La lucha por el disputado tercer escaño

Leo Cortijo
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El PSOE quiere repetir el histórico resultado de abril evitando la abstención, el PP confía en culminar la remontada y recuperar terreno a costa de Ciudadanos y Vox espera asestar el golpe definitivo al bipartidismo

La lucha por el disputado tercer escaño - Foto: Reyes Martínez

El pasado 28 de abril, a eso de las once de la noche, en la Casa del Pueblo atronaba la Internacional Socialista entre puños en alto, vítores y brindis. A tan solo dos minutos andando, en la sede del Partido Popular, no había música y sí mucho silencio. Aunque si uno cerraba los ojos podía hasta escuchar los acordes de le Marche Lugubre de François-Joseph Gossec. No era para menos. Tanto en un caso como en el otro. Los socialistas estaban pletóricos después de haber dinamitado una hegemonía popular que los más pesimistas comenzaban a creer sempiterna. Arropados por el voto agrupado de una izquierda movilizada ante la irrupción de la «extrema derecha» consiguieron arrebatar el tercer diputado que esta provincia pone en liza cada cuatro años. O menos, porque últimamente no se sabe...

Ahí está la clave del partido. Cuenca es una de las circunscripciones que menos escaños aporta al total de 350 que conforman el Congreso de los Diputados. Solo tres. Los mismos que Ávila, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora. Y uno más que Soria. Vamos, el desierto demográfico que todo el mundo ha pasado a denominar como la España vaciada. Sin embargo, en las Generales primaverales jugaron un papel fundamental porque esos asientos cambiaron de dueño. Ahora, seis meses después, parece que algo puede haber variado en el contexto político. Nadie se atreve a pronosticar qué va a pasar... A excepción del sinfín de encuestas y sondeos o del CIS de Tezanos.

Ahora, 193 días después, los conquenses se reencuentran de nuevo con las urnas en una de las batallas más encarnizadas que se recuerdan en la lucha por el disputado tercer escaño. La lógica más aplastante otorga uno al PSOE y otro al PP. Pero, ¿a quién irá a parar el tercero en discordia? ¿Repetirán los socialistas de Luis Carlos Sahuquillo y Gracia Canales los contundentes resultados de abril? ¿Conseguirá la recién llegada Beatriz Jiménez remontar un partido en contra en tiempo récord? O, quién sabe, ¿podrá Vox asestar un crochet a la mandíbula para noquear al bipartidismo? Esta singular trifurcación parece la opción más viable el próximo 10-N.

Apoyados en las encuestas –porque ahora les sonríen–, socialistas y populares coinciden en la fuga de votos de Ciudadanos como el pilar clave al que atacar. Los primeros creen que pueden pescar en ese río revuelto del voto «moderado». Los segundos deducen que muchos de esos votantes naranjitos eran antiguos descontentos que ahora podrían volver al refugio de la «seguridad y estabilidad» del PP ante la crisis económica que ya asoma «a la vuelta de la esquina». Ahora bien, lo que algunos obvian, o no quieren ver por la razón que sea, es que mucho de ese voto se puede tornar en blanco o, directamente, en abstención. El hartazgo de acudir a las urnas por cuarta vez en tan solo cuatro años le pesa a cualquiera...

Sin olvidar el ‘efecto Vox’. Tal y como se las prometían, muchos interpretaron los resultados de abril como un gatillazo en toda regla. Algunos pensaron que la formación de Abascal ya había tocado techo, que no podía aspirar a más. Ahora todos se preguntan cómo puede reaccionar su electorado después de hitos como la exhumación de Franco del Valle de los Caídos o los incidentes en Cataluña tras la sentencia del juicio del ‘procés’. Hay quien apunta que ambas cosas han reforzado la fe en el mensaje de Vox.