Un legado en buenas manos

Leo Cortijo
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Eduardo trabaja e innova con la madera y otros materiales para dar forma a un sinfín de ideas con un resultado tan llamativo como artístico. Su producto estrella son las jarras de cerveza personalizadas

Un legado en buenas manos - Foto: Reyes Martí­nez

Entre gubias, lijas, serruchos, formones y cinceles. Con el olivo, el roble o el boj como principales compañeros de viaje. Y como grandes armas, el poder de su imaginación y unas manos (casi) predestinadas para hacer lo que hacen. Visitamos a Eduardo, carpintero de día y artesano de la madera a todas horas, en su hábitat natural. Este joven y entusiasta conquense se dedica profesionalmente a este trabajo desde los 19 años, aunque el oficio lo aprendió mucho antes, «desde chiquitín». El culpable de sembrar esa semilla fue su abuelo Julián, que hacía cucharas de madera. «Me gustaba estar con él, enredando desde los tres años», comenta.

Más allá de su vertiente profesional, más aséptica y lineal, Eduardo deja florecer su lado artístico en sus ratos libres. Eso le ayuda, dice, a «desconectar», a pesar de que sean dos mundos paralelos. «Me gusta crear todo lo que imagino y no me cuesta ningún esfuerzo dedicarle horas y horas porque disfruto con ello», explica con una sonrisa de oreja a oreja.

Hace prácticamente de todo. Al menos, mientras sea físicamente posible. Desde trofeos para eventos deportivos hasta piezas de decoración. Bajo encargo o como regalo para los amigos. Ahora bien, hay un producto estrella dentro de su producción: jarras de cerveza personalizadas. A estas alturas, ya son más de 200 las que ha fabricado. Algunas tan peculiares como una de cinco litros y medio, donde casi era más fácil bañarse que beber el líquido dorado. La más especial, sin duda, la que se hizo para él mismo, que fue una de las primeras y que le acompaña «a todas partes».

Eduardo es uno de los pocos –si no el único– que trabaja en Cuenca la resina epoxi, «que está muy de moda ahora». Conjuga ese material de diferentes colores con maderas nobles y el resultado en conjunto es «realmente llamativo». Con esa técnica trabaja, por ejemplo, junto a la empresa Vica Designs para hacer fundas de móvil exclusivas. «Gracias a esta forma de crear con la resina se le otorga una segunda vida a un retal de madera que no serviría para nada más que para leña, y además el resultado es muy vistoso».

Trabajando la madera, Eduardo se mueve como pez en el agua en Cuenca. No hay que olvidar que éste es el municipio de España con mayor superficie forestal y una de las zonas de Europa con una mayor singularidad en este apartado. Sin ir más lejos, explica que el otro día fue a por madera de boj, «que para la artesanía es la mejor que hay, pues es muy agradecida a la hora de trabajar a mano y además es muy resistente».

Este artesano de la madera muestra parte de su trabajo y su quehacer diario en las redes sociales, a través del canal Brico Cazurro, un apodo que le puso un compañero de clase porque es muy «basto» a la hora de expresarse. Algo que cocha frontalmente con su forma de hacer pequeñas obras de arte a partir de un elemento tan básico como la madera. En este sentido, Eduardo cambia por completo: «Me gusta ser muy detallista, muy fino y poner mucho cuidado en todo lo que hago».

Nos marchamos y lo dejamos trabajando e innovando en su taller, cual Geppetto. No haciendo una marioneta (aunque tiempo al tiempo), sino terminando una mesa de sabina con una barbacoa en medio. Sí, como han leído. Y es que así es Eduardo. A cualquier cosa que le pase por la mente puede darle forma a través de este material. El reto no solo es superarse a sí mismo, sino también al que fue su maestro, el señor Julián, que sabía que dejaba su legado en buenas manos...