De Vellisca al mundo

Leo Cortijo
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Lo que comenzó como una «humilde» aventura desembarca ya en los mercados de Francia, Alemania, Italia o Reino Unido, y todo gracias a la «calidad» de su oro líquido y a la comercialización a través de un gigante de internet.

De Vellisca al mundo - Foto: Reyes Martínez

El comercio electrónico llegó para cambiar la vida de infinidad de pequeños comerciantes en cualquier sector productivo, como el agroalimentario, pilar fundamental en esta región. Cada vez son más los pequeños y medianos empresarios que dan el paso y entienden internet como un escaparate «vital» en su modelo de negocio. Gracias a plataformas como Amazon, más de 9.000 pymes españolas venden sus productos a través de la red, y la mitad de ellas exporta al extranjero. La evolución de los mercados conduce de forma inexorable por ese camino, y más cuando el punto de venta está en un pueblo que apenas ronda el centenar de habitantes.

Ese es el caso de Olivares de Altomira, una empresa familiar asentada en Vellisca que se dedica desde hace diez años a la recuperación de olivares y desde hace cinco a la producción de aceite de oliva virgen extra ecológico de la variedad verdeja, autóctona de la Alcarria conquense. Lo que comenzó como una modesta aventura, desembarca ya en las tiendas de Francia, Países Bajos, Polonia, Alemania, Italia y Reino Unido, aunque en este último caso el Brexit ha frenado en cierta medida el flujo. Además, ya estudian las fórmulas para cruzar el charco y comenzar a distribuir su oro líquido en Estados Unidos, Canadá y México.

Begoña, copropietaria y maestra de la almazara, destaca que trabajar a través de esta plataforma es «muy sencillo» porque son ellos mismos los que fijan sus productos y sus precios, con las imágenes y descripciones que crean convenientes. Es lo que se conoce como market place, que para entendernos, «es como montar tu puesto en el mercado tradicional, pero en internet y para que lo vea todo el mundo». Además, el gigante del comercio electrónico se encarga de casi toda la logística. «Nosotros enviamos el producto desde Vellisca a sus centros de distribución y ellos se ocupan de empaquetarlo, de la comunicación con el cliente, de las posibles devoluciones o cambios...», explica Begoña.

Esta particular forma de maniobrar no está reñida, ni mucho menos, con la calidad, y es que ese es el «pilar fundamental» sobre el que se asienta esta olivarera. Prefieren comercializar menor cantidad pero en su punto más óptimo, que rebajar un ápice el nivel. Una circunstancia que en Amazon se valora, sobre todo a través de los comentarios de los usuarios, que son los jueces de un producto que siempre tiene que rayar a gran altura.

La génesis de Olivares de Altomira fueron Miguel, ya fallecido, y Carmen. Tuvieron seis hijos y ellos son los que ahora manejan el timón del barco con decisión, ilusión y coraje. Iniciaron recorrido de la forma más «humilde» posible, mecanizando el proceso de recolección de un puñado de olivos. Como el invento funcionó, muchos paisanos de Vellisca les propusieron explotar bajo renta sus cultivos. Así llevan adelante 18.000 olivos con ese fruto monovarietal protegido por la denominación de origen Aceite de la Alcarria.

Lo hacen como se ha hecho toda la vida, pero a la vanguardia de los nuevos tiempos. Ellos se encargan de todo el proceso productivo, desde el cuidado «con mimo» del olivo hasta la puesta en valor de su aceite ecológico en los mercados internacionales. Tan cerca y tan lejos. Tan añejo y tan nuevo. La simbiosis perfecta. De Vellisca al mundo.