La tercera ola en Cuenca: 8.000 contagios y 119 fallecidos

Leo Cortijo
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La incidencia del tercer gran azote de la pandemia, que arrancó en Navidad y termina ahora, es enorme ya que supone el 44 por ciento del total de contagios y el 22 por ciento del de fallecidos desde el pasado marzo.

La tercera ola en Cuenca: 8.000 contagios y 119 fallecidos - Foto: Reyes Martí­nez

La tercera ola ya es historia. Los datos evidencian de forma empírica que la situación, por el momento, está controlada y que lo peor de este nuevo azote de la pandemia ha quedado atrás. La relajación de las medidas sanitarias durante Navidad multiplicó notablemente la movilidad y los encuentros familiares, ingredientes perfectos para que el virus hiciera de las suyas y disparase los contagios durante las semanas posteriores a las fiestas. Algo que obligó a tomar cartas en el asunto y a decretar, primero, la implantación de limitaciones sociales por municipios, y después, a nivel regional, un nivel 3 reforzado que ha sido la situación más restrictiva desde el confinamiento de marzo.

Al analizar con detalle las estadísticas, día a día, entre el 24 de diciembre y este miércoles, se obtienen conclusiones demoledoras en torno a lo que ha supuesto el último gran golpe del coronavirus. A lo largo de estas nueve semanas, la provincia de Cuenca ha registrado 7.955 nuevos positivos y 119 fallecidos.

Tomando como punto de partida el día de Nochebuena, la cifra total de casos confirmados desde el estallido de la pandemia ha pasado de 9.953 a 17.908. Es decir, la tercera ola ha supuesto un 44 por ciento del número total de casos registrados hasta la fecha en territorio conquense. Por otro lado, la cifra de fallecidos se ha incrementado desde los 406 hasta los 525, por lo que el tercer gran latigazo de la pandemia se ha traducido en algo más de un 22 por ciento del total de personas que hasta ahora –y siempre según los registros oficiales–, han perdido la vida en Cuenca a causa de la Covid-19.

Visto ahora con profundidad de campo, cuando tanto los nuevos positivos como los fallecidos se han estabilizado, parecen quedar lejos los días en los que la provincia estaba sumida en un profundo agujero, especialmente en la segunda mitad de enero y principios de febrero. Los lunes no podían ser más luctuosos, pues era cuando se actualizaban las estadísticas del fin de semana. En cuanto a contagios, el 18 de enero se notificaron 822 casos, y una semana después, 572. Ahora bien, más triste fue lo que trajeron consigo los dos primeros lunes de febrero, con 18 y 15 fallecidos, respectivamente.

De hecho, la primera semana del segundo mes del año fue negra en este capítulo, pues a los 18 del fin de semana, hubo que sumar otros tantos muertos entre lunes, martes, miércoles y jueves. Por otro lado, las tres últimas semanas del mes de enero coincidieron con el repunte más considerable de casos en esta tercera ola, y es que hubo cinco días (13,15, 21, 22 y 26) en los que la estadística rondó o incluso superó con creces los 350 nuevos positivos.

Con estos datos en la mano, el virólogo molecular e investigador posdoctoral, Francisco José Zapatero, señala que «está claro» que se ha pasado la peor parte en cuanto a nuevas infecciones y tasa de mortalidad. Ahora bien, tiene cierta «precaución» a la hora de etiquetarlo como final de la tercera ola. En su opinión, aunque España haya salido de la franja de riesgo máximo, abrir sectores como la hostelería puede causar un repunte en el número de casos. «Una desescalada precipitada puede llevar a una cuarta ola», recalca al respecto.

Uno de los fundamentos en los que apoya su opinión son las pasadas navidades, en las que «la relajación de las normas más la desobediencia social fueron una mezcla terrible». Eso dio lugar a esta tercera ola que, a pesar de ser extremadamente virulenta, no ha llegado a los trágicos niveles de la primera.

El doctor del Centro de Investigación contra infecciones emergentes y zoonosis de la Escuela Veterinaria de Hannover apunta a tres factores fundamentales que han ayudado a combatir mejor la incidencia de la pandemia en este momento tan crítico. Primero, «ahora somos capaces de detectar e identificar la infección mucho más rápido por lo que se puede intervenir y tratar al paciente con la mayor celeridad posible». Segundo, «los hospitales y especialmente las UCI están más preparadas y equipadas para tratar pacientes con Covid-19». Y tercero, «la saturación hospitalaria no ha llegado a niveles tan extremos como en la primera ola».

Ahora mismo la pregunta es que hasta cuándo se mantendrá esta especie de acordeón que aplica y desaplica restricciones cada cierto tiempo. El virólogo conquense subraya que el vaso se puede ver medio lleno o medio vacío. La versión más «esperanzadora» responde que «hasta que al menos las poblaciones más vulnerables estén vacunadas». En el peor de los casos, «hasta que al menos el 80 por ciento de la población española haya recibido la vacuna».

 

Francisco José Zapatero, doctor en Virología

«Aunque el final del túnel no esté tan cerca como nos gustaría, estamos en el camino correcto»

¿Cuándo volveremos a la situación previa al pasado mes de marzo? La pregunta es muy difícil de responder para cualquier experto porque, en parte, exige ejercer de futurólogo. No obstante, el doctor en Virología, Francisco José Zapatero, se atreve a argumentar una respuesta. Contempla, en principio, tres opciones: «una un tanto catastrofista, otra intermedia y una última más esperanzadora... y la más probable». La ‘mala’, dice, «sería que continuemos este sube y baja de casos hasta que la gran mayoría de la población se haya contagiado, así el virus no sería capaz de trasmitirse libremente entre personas ya que la gran mayoría tendrían defensas contra él». La segunda posibilidad es que «el virus vaya perdiendo virulencia hasta que se vuelva algo parecido a la gripe común o un catarro vírico». Esta opción, añade, «es factible ya que todos los años muchos de los catarros son causados por coronavirus que se han adaptado al humano y no son fatales». La última posibilidad sería que «aproximadamente el 60 por ciento de la población mundial sea vacunada contra el SARS-CoV-2 y lleguemos a la llamada inmunidad de grupo». En definitiva, «aunque el final del túnel no esté tan cerca como nos gustaría, estamos sin lugar a dudas en el camino correcto».