«Como colectivo no existimos para la Administración»

Leo Cortijo
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Entienden que, «desde siempre», la formación profesional para el empleo ha sido «minusvalorada», sobre todo por las instituciones públicas. Para luchar contra eso y tener voz y voto se ha constituido en Cuenca la Asociación de Docentes Unidos Docere

«Como colectivo no existimos para la Administración» - Foto: Reyes Martí­nez

De Cuenca para el resto de España. Con ese propósito, y con el de «generar conciencia» entre los docentes de la formación profesional para el empleo, ha nacido en territorio conquense ADU Docere. «Necesitamos que se nos reconozca y se nos tenga en cuenta», comenta Carlos Poyatos, uno de sus vocales. Una meta «clave» ahora más que nunca porque vienen curvas.

¿Con qué propósitos y fines nace esta asociación de docentes?

La idea llevaba rondándonos la cabeza bastante tiempo, incluso años, porque la problemática viene de lejos. Pero en enero tuvimos un cambio competencial: hasta entonces pertenecíamos al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y ahora pertenecemos al de Educación. Ese cambio va a tener consecuencias para nosotros, que no sabemos cuáles serán todavía. La idea surgió en Cuenca, pero el ámbito de la asociación es nacional.

¿Qué ha supuesto ese traslado de competencias entre ministerios?

No lo sabemos, no tenemos ni idea… El problema fundamental es que como colectivo de profesionales no existimos para la Administración. Saben exactamente cuántos funcionarios hay en formación profesional reglada y tienen presupuestos específicos, pero el área de formación profesional para el empleo la tienen totalmente olvidada. Como vamos de curso en curso y de licitación en licitación, tenemos una inestabilidad laboral muy grande. De hecho, con la pandemia se han suspendido todas las formaciones, pero no por cuestiones de sanidad, sino porque los fondos destinados a la formación profesional para el empleo se los han gastado en la crisis sanitaria. Con lo cual, ahora mismo estamos todos parados, no dejan a los centros de formación iniciar cursos nuevos. Esto no se les ocurriría hacerlo en la Universidad, en la formación profesional reglada, en Secundaria o en los colegios… Solo lo hacen con nosotros porque somos una formación desconocida por la sociedad en general.

¿Qué diferencia hay entre la formación profesional reglada y la formación profesional para el empleo?

Los profesores de la formación profesional reglada son titulados superiores, se presentan a una oposición y están en una bolsa de trabajo. A nosotros nos piden una habilitación docente y, sobre todo, experiencia. Somos profesionales con experiencia en un campo y solo podemos dar formación en ese campo. Nosotros damos certificados de profesionalidad, que ahora mismo no son homologables a los grados medios y superiores. La idea del Gobierno es que solo haya una formación profesional, que no haya dualidad. No sabemos si la consecuencia de eso es que nos pidan los mismos requisitos que a los docentes de FP reglada. Si eso ocurre, habrá algunos docentes que podremos continuar, pero habrá muchísimos profesionales que se dedican a esto que se quedarán fuera.

Y mientras tanto, desde que pasó esto en enero, ¿se encuentran en un limbo administrativo y laboral?

Totalmente. Ahora mismo estamos en un impasse doble. Por un lado, no dejan a los centros de formación iniciar certificados que ya estaban adjudicados y con presupuesto, con lo cual hay mucha gente que no sabe si buscarse la vida por otro lado o esperar. Y por otra parte, tenemos la problemática del traslado de competencias, que no sabemos en qué va a cuajar... Solo sabemos que va a pasar, pero no cómo ni de qué manera. Lo que más nos preocupa de todo esto es que está habiendo reuniones y en ningún momento, en ninguno de los documentos que han sacado, hablan de nosotros. Es un poco triste porque se supone que somos uno de los tres pilares de la Formación Profesional. 

Para enseñar un oficio, a su juicio, ¿qué debería pesar más, la parte teórica o la experiencia?
La experiencia es fundamental, y esa es la parte fuerte de nuestra área. También es muy importante la capacidad pedagógica, no solo se trata de conocer muy bien tu oficio, sino de ser capaz de transmitirlo. Ahí es donde necesitamos apoyo, es decir, puedo ser un gran profesional, pero el sistema no tiene una manera de apoyarnos para mejorar o actualizar nuestra capacidad pedagógica. Una cosa curiosa es que en el Plan de Modernización de FP hay una partida para mandar a los profesores de la reglada a hacer prácticas en empresas, un poco para que asuman nuestras capacidades. Es una situación un poco absurda porque quieren hacer eso cuando ya tienen un colectivo cualificado y con esa experiencia.

Por lo que comenta, ¿no huele a que les dejan fuera de esta carrera?

Personalmente, creo que tiene mucho sentido que la FP sea unitaria, que acabemos con la dualidad. Eso pone en valor lo que nosotros estamos haciendo. Lo que nos preocupa es que no nos vemos por ninguna parte. Vemos que más bien se deriva todo a los profesores de la reglada. Y claro, a ver cómo explico esto... (piensa). Para sindicatos y una parte del sector eso es interesante porque son más bolsas de trabajo, más puestos de funcionario, más convocatorias de plazas… pero es a costa de sacar de la FP a los docentes que venimos de la empresa. No digo que esto vaya a ocurrir porque todavía no ha ocurrido, pero sí nos preocupa. 

¿Cuál sería el modelo ideal que debe regir la Formación Profesional?

El modelo ideal es una integración entre ambas. Estoy de acuerdo con esa declaración de intenciones de que es necesario una sola Formación Profesional, pero no creo que eso deba ser a costa de eliminar la pata de los docentes que venimos de las empresas. Más bien debería ser todo lo contrario, deberían integrarnos a nosotros dentro del sistema de formación profesional reglada. No pretendo que seamos funcionarios, no se trata de eso. Se trata de que hay un colectivo de personas con mucha experiencia profesional y docente que podemos aportar mucho, pero para eso, aparte de que no nos expulsen del sistema, necesitamos estabilidad laboral.