«En Cuenca siempre ha habido una escena cultural muy activa»

Jonatan López
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El escritor conquense presentó recientemente, en la sede de la Fundación Antonio Pérez, su poemario 'El mudo de Fisher Town'

«En Cuenca siempre ha habido una escena cultural muy activa»

Acaba de publicar su último poemario, concluye su segundo libro de relatos y ya maneja el tercer borrador de su primera novela. El escritor conquense, que presentó recientemente su último poemario El mudo de Fisher Town en la Fundación Antonio Pérez, es periodista, ha trabajado como guionista de varios programas de televisión y llegó a dirigir el magacín Mediodía de Castilla-La Mancha Televisión. Dice que cambió su antigua profesión, «porque siempre hay demasiada prisa y el ritmo que llevaba era incompatible con el proyecto vital y literario que yo quería iniciar», y se afincó en Sevilla por amor. Lo más importante, afirma, es «tener tiempo para mi mujer y mi hija, por un lado. Y por el otro, tener tiempo para leer y escribir».    

Desde luego, su producción de textos es prolífica, pero ¿de qué trata su tercera publicación? Bueno, llevo escribiendo desde antes de los quince pero empecé a publicar ya tarde. Creo que no hay que tener prisa; esto de la literatura es una carrera de fondo y la palabra escrita tiene mucho peso. Uno evoluciona como lector y escritor, claro, pero es mejor dejar reposar los textos y enfrentarlos con perspectiva. Algunos envejecen fatal. Esos son los que hay que intentar ahorrar a los lectores. El mudo de Fisher Town es mi mejor trabajo hasta la fecha en verso, sin duda, la primera vez que siento de verdad haber llegado a un lugar que merecía la pena compartir; un libro que reflexiona sobre muchos de los males que aquejan a esta sociedad moderna y habla de la necesidad, en un mundo cada vez más ruidoso y superficial, de volver a otorgar valor a la palabra, a los poetas, a la poesía. Y creo haberlo hecho de un modo distinto. Una poesía no hermética, no ombliguista y, por puesto, ya sin trazas de adolescente edulcorado.

Dice la sinopsis de su último poemario que se trata de un libro vertebrado por un poema-río, un texto bien distinto a lo que se acostumbra a publicar bajo la etiqueta de poesía. ¿Hay quien ha desvirtuado el género, o el concepto de poesía es tan amplio que a veces no se ajusta a sus características primigenias? El mudo de Fisher Town es, en efecto, un poema largo, cerca de 700 líneas que, sin renunciar a la batalla con el lenguaje, la profundidad y el hallazgo poético, tiene un ritmo ágil y unos códigos que permiten al lector que, además, se lo pase «pipa». Ese era el reto.  Poesía puede haber en muchos sitios. Borges decía, cuando le preguntaban sobre este asunto, que él no sabía lo que era la poesía o dónde estaba, pero que sí sabía dónde ‘no’ estaba. Hoy en día se publica mucha cosa bajo esa etiqueta. Pero muchas veces son textos que, en realidad, están a años luz de ser poesía como yo la entiendo. Hay más poesía en un mondadientes usado que en un atardecer rosa. 

Cuenta usted que el poemario es una obra diferente que se muestra crítica con las palabras manoseadas y con los recursos aburridos. ¿Se trata de enriquecer el vocabulario y estar dispuesto a aceptar otras formas de expresión? No exactamente; más que enriquecer el vocabulario, lo que yo propongo es casi lo contrario, desnudar la palabra, admirarla de nuevo, no malgastarla. El mudo es un símbolo. La escritura tiene que ver mucho con eso, con expresar, a través de la palabra escrita, mucho de lo que callamos en la vida.  

