«El teatro es una herramienta para movilizar y reflexionar»

J. López
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La actriz conquense, Mejor Actriz de Reparto de 2020 en los premios METjores por la obra 'Solo un metro de distancia', actúa este viernes en el Teatro Auditorio de Cuenca con la obra del director Antonio C. Guijosa sobre el abuso de menores

«El teatro es una herramienta para movilizar y reflexionar»

Este viernes llega al Teatro Auditorio de Cuenca ‘Solo un metro de distancia’, la obra que trata sobre el abuso sexual de menores. El montaje de Antonio C. Guijosa no solo ha cosechado numerosos premios en varios certámenes y reconocimientos por parte de la crítica, sino que encumbra a una actriz conquense, Beatriz Grimaldos, quien ha recibido recientemente el premio a la Mejor Actriz de Reparto de 2020 en los premios METjores de la revista madridesteatro.com. Grimaldos decidió un buen día que su vocación teatral le ganaba terreno a su profesión científica –estudió Ciencias Ambientales–. Ahora, su sueño en voz alta es «seguir vinculada a las artes escénicas, que me siga saliendo trabajo en teatro y, por qué no, rodar una película. Además, me encantaría que fuese en Cuenca. Me parece un escenario increíble».

¿Qué le supone actuar ante el público conquense y, en definitiva, ante la gente que le ha visto crecer y evolucionar? Cuando la nueva directora artística del Teatro Auditorio, Nelia Valverde, nos llamó para darnos la oportunidad de ir con este proyecto, me sentí feliz y muy agradecida. Al final, mis raíces están en Cuenca. Es mi tierra y le tengo un amor profundo. Hay algo como muy bello en volver a actuar en el lugar donde creciste. Éste es un montaje que me gusta muchísimo hacer y que además considero muy necesario. Me encanta actuar en este Auditorio, que además me parece una belleza de espacio. Estar allí siempre es un honor y lo vivo con mucha emoción. Es la tercera vez que actúo allí. Además, la gente que te quiere, que te ha visto crecer, tiene una mirada más amable y ese calorcito siempre te arropa en el escenario.

La obra se centra en el maltrato y abuso infantil. ¿Qué se va a encontrar el espectador en ‘Solo un metro de distancia’ y a qué personaje encarna en la obra? El público se va a encontrar con una obra que no le va a dejar indiferente. Es una obra que se aborda con mucha delicadeza, sensibilidad y talento; una obra que te toca, te mueve y que se disfruta mucho viéndola. Somos cuatro actrices en escena que alternamos varios personajes aunque en un momento dado cada una va adoptando ya un personaje concreto. Mi personaje es la novia de la persona que sufrió abuso infantil. Y veremos cómo afronta la convivencia con esa herida que está tan presente en la persona a la que ama, cómo igual le empuja a tomar decisiones que todavía, la víctima, no está preparada a adoptar. La obra trata, sobre todo, de la dificultad de ponernos en el lugar de la otra persona. Por eso se llama ‘Solo un metro de distancia’. El título va referido a la distancia e incapacidad que hay cuando se producen traumas tan dolorosos que se nos escapan al raciocinio. El abuso infantil es algo que a las personas que no lo hemos vivido, nos cuesta mucho concebir que pueda pasar. Pero no sólo existe sino que desgraciadamente se produce de una manera muchísimo más generalizada de lo que pensamos. 

Su interpretación le ha valido un importante premio. ¿Ha llegado a somatizar y hacer propio el dolor que sufren y sienten los personajes de la obra? Ha sido una obra que hemos ido construyendo a medida que el director nos traía los textos. A veces leíamos algunos de ellos y ya en una primera lectura eran textos que realmente nos atravesaban. Lo vives, te metes en ello, pero tienes que aprender a quitarte esa piel o traje que te has puesto en la obra y no llevártelo a casa. Es verdad que después de la obra necesitamos unos minutos porque hay mucha emoción contenida y se han movido muchas energías. Después, todo se queda en el escenario. También hay algo muy bello en saber que lo que estás contando es muy necesario.

¿No cree que la visibilidad de temas como el abuso infantil en el cine o el teatro ayudan a sensibilizar al espectador, consolar a la víctima e incluso llegan a remover conciencias de aquellos que comenten estos delitos monstruosos? No sé si es un poco pretencioso pensar que el teatro mueve conciencias, pero claramente, es una herramienta para contar historias y con ellas tocar almas. Esta obra es imprescindible para hablar de un tema del que no se habla y que es muy tabú. Poder darle voz a esta temática ya abre, de por sí, una puerta o una ventana a un campo que es el de la reflexión. Para mí, el teatro ha sido siempre un fin en sí mismo y una herramienta para movilizar o hacer reflexionar. Al menos, como digo para tocar un poquito por dentro al espectador y la espectadora y que salga con algo diferente como entró.

Usted ha interpretado papeles sobre abuso infantil, violencia de género y maltrato machista. ¿Se siente cómoda dentro de este teatro social o le gustaría explorar otros registros? He trabajado y he estado en muchos montajes con diferentes temáticas porque sobretodo me mueven las historias que siento que necesitan ser contadas, y es cierto que, al final, lo que proyectas que te interesa es lo que te acaba viniendo. El universo de la mujer y las desigualdades que afrontamos cada día, el maltrato, la violencia, son temas en los que llevo involucrada de manera militante desde hace años porque me atraviesan como mujer. Además, estuve años trabajando en la universidad con temáticas sociales, y poder abordar esas dos ramas, la social, vinculada a la desigualdad de la mujer, y el teatro es apasionante desde la comedia, el drama o el código que quieras. Me nutre y me hace especialmente feliz estar en obras en las que se cuentan temas con los que vibro, que siento propios y que son muy necesarios compartir con la gente.

En plena época de pandemia y vistas las dificultades por las que atraviesan las artes escénicas, piense y dígame en voz alta un deseo que le gustaría que se cumpliese este año. Mi deseo es que todo esto pase, que deje de haber tanto sufrimiento y todos podamos convivir de una manera más amable y cercana de la que lo estamos pudiendo hacer ahora. ¡Qué podamos abrazarnos libremente, por favor! Pero si tengo que formular un deseo vinculado a la cultura, que es el tema que a mí me atañe, mi deseo tiene dos vertientes: que se le dé el reconocimiento real al rol que la cultura cumple en la sociedad porque nos hemos dado cuenta en la pandemia –más que nunca– de lo importante que  es escuchar una canción, leer un libro, ver una película o que te cuenten una historia aunque sea en streaming. Tenemos que colocar a la cultura en el lugar que se merece y darle el reconocimiento que le corresponde, no sólo como entretenimiento u ocio, sino como  algo que te nutre y que necesitas para vivir, como una pata más de nuestra vida. En ese sentido, ojalá se hagan políticas más decididas por parte de las instituciones, que esto lo pongan en valor y que favorezcan que la cultura y las trabajadoras que la hacen posible, encuentren el apoyo suficiente para seguir haciéndola.