El esplendoroso Renacimiento de Cuenca

Jonatan López
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Las últimas investigaciones arqueológicas confirman que la capital vivió su momento más álgido en el siglo XVI

El esplendoroso Renacimiento de Cuenca

No hay otro periodo más resplandeciente y brillante para España que el siglo XVI. El imperio español explora el llamado ‘Nuevo Mundo’ y establece colonias, las artes y las letras viven el reconocido y aclamado ‘Siglo de Oro’ y el país experimenta un auge económico que le lleva a dominar el mundo. Cuenca no es ajena al florecimiento de una nueva economía que se ha llegado a denominar Capitalismo primitivo y, siglos después, la arqueología demuestra que la ciudad experimenta entonces una de las etapas más fructífera. 

Así lo constatan Míchel Muñoz y Santiago Domínguez, arqueólogos de Ares Arqueología, que en sus numerosos trabajos de investigación exponen la trascendencia de Cuenca en el contexto de Castilla y del mundo. La mesta –en siglos anteriores– y la fabricación de pañería han colocado a la ciudad como una de las más emergentes del siglo XVI. 

Además, hay que tener en cuenta que residen familias importantes como los Hurtado de Mendoza, virreyes del Perú, que contribuyen a la construcción y edificación de nuevas y determinantes obras. Por ejemplo, la Catedral se amplía en este siglo hasta colgar de la muralla natural, y se construyen capillas como la del Espíritu Santo y el claustro de la Catedral. «Son obras que se desarrollan en el siglo XVI y que pasan de la ciudad medieval, con su murallas, a desbordarla. Lo que se ve en la vista de Wyngaerde es una Cuenca que ha saltado el recinto porque ha crecido demográficamente», dice Domínguez.

El esplendoroso Renacimiento de CuencaEl esplendoroso Renacimiento de CuencaEn esta vorágine constructiva se edificará la imponente Casa del Corregidor –el funcionario real– o el antiguo Ayuntamiento que también se ubicaría en la Plaza Mayor. «La ciudad crece tanto que incluso invaden las calles con uniones, de lado a lado, entre las casas. Las calles al aire libre acaban por ser subterráneas, como el de la ronda del Cristo del Pasadizo», argumenta el historiador.

Otro de los claros ejemplos de efervescencia es el descubrimiento de los hornos de los alfares, caso del de Pedro Mercedes, que manifiestan que «se estaba desarrollando una gran producción cerámica para la demanda que tenía la ciudad». 

Esa es la Cuenca que necesita un puente digno para acceder a la ciudad. La Puen Seca, el puente conocido hoy en día como de la Trinidad, muestra el momento brillante que se vive en el siglo XVI. 

El esplendoroso Renacimiento de CuencaEl esplendoroso Renacimiento de CuencaLa Puen Seca. Ya se conocía que la presa, de origen musulmán, tenía fábricas islámicas similares a la muralla del Huécar o el Castillo, pero el último informe arqueológico elaborado por Ares Arqueología determina que el Puente de la Trinidad sufre una importante remodelación en el año 1577. A instancias del Corregidor, el Concejo se reúne para realizar una gran reforma de una de las entradas fundamentales de la ciudad, junto a la Puerta Valencia. Debe tenerse en cuenta que Cuenca es, de facto, una de las capitales más importantes del reino que dirige Felipe II.

«El puente-presa se reforma y se amplía en altura, se rehace el único ojo a finales del siglo XVI y se construye una albardilla para que la gente pueda pasar», explica el arqueólogo, que añade que las pruebas del Carbono 14 indican que el importante paso por el que cruzaba el río Huécar «se dignifica».

Posteriormente, la Cuenca de la Ilustración de los siglos XVIII y XIX trata de ampliar los espacios y el puente, por tanto, sufre una nueva reforma hacía el lado del río Júcar. No obstante, explica el arqueólogo que en el siglo posterior «estará muy maltratado. A finales de los 60 y en los 70 se abre un nuevo ojo para el cauce nuevo del Huécar en cemento y hormigón». 

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Lo importante de esta investigación, indica Domínguez, no es la antigüedad del propio puente, sino que «cada una de las fases constructivas son elocuentes y coherentes con el momento en el que se producen. Hablan y dan prueba de la historia de la ciudad y del contexto de ese momento». Claro ejemplo de ello es que en el Casco histórico de Cuenca se seguirá construyendo en las siguientes décadas –monasterios y conventos–, pero no crecerá en demografía. La pérdida de protagonismo político de España en Europa también pasa factura a la ciudad, pero eso es otra historia.