Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Los endiosados

29/03/2021

El mito sobrevive, y aún los hay que creen que los va a salvar el partido que ganó las elecciones cuando Felipe González, que al final trajo los GAL o Filesa. Entonces se creó el mito de una Europa que seguirá dando dinero para todo, como se dio para los ERE andaluces. Uno de ochenta años me decía que aún cobraba subvenciones de sus tierras gracias a Felipe, que si no los otros se las hubieran quitado. El circo del que algunos todavía viven, nacido del mito, desemboca en la desmitificación, pero tristemente para una mayoría de abducidos, algunos nunca conocerán la verdad, y aferrados al pesebre de la necesidad nunca sabrán la realidad que esconde la mano que les da el alimento de la ignominia. 
   Los dirigentes de hoy se han endiosado aquí, y casi donde se mire. Ellos  se muestran ufanos en ese pedestal en el que intentan eternizarse, cambiando leyes, aupando a perros fieles, y al que muerde le dan subvención, más autonomía, un escaño, una televisión o un juez que a ellos no les condene. Es propio de dioses mostrar la fuerza de su poder, su ira o misericordia, incluso su capacidad de sacrificio, pero pocas veces nos dan muestras de su inteligencia. Supervivientes en su crepúsculo, con una complacencia poderosa, manejan con soberbia todo lo que su poder alcanza. A veces, algunos de sus súbditos primigenios traicionan “incomprensiblemente” su magnificencia; el hombre y la mujer por él sometidos no tardan en engañarle y mostrarse desagradecidos. Los ensoberbecidos diosecillos de chicha y nabo disponen un mundo deliberadamente imperfecto, cuyo resultado es el caos más fatal para la dignidad de su pueblo. Hoy. ¿Es ésta una labor de la que se deba estar especialmente orgulloso? Los diosecetes hacen alarde de su poder, pero pocas veces de su talento. Los endiosados apartan de su vista todo lo que sea una cuestión moral, evitan discernir que es el bien o el mal, que eso no les afecta, pues están por encima de la justicia y la moral. 
   Los diosecillos autoproclamados no entienden de epistemología. Sólo de ética gubernativa, esa que con un decreto ley les soluciona cualquier problema que les afecte o moleste en un pis pas. Su ordeno e impongo permite que la tv pública se convierta en letrina. Por el uso de la inteligencia los numencetes se asemejan a los seres humanos, aunque ellos lo ignoran; y por una ambición desmesurada los mencionados humanoides acaban por creerse, fraudulentamente, semejantes a un dios. 
   Los endiosados no ofrecen pruebas de inteligencia, sino simplemente de poder, a veces aparentando un enorme sacrificio, según pretendan deslumbrarnos o seducirnos. Sus obras son obras de fuerza, no de sabiduría. No en vano su inteligencia y su mediocridad se orienta esencialmente hacia la persuasión y la crítica del adversario político, actividades mucho más humanas que divinas. La inteligencia y la vulgaridad hacen al ser humano; de la parábola, el misterio, y la necesidad de buscar una razón al sufrimiento nacen los dioses. Sin embargo, ambos se necesitan. Lo sabe el endiosado que utilizando el excipiente del mito de su partido ofrece un placebo al pueblo, que en el prospecto de su alocución dice que es trascendente y cuasi divino. Y solo saciará la incurable ansia de posesión y dominio sobre lo terrenal del político que ha falsificado la receta. Todos los endiosados a los que me refiero necesitan hacer maravillas para revestirse de cierta autoridad, pero sólo los seres humanos son capaces de contar esos milagros, y para eso ya tienen a las letrinas y demás comparsa.