"En Cuenca ha faltado una sociedad exigente"

Nuria Lozano
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La arquitecta conquense considera que la ciudad atraviesa una situación grave "y creo que no es una percepción"

Carmen Mota en su estudio de arquitectura. - Foto: Reyes Martínez

Persona que participa activamente o practica la acción directa en la lucha por los cambios sociales. Es la definición que hace la Real Academia de la Lengua de activista, y la que le va como anillo al dedo a Carmen Mota (Cuenca, 1977). Arquitecta de profesión, por vocación y pasión, madre, docente en la UCLM, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de la provincia y una de las fundadoras de CuencaIn, esta conquense sueña con una ciudad de la que no tengan que marcharse sus hijos. Un sueño que intenta cada día hacer realidad desde su particular activismo que le lleva a implicarse en numerosas iniciativas. La última, la participación en la puesta en marcha de una asociación de vecinos del centro por primera vez en su historia. Asegura que uno de sus principales referentes  ha sido Ernest Lluc «porque era un hombre cargado de ideología y de fuerza». La misma que ahora destila ella en todo lo que hace y emprende.

¿Cuándo despierta en usted la vocación de la arquitectura?

Fue cuando era una niña, con unos nueve o diez años, y por algo tan nimio como que vi en mi colegio un cartel en el que aparecían los niños vestidos haciendo sus profesiones y me encantó el que iba de arquitecto. De repente, me vi con ese casco y ese plano a la perfección y nunca abandoné esa idea. Supongo que también tuvo que ver que me gustaban mucho las matemáticas, lo social, o la creación artística.

Además, en plena época de la llamada fuga de cerebros, sobre todo en profesiones técnicas, ha apostado por quedarse en su ciudad natal donde tiene su propio estudio, Mota&Vignolo...

Sí, termino mi carrera en el 2002 y tan solo tres años después me traslado a Cuenca y desde entonces ejerzo aquí. Le vi a la ciudad unas posibilidades magníficas para desarrollar mi vida personal, siempre he deseado ser madre y soy práctica en ese sentido y, además, soy una persona profundamente arraigada a mi familia que vive aquí desde hace generaciones.

¿Cómo definiría la situación actual de la capital y cómo se podría ayudar a Cuenca en estos momentos desde el punto de vista de la arquitectura?

Atraviesa un momento grave y por desgracia creo que no es una percepción. Muchas veces pienso si yo misma animaría a mis hijos a tomar la misma decisión que yo tomé con veintitantos y lo pongo en duda. Si nos vamos a los datos, por intentar superar las percepciones subjetivas, no son mejores. Ya nos hemos comido la población de la provincia y ahora estamos inmersos en el siguiente proceso que es que nos fagociten ciudades más grandes. Las cifras son nefastas y algunas te sumen en una profunda preocupación. Por ejemplo, el año pasado estábamos en los 500 escolares en primero de Infantil y este curso son 120 menos. Es decir, un 25 por ciento de caída de la escolarización en tan solo un año. Esto requiere que todos nos arremanguemos y aportemos lo mejor de cada uno.

¿Qué cree que nos ha podido llevar a esta preocupante situación?

Es un proceso ante el cual no sabemos cuánto tiene de reversible y cuánto está en nuestras manos. Sí creo que hay otras capitales de provincia que han aprendido mejor la lección. En Cuenca somos bastante dados a criticar en la barra  del bar, en la mesa de camilla de nuestras casas, pero muy poco dados a emprender una acción directa, a ser honestos y sentarnos con nuestros representantes y decirles, desde el respeto y la reflexión, tanto qué opinión nos merece su trabajo como a involucrarnos en el cambio. Tengo muy presente una frase que pronunciaron Jesús Carrobles y José Ramón de la Cal, que vinieron a hablarnos de ascensores en el seno de la Racal:  «La sociedad delante y los políticos detrás». Sí creo que en Cuenca ha faltado esa sociedad exigente que eleve el nivel de compromiso y que haga de los políticos la mejor versión de sí mismos.

Un buen día se juntan tres arquitectos y deciden poner en marcha Cuenca Inaccesible por Naturaleza (CuencaIn) allá por 2007. ¿Cómo se fragua todo?

Más bien la Junta de Comunidades se pone en contacto con el Colegio de Arquitectos y nos llega a todos los arquitectos un correo electrónico diciendo que quieren hacer un estudio para mejorar la accesibilidad  y que van a seleccionar tres currículum. Yo concurso y soy seleccionada. Recuerdo entonces las primeras reuniones con mucha ilusión, no teníamos ni nombre, pero teníamos claro que si se quería solucionar el problema del Casco antiguo no se podían repetir los mismos patrones de siempre: el político de turno propone una idea a criterio propio, esa idea la redacta un técnico y al poco tiempo no se materializa y queda en el cajón. Así ha sido durante casi un siglo y sumando 15 proyectos fallidos. Entonces decidimos hacer algo en las antípodas, aunque he de decir que hemos fallado en esa apreciación y somos el décimo sexto proyecto en el cajón (risas). Desde entonces, CuencaIn acabó constituyéndose como asociación y a partir de ahí decidimos quedarnos y aquí seguimos, siempre con ideas. En mi opinión, lo más urgente ahora es seguir actuando en el centro, en el Casco antiguo y en zonas vulnerables como las Doscientas o las Setecientas que llevan mucho tiempo sin que se les preste la atención que requieren. Pienso que es necesario movilizar a la gente desde la autoexigencia y desde la autoestima.

