Llamadas que conectan vidas

M Lillo
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La barrera que ha impuesto el coronavirus entre los pacientes y los familiares hace que las videollamadas o llamadas sean la única vía de comunicación para conocer su evolución

Llamadas que conectan vidas - Foto: Rueda Villaverde

El desgarro que produce el coronavirus es infinito. Se clava como un aguijón en los núcleos familiares, destruye proyectos de vida, aniquila sueños y rompe los lazos más estrechos del ser humano. Primero lo hace sigilosamente, un enemigo perverso que ataca sin saberlo. Después, mostrando sus más atroces consecuencias, su más trágica realidad.

El coronavirus ha privado de los abrazos, de los besos y hasta de la compañía, ha quitado lo más humano, lo más reconfortante, lo esencial. Despojar de contacto a los pacientes con sus familiares es un mazazo que lamentan los sanitarios de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y así lo exponen en esta segunda entrega de la visita realizada por La Tribuna  a la zona cero del COVID-19 en el hospital de Ciudad Real.

Suplir esa carencia de comunicación directa es una tarea ardua, un reto que los sanitarios también tienen que afrontar. Por ello, cada día abren una pequeña ventana para contactar con los familiares. El objetivo es informarles de la evolución del paciente, de los tratamientos aplicados, del estado en el que se encuentra, las posibles complicaciones, la mejoría, las altas para llevarlos a planta y, a veces, también de un fatal desenlace.

Llamadas que conectan vidasLlamadas que conectan vidas - Foto: Rueda VillaverdePara llevarlo a cabo no existe un protocolo único, depende de cada sanitario o del estado del paciente para, por ejemplo, realizar videollamadas o decantarse por las llamadas. A veces les advierten de cambios en el aspecto físico. «Lo más duro es que no puedan estar con la familia y la familia con ellos», asegura la doctora María Luisa Gómez Grande en relación con la barrera que ha establecido el COVID.

El pulso por salvar vidas que ha traído esta pandemia ha puesto ese muro de separación que sanitarios como María Madrazo, anestesista, tratan de superar aplicando una receta: la empatía. «Piensas que es tu madre, tu marido o tu padre», afirma reconociendo que es «muy duro» afrontar esta situación.

Profesionales sanitarios de la UCI se ponen en la piel de los familiares. «Están en casa, con la ansiedad de saber de su familiar, esperando una llamada», comenta con angustia esta anestesista que reconoce que a veces se le hace «un nudo en la garganta» al trasladar la gravedad de la situación.

Llamadas que conectan vidasLlamadas que conectan vidas - Foto: Rueda VillaverdeNo siempre es así y en esa labor titánica para llevar buenas noticias de recuperación y de esperanza a los hogares también está la comunicación con quienes presentan mejoría. El jefe del servicio de Medicina Intensiva del Hospital General de Ciudad Real, Alfonso Ambrós, explica que, en su caso, suele hacer videollamadas. «Ven que no ocultas nada, se lo enseño y le pongo la cara. Agradecen ver que no sufren».

Las videollamadas son una ventana al desahogo de las familias que les acerca cuando la crueldad del coronavirus marca una frontera. Hoy, Ambrós tiene buenas noticias para los familiares de un paciente. Evoluciona de forma favorable: por la tarde prevé que se podrá levantar y el antibiótico está haciendo efecto. Recibir estas noticias es el mayor de los regalos para la familia; ya falta menos para que su ser querido salga de la UCI, para que se termine de recuperar en planta y volver a casa. El camino recorrido se ilumina de una luz de esperanza. «Sé fuerte papá, tienes que echarle valor, que vas muy bien», le alientan al otro lado de la pantalla.

cariño para sanar. Cuando el contacto familiar no es posible, los sanitarios lo son todo, no sólo desde el punto de vista profesional, también humano. Por eso, el cariño y el afecto hacia los pacientes también juegan un papel determinante para hacerles reflotar en uno de los peor trances de su vidas. Agarrar con fuerza una mano, pronunciar unas palabras de aliento u ofrecer una mirada cómplice puede ser el mejor de los impulsos hacia la sanación.

Llamadas que conectan vidasLlamadas que conectan vidas - Foto: Rueda VillaverdeEn la UCI del Hospital General este mensaje puede percibirse desde la misma entrada. En una de las puertas hay un cartel en el que pone ‘Os queremos’, en el otro puede leerse ‘Ánimo valientes. Gracias’.

En algunos casos, las nuevas tecnologías son un aliado frente a la soledad que impone la pandemia. «Si es un paciente que domina los dispositivos electrónicos, puede llegar a contactar con la familia porque se pueden hacer videollamadas o hablar por teléfono», detalla la doctora Gómez Grande, que actualmente libra la lucha sin cuartel contra el COVID.

UN MIEDO QUE PARALIZA. El coronavirus está causando otro nefasto daño colateral. En las antípodas de la irresponsabilidad está el miedo más atroz, el que paraliza, el que impide el movimiento humano y el que atrofia el organismo. «Está también el problema psicológico que está produciendo en la población. Hay mucha población afectada, y no me refiero a que hayan pasado la enfermedad, sino a aquellos en los que el miedo está metido dentro de su cabeza», agrega la doctora Gómez Grande. Frente a ello, recuerda que «simplemente, cumpliendo las normas básicas podemos salir a la calle y tener una relación con un poco más de distancia de lo que era habitual, pero seguir teniendo una vida casi normal». Destaca que esta nueva ola está siendo distinta a la primera, ya que aunque hay muchos pacientes, «en Primaria se trata mejor, a nivel hospitalario se trata mejor y en la UCI se trata mejor», dado el mayor conocimiento que hay ahora de este enemigo. Todos a una, aunando esfuerzos y recursos en la dura lucha que está implicando este virus para el conjunto del sistema sanitario.

Los profesionales de la UCI instan a cumplir lo indicado una y otra vez por las autoridades sanitarias: la mascarilla, el lavado de manos y la distancia social. «Yo estoy de acuerdo en abrir las restricciones, en cierta manera de abrirlas, porque sabemos que hay gente que no se va a morir de COVID pero se va a morir de hambre al final, porque sus negocios van a quebrar o su situación económica va a cambiar, es verdad, pero tiene que ser siendo responsables», afirma Esther Rubio, médico adjunta de la UCI. Por eso, todas esas normas se tienen que adoptar al menos hasta que la vacuna traiga un nuevo horizonte.