Vírgenes de negro

Leo Cortijo
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Hasta cuatro hermandades de la Semana de Pasión conquense visten de luto sus Sagradas Imágenes procesionales por la celebración del Día de Todos los Santos y la llegada del mes de los difuntos

Vírgenes de negro

El Cristianismo celebra el primero del undécimo mes del año el Día de Todos los Santos. De hecho, noviembre está dedicado a los difuntos. Y por esa razón, desde hace ya algunos años, son varias las hermandades que visten a sus vírgenes de negro en señal de luto. En concreto, de las que procesionan entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección por las calles conquenses son cuatro cofradías las que llevan a cabo este ritual: María Santísima de La Esperanza, la Soledad del Puente, la Soledad de San Agustín y Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías. Eso sí, hay que apuntar que hay una imagen, la de Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz, que aun no procesionando, también lo lleva a cabo.

Uno de los cambios de vestimenta más singulares lo protagoniza la Esperanza, al pasar de su llamativo verde al lúgubre negro. Tal y como explica el secretario de la hermandad, José Manuel Calzada, empezaron con esta idea en 2008, a iniciativa de la camarera, Beatriz Gómez, y el vestidor, Rafael Murgui. «El deseo era adaptar la vestimenta de la virgen a los tiempos litúrgicos, que se inició unos años antes vistiéndola de hebrea en Cuaresma», afirma. El estilo de su luctuoso ropaje se adapta al estilo andaluz que caracteriza a esta hermandad, eso sí, marcado todo por la sobriedad. Como es lógico, «éste es un cambio de vestimenta más contenido y no hay grandes estridencias», recalca Calzada. Aunque eso sí, todos los años se realizan pequeños cambios en el tocado o en los complementos. El año pasado, sin ir más lejos, incorporaron una saya morada «que gustó bastante». La Esperanza vestirá de luto durante todo noviembre, para después cambiar a azul y blanco con motivo de la Inmaculada Concepción, y poco después volver a los tonos tradicionales para celebrar la función.

Otra de las más longevas en vestir a su Sagrada Imagen de luto es la hermandad de la Soledad de San Agustín, pues lo lleva haciendo en torno a una década. Aunque éste año será el tercero en el que la vistan a la usanza de ‘viuda castellana’, con toca pequeña o rostrillo, estola con algún motivo bordado y cayendo por los hombros, saya y manto negro. Como novedad, este año «le pondremos un pañuelo del siglo XVIII que nos regaló la camarera de la Soledad del Puente», apunta la encargada de este menester, Aurora Garrote, que recuerda al mismo tiempo que esta forma de vestirla rememora la manera de vestir a las vírgenes del Siglo XVII, basado en la vestimenta que llevaba la Soledad del convento de Nuestra Señora de la Victoria de Madrid. Así lucirá la Soledad de la madrugada del Viernes Santo hasta que comience el adviento, notándose como todos los años una mayor afluencia –si cabe– de fieles a su capilla, atraídos por el cambio de indumentaria.

Un puñado de años menos lleva vistiendo de negro a su virgen la hermandad de la Soledad del Puente. Éste será el cuarto año en el que lo haga, y como en los anteriores, «siguiendo un estilo sobrio y muy sencillo», apunta su secretario, Luis Ángel Martínez, «en la línea castellana con la que la vestimos también para procesionar en Semana Santa». De ese cometido se encarga la camarera, Blanca Benito, y su ayudante, Ángela Pérez. En este caso, todo surgió a raíz de un taller de vestimentas en el que los nazarenos más jóvenes de la hermandad confeccionaban ropajes nuevos. «Aprovechamos para que le hicieran uno de luto, tal y como se hacía en otras hermandades, puesto que nos parecía interesante y porque nuestra Soledad también se lo merecía», recalca Martínez. Así consiguen cada año uno de los objetivos que persiguen con esta iniciativa, y es «acercar a todavía más hermanos a la iglesia y a la Imagen».

La cuarta hermandad en vestir de negro sus imágenes es la de más reciente creación. Según explica Pablo Muñoz, secretario de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías, durante estos días «vestimos las tres tallas con un estilo mucho más sobrio y recatado de lo habitual, y eso que ya procesionan siguiendo esa máxima». Un cambio que se deja notar en Nuestra Señora de los Dolores, principalmente –además de por el manto negro habitual– por una saya de la misma tonalidad. Lo que aporta al conjunto todavía más luctuosidad.