Tras la campaña para salvar el Parque de San Julián, gracias a la cual se han conseguido 3.000 euros, recuperar el Día del Árbol y trabajar en la elaboración de un catálogo de especies de este área, está  claro que ha empezado a cocerse algo entre los vecinos del centro, entre los que se incluye...

Los vecinos del centros somos de los pocos sin carroza en las fiestas (risas), es decir, nunca hemos tenido una asociación. Hubo un intento hace años pero nunca cuajó. Sí es posible que esto haya sembrado una necesidad. De hecho, esta misma semana se ha registrado la Asociación de Vecinos del Centro, la primera de su historia. Algo se está cociendo, sí.

Otro tema importante que abanderó CuencaIn es el de los remontes al Casco. Comentaba antes que su proyecto, que contemplaba cuatro ascensores ha terminado también en un cajón. El Ayuntamiento estudia ahora uno nuevo de escaleras mecánicas que dice ser compatible con el suyo. ¿Es así?

Esto lo desmentimos taxativamente. No son compatibles. El proyecto de CuencaIn es integral, de intentar entender la situación de una ciudad y de un Casco Histórico con un número de habitantes y una localización de esos vecinos que tienen que relacionarse con la ciudad. Con el dinero que nos pagó la Junta contratamos a 32 profesionales de todos los campos para hacer un estudio pormenorizado y conseguir que fuera una infraestructura útil y en uso porque ya tenemos bastantes en desuso. El presupuesto se valoró en 5 millones de euros. La corporación está en su derecho de hacer esas escaleras para conectar 60 metros de desnivel y sumar un ascensor que esté ubicado en Ronda, pero eso no se llama escaleras más proyecto de CuencaIn. Nuestro proyecto es integral porque sería un éxito llevar a cabo cada una de sus cuatro piezas- dos ascensores, muralla y parque fluvial- porque venía a enriquecer y suplir deficiencias detectadas en la accesibilidad, el patrimonio, y el medio ambiente.

¿Ve factible que a lo largo de esta legislatura pueda llevarse a cabo ?

Veo complicado que puedan llegar las siguientes elecciones y hayan conseguido comunicar 60 metros de desnivel mediante escaleras mecánicas. Por supuesto como técnico me puedo equivocar,  puede haber 1.000 opciones que a mi no se me ocurran, pero es una operación de una gran envergadura, me parece difícil tenerlo dispuesto para 2023. Pero como nadie conoce el proyecto no puedo decir más que es una sensación y que puedo estar perfectamente equivocada. 

¿Cómo les ha sentado que se aparque un proyecto, el suyo, por el que se apostó claramente al inicio?

Queremos separar  la parte personal de la profesional. Como le comentaba antes, nosotros intentamos hacer las cosas de manera diferente. Nunca vamos a tener la aprobación unánime y cualquiera que pretenda eso creo que está abocado al fracaso. Pero sí creo que teníamos un respaldo ilusionante por parte de la sociedad. Es la actual corporación la que tiene la legitimidad para llevar a cabo la actuación que desee. A día de hoy nosotros, más como conquenses que como técnicos, solo podemos desearles la mayor de las suertes porque sí estamos convencidos de algo y es que nuestro Casco necesita de una acción inmediata y cargada de criterio. Pese a que las cosas no hayan marchado como esperábamos, ponemos por delante el bienestar de nuestra ciudad y solo deseamos que la jugada salga de la mejor de las maneras y que en las próximas elecciones Cuenca cuente con unas magníficas escaleras inauguradas que conecten 60 metros de desnivel.

Con esta faceta de activista me surge la duda de si le ha tentado la política alguna vez...

Claro, siempre. Pero la entiendo desde la palabra polis, que significa ciudad, el lugar de encuentro. Yo no sé como me puede tentar cuando tenga 60 años, pero a los 40 me encuentro muy satisfecha ejerciendo la política como lo hago, colaborando con personas a las cuales tengo muchísimo afecto desde siempre y que me llenan de alegría, me gusta que hagamos equipo y que cada vez crezca más para intentar mejorar nuestra ciudad. Pero a día de hoy política desde el cargo electo no me gustaría. Eso sí, estar a gusto en lo social no quiere decir hacer de menos a la ejercida por estos cargos, estoy convencida de que su papel es fundamental para que la iniciativa ciudadana llegue a buen puerto, pero estoy muy bien en este lado, el de la ciudadanía. 

¿Qué Cuenca sueña Carmen arquitecta? ¿Y Carmen como madre?

No es muy diferente la que sueño desde ambas facetas, la mejor Cuenca que se pueda conseguir. Aquella en la que mis hijos, tras formarse donde deseen, decidan regresar y tener aquí su hogar, lo que  no está sucediendo.