"De Cecilia me conmueve su amabilidad, su lucidez sin enfado"

Maricruz Sánchez (SPC)
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La catalana habla de 'Conversando con Cecilia', un disco donde recupera las letras originales de la artista la madrileña, que la censura le obligó a modificar, y temas que nunca pudo llegar a estrenar

"De Cecilia me conmueve su amabilidad, su lucidez sin enfado"

Como por arte de magia, el 3 de octubre de 2017 una canción de Cecilia compuesta en 1974 se hizo presente en la vida de Lídia Pujol, para relacionarla con las circunstancias tantas veces repetidas a lo largo de la historia natural: el pez grande se come el pequeño. La interprete catalana se sintió interpelada y quiso establecer una conversación con el proyecto artístico y vital de la madrileña. Así, despojó los temas de Cecilia de los arreglos de la época, para que sus letras emergieran y redescubrir la profundidad con la que daba voz a sus inquietudes. Algunos de esos versos fueron mutilados por los censores franquistas, pero Pujol recupera los originales en Conversando con Cecilia.

¿Cómo surgió la idea del disco?

No fue una idea, fue una aparición. Lo primero que me enamoró de Cecilia fue que utilizó sus privilegios para hablar en sus canciones de los menos afortunados. Es como si Mi querida España me estuviera invitando a decidir entre acomodarme en la reacción o a trascender los bandos por difícil que sea y en el único de los sentidos, el que decía Santa Teresa: «Tantos contrarios… si faltara uno de solo todo serían desordenes, claro que todo es más fácil cuando hay Amor». 

¿En qué consiste exactamente su revisión de la obra de Cecilia?

Mi revisión no es intelectual, es la apropiación de un clásico por arte de chaparrón. Estuve tentada de atrincherarme a defender la portería de un partido que arbitran los intereses de las elites, pero de repente en Mi querida España se puso a llover. Y en esa encrucijada estamos constantemente, la del automatismo de preservar la vida e incrementar el poder sobre el otro basado en la repetición y la ley del más fuerte o, aun teniendo más fuerza y más poder, mirar a tu semejante de igual a igual, rompiendo por propia decisión la cadena causal y abriéndola a la dignidad. 

El álbum incluye también textos de Santa Teresa de Jesús, Valle Inclán, Jacint Verdaguer...

Precisamente, he puesto a Cecilia en diálogo con aquellos a los que, como ella, en todas las épocas y lugares del mundo, intentaron mover a los poderosos a actuar por el bien público. Cecilia, sin interés alguno por la jerarquía eclesiástica o de cualquier otro tipo, leía a los místicos, a los grandes poetas, a aquellos que invitan a prescindir de los intermediarios y a hacernos cargo de nuestro sentir y pensar para interpretar y traducir lo simbólico que nos pueda orientar. 

¿Cómo fue el proceso de creación?

«No solo me importa la obra, sino la persona que hay detrás», decía Eva (Cecilia). Pues así mismo. Cada canción ha sido una invitación a crecer en consciencia que no solo somos lo que hacemos, sino que formamos parte de un misterio en construcción constante. Crecer en humildad, en dignidad, en amabilidad, en criterio... 

¿Contactó con la familia de Cecilia? 

Con la familia que le tocó y con la que escogió. Teresa y Lola han sido las hermanas con las que he tenido contacto directo. Me consta que la selección, los arreglos, las ilustraciones y los textos les encantaron. Aunque mis grandes interlocutores son Joaquín Díaz y Jesús Caramés. Lo que más me toca es el comentario de Lola, que cree que todo está muy en la línea de lo que hubiera hecho su hermana. La reivindicación de la familia la expresan las propias canciones de Cecilia. «Y yo que no tengo patria ni bandera moriré de pena si muere esta tierra». 

¿Por qué recuperar un tema que nunca se publicó como ‘Cíclope’? 

La nueva normalidad es la autocensura y la mentira. Canciones como Cíclope ponen una vez más en nuestro horizonte la dignidad y la verdad. Hoy proféticamente Cecilia nos habla del monstruo de un solo ojo que para todo es nuestro intermediario: la pantalla ¿Diferencias entre la censura de su tiempo y la nuestra? Ella sabía de quién proteger su dignidad, incluso supo torearla como nadie y sacar ventaja del privilegio de ser hija de... 

¿Se siente representada por Cecilia?

«Yo no hago canción protesta. Yo no soy nadie para decirle a otro lo que tiene que pensar o hacer. Yo solo hablo y canto sobre lo que vivo y pienso. Solo quiero dividir mi pan y compartir mis opiniones», decía Eva. Esta sencilla invitación a la libertad personal y a la fraternidad me conmueve profundamente; su amabilidad, su radicalidad, su lucidez siempre sin enfado, sin señalar, preguntándose qué historia personal hay detrás. Para mí, Cecilia es un referente de amor y libertad. 

¿Cuál es la lección aprendida tras sacar adelante este proyecto? 

Lo que me remueve de sus canciones y, sobre todo, de muchas de sus interpretaciones es su identidad única, personal, incomparable y, a la vez, tomando el relevo de quienes la preceden e inspiran, siempre en construcción. Así la recibo yo y así me busco yo para ofrecerme.

¿Qué impronta dejó Cecilia? 

Su hermana Teresa nos transmite sus palabras: «mis canciones no son para hoy, son para mañana». Son como la semilla sembrada en buena tierra. Germinarán en quien las escuche y comprenda. Y darán el fruto para realizar cuanto hemos venido a hacer en este mundo, compartir. Cecilia sabía que ningún plan puede devolver a un hombre perdido su propia dignidad. Una actitud sí que lo hará: las bellas maneras, la cortesía, la curiosidad por la diferencia y cuestionarlo todo empezando por uno mismo.