Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La verdadera mordaza

11/11/2021

Ante el pacto del PSOE y Unidas Podemos para derogar la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana aprobada por el PP en 2015, la conocida por sus detractores como Ley Mordaza, pretendiendo ahora restar autoridad a los policías y favorecer a bandarras y delincuentes, se pudiera pensar que ya se están preparando ellos mismos para pasar a la oposición, cubriéndose las espaldas para cuando, al día siguiente de perder las elecciones, empiecen a tomar las calles, quemar contenedores y rodear el Parlamento. Pero no.
En el ecuador de la legislatura, Sánchez ha demostrado que puede hacer cualquier cosa, como amordazar al Parlamento, según las reiteradas resoluciones del Tribunal Constitucional sobre los estados de alarma, sin que le afecte en lo más mínimo. Le basta con abrir de vez en cuando, con gran habilidad, el baúl de los mantras para mantenerse en el poder sin un gran respaldo popular, con su eficiente destreza propagandística y el control absoluto de los medios de comunicación, y todo derivado y como consecuencia de aquella tormenta perfecta que fue la división del centro derecha y la posibilidad histórica de pactar con todo lo que había repudiado de boquilla durante la campaña electoral. Su propuesta ha sido la de renunciar para siempre a ser un partido verdaderamente democrático, centralizado y hegemónico de grandes victorias, por un partido sectario que en el futuro seguirá pactando lo que haga falta y con quien haga falta para perpetuarse en el poder.
El análisis de la realidad de la situación en España es muy sencillo y está vinculado con la forzada y orientada pérdida de memoria de los ciudadanos, lo que se configura como la auténtica ley mordaza opresora e impeditiva. Se trata de ese 'alzheimer' cotidiano que todo el mundo padece y que facilita la ruptura con la necesaria rendición de cuentas exigible a los políticos elegidos para gestionar lo público. Con la mentira sistemática, normalizada, asumida e institucionalizada, todo va tan rápido que un escándalo tapa el escándalo del día anterior gracias a la inestimable aportación de los medios del poder, que sólo publicarán aquello que se ajuste al relato ficticio del oficialismo.
Y en este lógico devenir, la última cabriola para los próximos dos años viene ya fundamentada y definida en el esfuerzo ímprobo para que olvidemos los dos años anteriores, de ahí el abrazo con Felipe González, usando Sánchez ahora el avatar de socialdemócrata, en un giro que haga olvidar todas las cesiones a Bildu, los indultos al independentismo y los innumerables casos de la deriva populista y reaccionaria, ya olvidados.
La verdadera mordaza es la evidencia en la forma en la que se profundiza y se avanza en un aparato represivo contra la memoria individual, poniendo en práctica una serie de tácticas sofisticadas para silenciar cualquier forma de crítica y demanda social, a cualquier precio.