Arriba el telón

J. Monreal
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Javier Muñoz Garrido

Arriba el telón - Foto: Reyes MartÁ­nez

Hablo con Javier y me asaltan las dudas. No sé si tengo ante mí a un licenciado en Ciencias Ambientales al que le gusta el teatro o a un actor al que le encanta todo lo relacionado con el medio ambiente. La duda se despeja pronto, porque tras escuchar un par de frases, percibo que el actor predomina sobre el licenciado medioambiental.

Riesgo asumido.

«Estudié lo que me gustaba, pero el teatro es mi verdadera vocación y a ella me he dedicado en los últimos años, asistiendo a una escuela de interpretación. Cuatro largos años que me sirven para adquirir la base necesaria para dsarrollarte como actor», señala Javier.

Acabados los estudios en la escuela, el actor comienza el camino, siempre difícil, que le lleva a un peregrinaje en busca de un papel, de una sesión, de una pequeña oportunidad en un mundo cerrado y complejo donde los egos, a veces, pueden más que la capacidad interpretativa del actor.

Javier no se desanima fácilmente. Desprende optimismo por todos lados y confía en su preparación y capacidad para afrontar retos que ahora comienzan a hacerse visibles.

«Ya he tenido mis primeras oportunidades, y ahora llegan más. Si ves que tardan, lo que debes hacer es creártelas y seguir el camino», asegura este joven actor, convencido de que el éxito espera a la vuelta de la esquina, «o mejor sobre el escenario porque me siento más actor de teatro que de otro medio, aunque hay que hacer de todo y estar abierto a lo que te ofrezcan aunque tampoco es bueno aceptar lo primero que surja porque pierde valor tu trabajo».

García Lorca, Shakespeare o Chéjov son algunos de los autores que más admira Javier, quien está a punto de estrenar en el mes de julio una obra del inmortal autor inglés, Como gustéis, compartiendo escenario con la profesora Elena de Bayona.

Pisando fuerte.

Drama, comedia o tragedia. Da igual el género. Lo que importa es que te sientas cómodo en cualquiera de ellos «porque el actor debe ser versátil, no encasillarse y saber meterse en la piel del personaje y cambiar de registro cuando la ocasión lo requiera», asegura.

Teatro clásico o moderno. Obras que marcan un antes y un después en la vida del actor que busca en cada función transmitir al público todo lo que lleva dentro.

Estudiar y formarse. Actuar y pensar en el siguiente reto por afrontar es el motor de vida de Javier, quien no sólo centra su atención en la parcela interpretativa, sino que va aún más allá, tratando de abrirse camino como autor teatral, «faceta que me resulta atractiva ya que he acabado un par de obras que tengo en espera de estreno, y otras dos en proceso de creación. Una de las acabadas, Cinco palabras, cinco minutos, está a punto de estrenarse, también en julio, y el resto aún le falta para verlas en escena ya que son más complejas de producción al incluir números musicales», dice el actor-dramaturgo, satisfecho de su labor e ilusionado ante la posibilidad cercana de ver su trabajo plasmado sobre un escenario.

Y en tanto llega el momento de levantarse el telón y los nervios afloran, Javier no para un momento de buscar, de soñar, de contagiar optimismo allá por donde quiera que vaya. «El camino está marcado y sería una pena tener que dar marcha atrás. Inicié esta andadura convencido y seguiré hasta agotar todas las posibilidades. ¿Soñar? Nunca es malo, porque los sueños sirven para regenerar el alma y dar ánimos para seguir luchando por aquello en lo que crees y por lo que has apostado», afirma Javier, quien espera que algún día, no lejano, pueda estrenar alguna de sus obras en el Teatro-Auditorio de Cuenca.

«De momento actuaré en Madrid. Después, paso a paso, sin prisa, porque no consiste en correr sino en llegar a tiempo», concluye.