La mortalidad en carretera se triplica en solo dos años

Leo Cortijo
-

Las distracciones están detrás de ocho de cada diez accidentes mortales registrados en territorio conquense a lo largo de 2021, en los que perdieron la vida un total de 24 personas, la mitad de ellas mayores de 60 años

Siniestro en Cañada Juncosa en 2021 en el que fallecieron dos personas tras la colisión entre un turismo y un camión. - Foto: Bomberos 112

No ha podido comenzar peor. A estas alturas de 2022, cuando el año todavía se está empezando a desperezar, las carreteras conquenses ya se han cobrado la vida de cinco personas. Cuatro muertos en la autopista AP-36 en sendos accidentes, uno a la altura de Mota del Cuervo y otro en Casas de Haro, y un fallecido más en la A-3, el pasado domingo, a su paso por Villares del Saz. Unos luctuosos registros que en palabras del jefe provincial de Tráfico, Jacinto Vicente, confirman uno de los peores inicios de año de tantos como se tienen cifras en esta materia. Y lo peor es que llueve sobre mojado, pues las estadísticas que maneja la Dirección General de Tráfico ponen de relieve que 2021 también fue un año trágico al volante.

Un total de 24 personas perdieron la vida el año pasado mientras conducían a lo largo y ancho de los 17.000 kilómetros cuadrados que conforman la provincia de Cuenca. Un guarismo muy alejado de los 18 que se marcharon para siempre en 2020 –año marcado por la pandemia y por las restricciones de movilidad–, y todavía más de los ocho fallecidos de 2019. El repunte de la mortalidad, que se ha multiplicado por tres, evidencia un año absolutamente negro en este sentido, aunque no así en el número de accidentes, ya que éstos han sido prácticamente los mismos que hace un par de años, algo menos de 2.000.

«Hemos vuelto a un volumen de siniestralidad similar al que teníamos en 2019, pero hay una cosa preocupante y es que la letalidad ha aumentado mucho», confirma Vicente. No obstante, la media habitual suele estar entre 13 y 17 fallecidos al año. Asimismo, los accidentes se han producido más en autovías y no tanto en carreteras como solía ocurrir antes. En cuanto a la tipología de los siniestros, Vicente habla de condiciones difícilmente explicables, pues lejos de lo que pudiera pensarse, el exceso de velocidad o el consumo de alcohol no está detrás de la mayoría de estos sucesos, sino que gran parte son achacables a «distracciones». En concreto, casi ocho de cada diez se circunscriben a esa razón, un 30 por ciento más que en 2019. El jefe provincial de Tráfico, entre otras razones, señala a la incidencia de la pandemia y cómo ésta ha afectado psicológicamente a las personas. «Cómo nos comportamos en carretera es un reflejo de lo que sentimos en general», apunta.

Así pues, ¿hemos caído de nuevo en la falta de concienciación al volante? ¿Nos estamos relajando? Vicente cree que no porque el volumen de carnés cancelados por pérdida de puntos y de recuperaciones es «similar» a otros años. En lo que sí se ha notificado «algo de aumento» –añade– es en la cifra de condenas penales. Ahora bien, «no sabemos si es porque la actividad de los jueces se ha enfocado más hacia este tema o porque, efectivamente, ha habido más gente que ha delinquido».

Lo que sí ha hecho encender algunas alarmas ha sido el consumo de alcohol. «Una batalla que teníamos casi ganada la estamos empezando, no a perder, pero sí a desganar», afirma el máximo responsable de la DGT en Cuenca. Según explica, durante las últimas campañas que se han llevado a cabo en este capítulo, se ha sobrepasado el uno por ciento de positivos, cuando lo normal en otras ocasiones era rondar el 0,7 por ciento. Vicente intenta encontrar la explicación en que «hemos salido de la pandemia muy rápido y con muchas ganas de vivir, entendido de mala manera, y eso es incompatible con la seguridad vial». De hecho, antes había más resultados de 0,0. «Se observa que ahora mucha gente conduce con alguna presencia de alcohol, aunque no sea sancionable», remata. 

La que no relaja ni un ápice su nivel de exigencia es la DGT, que continúa pisando el acelerador –para bien– en el apartado de la concienciación y la prevención. Eso sí, se persiga lo que se persiga este asunto y se apliquen las medidas que se tengan que aplicar, «nosotros no somos la solución, la solución son las personas que llevan el volante en sus manos», concluye Vicente con todo el acierto.

Envejecimiento. Hay otros factor que también hay que tener en cuenta. Aunque no es determinante per se, sí «influye», y es el envejecimiento tanto de la población como del parque móvil. La edad media de los conductores conquenses de es de 49 años en los hombres y 43 en las mujeres. Pero hay más. Según resalta el experto, en torno al 30 por ciento de los conductores varones tiene más de 60 años. De hecho, de los fallecidos hay un porcentaje muy elevado de personas mayores. «Por supuesto que no les culpabilizo y no digo que condujeran ni bien ni mal, pero algo tiene que ver», comenta Vicente.

Esos conductores, además, por línea general, poseen los vehículos más anticuados. Un capítulo éste en el que el jefe provincial de Tráfico pone el foco con esmero y añade que la edad media del parque móvil en territorio conquense ronda, o incluso supera, los 15 años y que el 27 por ciento de los coches tienen más de dos décadas.