Un arte seguro marcado en la piel

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Los estudios de tatuajes afrontan la 'nueva normalidad' con estrictas medidas de higiene y la agenda llena de citas de aficionados a la tinta

Dos científicos, en una de las zonas congeladas del océano Ártico.

Los estudios de tatuajes cargan tintas tras la pandemia, se adaptan a la normativa con un refuerzo a las ya exigentes medidas de higiene y afrontan la alta demanda de clientes que ya ha llenado algunas agendas hasta agosto gracias a gente con ganas de marcar su piel.

Los guantes de látex, el desinfectante, la mascarilla, el cubo para desechar material sanitario, las mamparas y los controles de seguridad son conceptos que parecen cuadrar en esa nueva normalidad que resuena desde hace semanas, pero son también el pan de cada día de este sector.

Los estudios de tatuajes, por lo que según la Unión Europea han pasado en algún momento de su vida casi el 20 por ciento de los españoles, cerraron con la llegada de la pandemia, pero han vuelto desde la fase 0 con el apoyo contundente de los usuarios.

«En este ámbito se ha cuidado siempre la higiene, además con mucha transparencia para que el cliente vea que todo es seguro», explica Axel Rubio mientras trabaja en su estudio de InkSide Tattoo de Ogíjares, en Granada. Para la vuelta, este establecimiento ha comprado máquinas de ozono, mamparas para proteger y mantener las distancias en la recepción, EPIs, gafas protectoras y mascarillas... Un cargamento de esterilidad para que la única preocupación de las personas sea haber elegido bien qué marcará su piel para el resto de la vida.

Este espacio ha continuado cogiendo citas durante la crisis sanitaria y, por ello, ha abierto con la agenda ocupada hasta mediados de junio y la tranquilidad de contar con todo el material testado y verificado. «Nosotros ya llevábamos guantes y mascarillas, y ahora sorprende ver a gente que va como tú por el supermercado», bromea Rubio.

También ha levantado la persiana Fran Tatto, un estudio de Atarfe (Granada) que ya decora pieles y termina los diseños que quedaron a medias, dibujos eternos con líneas interrumpidas por la pandemia. Entrar a este local requiere cita previa y en la puerta te recibe Estela Marruecos cargada con desinfectante para las suelas del calzado, que rocía antes de ofrecer unos patucos y comprobar que el cliente lleva mascarilla.

«Las medidas de higiene siempre han sido altas y ahora se refuerzan con los protocolos que vemos de aquí y de allá, porque no hay nada específico para el sector», relata Marruecos, quien se encarga además de un triaje a clientes como un cuidado extra de seguridad para todos los usuarios del estudio.

Mientras explica que continúan con desinfectantes, medidas para desechar el material sanitario y los cursos de formación, Fran Alonso decora el brazo de un cliente rodeado de espumas y geles desinfectantes y con un estudio a prueba de virus.

«La falta de una regulación nacional de estos estudios hace que no tengamos un protocolo específico, porque no podemos seguir solo las recomendaciones de las peluquerías, vamos más allá», añade Marruecos, que se ha formado también con algunos consejos de los odontólogos.

De las paredes y redes sociales de casi todo el sector cuelga estos días el diploma de un curso ofertado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de prevención y control de infecciones causadas por la COVID-19 que «nos ha contado todo lo que ya sabíamos, pero que está ahí», destaca Rubio.

 

Peculiares demandas

Y luego están los clientes, esos que demandan tinta en la piel, y que estaban deseosos de marcar el fin de la pandemia y sus cuerpos. Maribel Ortiz se acercó a su estudio este martes, una cita pendiente durante dos meses que le ha permitido sellar para siempre en su espalda los números de una ubicación por GPS. «Me iba a hacer una palmera porque soy muy de mar y porque creo que el mar cura, pero ahora llevo mi casa, que es mi familia, que es lo importante», añade feliz con su nuevo diseñor marcado ya para toda la vida en su piel.

Estos estudios, los que sostienen a un país que según la consultora especializada Dalia es el sexto con más personas tatuadas en todo el mundo, cargan tintas contra los prejuicios y las críticas y retoman el trabajo con seguridad reforzada y estériles de riesgos para que la piel de esta nueva normalidad esté repleta de arte.