Predecir qué pasará en 2021 con la uva de vino es imposible

José Ignacio García Barasoain
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Durante los últimos años los viticultores han padecido de manera alternativa a sus peores enemigos: heladas, sequías y pedrisco

Predecir qué pasará en 2021 con la uva de vino es imposible - Foto: Tomás Fernández de Moya

La llegada del mes de diciembre tradicionalmente ha sido clave para el sector agroalimentario español. El aumento del consumo de alimentación y bebidas en hogares, hostelería y restauración, relacionado con los festejos de Navidad siempre se ha considerado uno de los grandes hitos en su balance anual, tal y como se puede comprobar en el último Informe de Consumo de Alimentación en España que publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Según este estudio, los hogares españoles destinan el 1,54% de su presupuesto para alimentación y bebidas a la compra de vino en sus diversas variedades. Es decir, 23,23€ por persona al año y 7,69 litros per cápita. Pero analizando el informe mes a mes, se observa que diciembre es, en concreto, cuando el consumo se multiplica, hasta rozar, en el total nacional, los 50 millones de litros consumidos, con un valor superior a los 200 millones de euros.

La industria vitivinícola es un motor económico importante en nuestro país. Según la Federación Española del Vino, la facturación total de las bodegas españolas asciende a 6.500 millones de euros al año y el conjunto del sector representa alrededor del 1% del PIB. El viñedo es imprescindible para la economía de La Rioja, País Vasco, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura o Cataluña, aunque todas las regiones españolas elaboran vinos, alzando a España como el primer viñedo del mundo, con el 13% de la superficie a nivel mundial.

Pero estas fiestas navideñas serán, sin lugar a dudas, diferentes a las anteriores. Todo el sector agroalimentario se enfrenta ante una realidad desconocida e inesperada. Esta preocupación, que une a bares, restaurantes, supermercados, mercados, bodegas… también se traslada al campo, que añade esta nueva inquietud a una difícil época del año, como es el invierno.

Heladas, sequía y pedrisco, graves enemigos

Con la llegada de los meses más fríos del año, buena parte del campo se estremece, ya que se acercan algunos de los riesgos que pueden trastocar una buena cosecha. La meteorología es un enemigo impredecible, que cada año se vuelve más poderoso para disgusto del agricultor. En el caso de la viña, por ejemplo, la helada es un gran contrincante. Esa neblina que puebla nuestros campos en las frías noches del invierno desploma los termómetros y la temperatura de la planta, comprometiendo su desarrollo tras las podas realizadas, retrasando su crecimiento e incluso provocándole la muerte.

Desgraciadamente, la helada es solo uno de los fenómenos meteorológicos temidos por los viticultores, que constatan los efectos del cambio climático cada año. Solo tenemos que hacer repaso por los siniestros producidos desde 2016, cuando la uva de vino sufrió graves daños por una etapa continuada de fuertes heladas que se inició durante el mes de febrero y que se repitieron también durante el primer semestre de 2017, afectando a denominaciones de origen importantes como Ribera del Duero, Rioja, Ribeira Sacra, etc.

A continuación, gran parte de nuestro sector primario, sufrió una fuerte sequía hídrica, que llevó al límite la producción agraria y ganadera durante los dos años siguientes. Tras la terrible DANA de septiembre de 2019, los últimos meses han estado marcados por el pedrisco, con tormentas ininterrumpidas hasta, prácticamente, hace pocos días. Se produjeron antes que nunca, ya que durante el mes de enero ya registramos los primeros episodios, coincidiendo con la fuerte borrasca Gloria, que arrasó con buena parte de la producción agraria de invierno en varias zonas de nuestro país.

En total, los productores asegurados de uva de vino han recibido 244 millones de euros en indemnizaciones durante los cinco últimos ejercicios. Casi el 40% se han destinado a compensar daños por helada. Por tanto, las últimas cosechas de uva de vino han sufrido heladas, sequías y pedrisco de manera alternativa. Por eso, predecir qué sucederá durante el invierno y primavera de 2021 es imposible.

La importancia de asegurar las cosechas

Ante esta realidad, asegurar nuestra producción destaca como una herramienta fundamental a la hora de planificar las próximas cosechas de uva de vino. Contar con un seguro agrario amplio, como el de otoño de uva vino, permite al agricultor proteger su futuro, porque llueva en exceso, haya helada, sequía o pedrisco, contará con una opción que le permitirá empezar de nuevo, e incluso recibir la indemnización antes del momento en el que hubiese recibido pago por su producción. Al menos una de las grandes incertidumbres que nos traerá el 2021 puede estar cubierta. Pase lo pase, el cuidador del tesoro, el agricultor, estará protegido.

En concreto, y comprobando los datos de este año 2020, los viticultores asegurados en España han recibido indemnizaciones por valor de 44,7 millones de euros en total, destinados a compensar los daños producidos en 12.928 siniestros que abarcaban más de 99.000 hectáreas. En el caso de Castilla y León, la superficie afectada ha superado las 3.400 hectáreas.

Por suerte para la región y el sector, el crecimiento del seguro agrario entre los viticultores castellanoleoneses resulta, a todas luces, excelente. La superficie asegurada ha crecido un 56% en los últimos cinco años, mientras la producción lo hace un 49%, y supera las 196.000 toneladas. Si el pedrisco ha sido el protagonista de la última cosecha, no se puede olvidar que la helada también es enemigo importante de la viña. De hecho, en los últimos cinco años, ha generado más de 28 millones de euros en daños en Castilla y León, el 80% del total de las indemnizaciones desde 2016.

Por suerte para nosotros, los consumidores, cada vez hay más uva de vino asegurada. Con ello, contamos con un elemento más de ayuda para conservar ese patrimonio agrario, medioambiental, económico y gastronómico de nuestro país. Abrir una botella de vino es un ritual mágico. Algo que, sin duda, tenemos que conservar en el futuro pase lo pase.