Presentó el poemario en la Fundación Antonio Pérez, con numerosa asistencia. ¿Hasta qué punto es necesario que recuperemos la normalidad a través de estas iniciativas culturales que acercan el autor al público? Sí, me hizo mucha ilusión presentar por primera vez un libro mío, aquí, en Cuenca, tierra que me vio nacer y a la que cada vez me siento más vinculado emocionalmente. Era complicado porque tenía que ser en estas fechas, siempre difíciles, pero pensé que merecía la pena intentarlo. Por suerte no pudo salir mejor. El aforo se completó y disfrutamos de un encuentro único de amistad y poesía en un marco soñado. Estoy muy agradecido a la Fundación Antonio Pérez, a José Ángel García y Rafael Escobar Sánchez, por su generosidad y por hacerlo posible. Pero especialmente a todos los conquenses que nos acompañaron. Varios de ellos vinieron gracias a la difusión que se hizo del evento en diarios digitales y otras webs. Y se fueron encantados. Me gustaría pensar que la pandemia nos ha enseñado que la cultura es importante, no sólo entretenimiento, que también. Como necesario me parece el apoyo permanente, la protección y difusión del trabajo de los artistas y autores por parte de las instituciones. 

Estará de acuerdo en que el público joven demanda cada vez más poesía y ya no ve el género como inaccesible. ¿Se ha adaptado la lírica a los nuevos tiempos y crece el número de adeptos? No sé si hoy en día hay más demanda de poesía entre los jóvenes, lo que sí percibo es un incremento exponencial de textos que circulan por las redes y en libros de diseño pirotécnico, con apariencia de poema, pero destinados a consumirse como si fuera comida basura, que poco o nada nutre. Son obviedades o ripios, muchas veces con una vocación de autoayuda. Pero también hay poetas muy jóvenes haciendo cosas realmente interesantes que animo a leer para que puedan apreciar la diferencia. Nombres como Carlos Catena, Rosa Berbel o Mario G. Obrero. 

¿Existe un consumismo exacerbado en el mundo editorial? ¿Los lectores devoran con ansia las novedades sin detenerse en la calidad de los contenidos? Ojalá se vendiesen tantos libros y los índices de lectura fueran mayores, al menos como en otros países vecinos europeos, pero la realidad es bien distinta. Se lee poco. Literatura, digo. Lo que sí hay es un mercado saturado donde hay mucha más oferta que demanda y, además, es difícil seguirle la pista a los libros porque aparecen y desaparecen de las mesas de novedades con la misma urgencia. Yo creo que para cada libro hay un tipo de lector; lo difícil es conseguir que se encuentren con pausa y se acompañen en el tiempo. 

¿No sé si coincidirá en que hay una buen puñado de jóvenes conquenses que están produciendo novelas y poemas de calidad? ¿Le sigue la pista a alguno? Este viaje me ha permitido conocer a varios de ellos. Muchos relacionados con la organización del Festival de Poesía Náufragos, que yo ya conocía y tengo muchas ganas de poder disfrutar en persona. Rafael Escobar Sánchez es uno de ellos, me parece un poeta extraordinario y me hizo mucha ilusión que accediera a hacerme, digamos, de anfitrión. Aquí, en Cuenca, siempre ha habido una escena cultural muy activa y, aunque cuesta mucho desarrollar proyectos culturales y muchas veces no tienen la coordinación o la ayuda más deseable, resisten y son capaces de hacerse un nombre prestigioso incluso fuera. Como El festival Internacional de novela negra Las Casas Ahorcadas, por ejemplo. 

Publica regularmente en ‘doctorgoodfellowbooks.com’. ¿En qué medida es necesario que existan espacios de encuentro para el escritor y el lector que no tengan intereses editoriales? A mí me parece cada vez más necesario este tipo de propuestas, precisamente por lo que hablábamos. Espacios que no obedezcan a intereses mercantiles de ningún tipo y libre de la tiranía de la novedades. Lugares donde se fomente la lectura y la buena literatura con honestidad. En ese sentido, el Doctor Goodfellow receta buenas lecturas atemporales.