Japonés en el aula

Jonatan López
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Tamiko Nakamura es la profesora del curso que se imparte en el campus universitario de Cuenca, que desde hace siete años enseña a los alumnos el vocabulario básico, expresiones comunes, las diferentes escrituras o las costumbres

Japonés en el aula - Foto: Reyes Martínez

Kon-nichiwa, arigatou, hai, kudasai, sayounara. Puede que estas expresiones japonesas le suenen, ya que son imprescindibles en el vocabulario nipón. Si pudiéramos viajar en línea recta, sin escalas, tendríamos que recorrer 10.700 kilómetros entre Cuenca y Tokio, la capital de Japón, pero para estar cerca del país del sol naciente no hace falta coger la maleta. Aquí, en el campus universitario, en la Facultad de Educación, Tamiko Nakamura ofrece clases de japonés a todo aquel que sienta curiosidad por aprender el idioma, las costumbres y el estilo de vida tan particular de este país oriental que tanto atrae a  los españoles.

El curso anual de lengua y cultura japonesa que impulsa el Centro de Lenguas del Vicerrectorado del campus de Cuenca cuenta con hasta tres niveles de aprendizaje (básico, intermedio y avanzado) y se desarrolla por las tardes, dos veces a la semana, en una de las aulas del edificio de Magisterio. 

Desde octubre y hasta abril, cerca de 25 alumnos de varias edades pueden acudir presencialmente, con todas las medidas higiénico-sanitarias establecidas para evitar posibles contagios, o asistir a través de una retransmisión on line que se realiza en directo. Precisamente, abordamos a la profesora minutos antes de que imparta una de las clases a los jóvenes estudiantes que desean aprender japonés.

Japonés en el aulaJaponés en el aulaNakamura, que procede de la isla principal del Japón, Honshu –el país tiene más de 6.800 islas– cuenta que vivió muchos años en Kyoto y un buen día, «por una inspiración», decidió aceptar una beca para enseñar japonés y venir a España, concretamente a Cuenca. «Me gustaba mucho el inglés en Bachillerato y pensé: quiero otro idioma. ¿Qué hago? Español. Hace un tiempo estuve en Cuenca, dos años, volví al Japón y ahora llevo tres años y pico. En total cinco», dice en un perfecto castellano.

formación. Cree que sus estudiantes se apuntan a las clases no solo por curiosidad, sino que «cada año hay alumnos que ya saben, porque miran manga o ánime (cómics o series de televisión de dibujos animados)» y se sienten atraídos por conocer un poco más de la cultura japonesa. Nakamura les enseñará el vocabulario básico, los números, saludos, las expresiones más comunes para comunicarse, gramática, pero también el alfabeto y los tres tipos de escritura japonesa (hiragana, katakana y kanji), que se trazan de arriba a abajo, de derecha a izquierda y en caracteres chinos.

Este año, por las restricciones de la pandemia, «no se pueden compartir muchas cosas y entonces es un poco difícil, pero solemos hacer caligrafía y la ceremonia del té. Hemos hecho origami (papiroflexia)», comenta la profesora, que asegura que si mejora la situación de la Covid «me gustaría hacer algo más».

Lo cierto es que la atracción de los españoles por lo japonés y viceversa, a pesar de la distancia, es ciertamente alta. «La imagen que tenemos de España es el sol, el flamenco, gente alegre», indica Nakamura, que afirma que a ella le gusta el clima, la gastronomía y que es un país «relajante, muy tranquilo» y comenta que tendrá que esperar un tiempo para volver a su país, puesto que la pandemia también hace mella entre la población nipona. «Allí el número de contagios no es tan alto como aquí. Dicen que en Asia, la tercera oleada ha llegado», señala.

Sus alumnos ya se han sentado en el aula, con la distancia debida entre mesa y mesa, y a la espera de que la profesora imparta la clase magistral. Antes de la despedida, Nakamura recuerda que para asistir al curso de japonés hay que acudir al Centro de Lenguas del Vicerrectorado y cumplir con los requisitos establecidos. Mientras tanto, inclina su cabeza en señal de saludo respetuoso hacia sus estudiantes y continúa con la enseñanza.

Del artista Kozo Okano a la serie manga Sora no Woto

La relación entre Cuenca y Japón es más estrecha de lo que pudiera parecer. El pintor nipón Kozo Okano eligió a la capital en la década de los 60 y 70 para desarrollar su arte abstracto en su taller de la Plaza Mayor. Otra artista japonesa, Keiko Mataki, también se asentó en la ciudad en aquellos años y desde entonces ha realizado numerosos proyectos artísticos, caso de la Plaza Taiyo del Parque de los Príncipes. Ahora, que si hay que establecer una correspondencia mayor, no puede haber otra mejor que la serie de dibujos animados manga Sora no Woto. La misma está ambientada en Cuenca y reproduce con mucha fidelidad el Casco Antiguo.