interés de la gente por saludarla.

La Monarca, vestida de rojo, se sumó a los aplausos tanto a sus suegros como a su marido. Una de las imágenes que dejó el acto fue cuando Felipe VI, abrumado por la ovación final y los vivas al Rey, sonrió a su esposa para que le acompañara a salir del Hemiciclo, pero ella persistió en las palmadas para prolongar el reconocimiento.

El foco sobre la Familia Real eclipsó a otros protagonistas de la jornada, como Mariano Rajoy, que regresaba al Congreso después de la moción de censura de Sánchez que le desbancó del poder el pasado 1 de junio.