Tocada por la varita

Leo Cortijo
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Micaela, que tiene un talento especial para la música, vive por y para el piano, un instrumento con el que tendrá que deleitar en Barcelona a finales de junio para ganar un concurso de la Fundación Princesa de Girona.

Tocada por la varita - Foto: Reyes Martinez

Hay personas que nacen tocadas por la varita. Personas que, por razones difícilmente explicables desde de los postulados de la Ciencia, vienen al mundo con una predisposición natural para hacer algo en concreto. Es un talento innato. Micaela lo tiene para la música, y de forma especial para el piano, su inseparable amigo desde que apenas contaba seis primaveras. Ahora tiene 14 y es una de las alumnas más aventajadas del tercer curso de Enseñanzas Profesionales en el Conservatorio de Música Tomás de Torrejón y Velasco de Albacete.

Ahora bien, como en todo lo que de verdad importa en la vida, siempre hay un primer paso que nos encamina hacia un destino u otro. En ese primer escalón fue fundamental su madre, Bibi, otra amante de la música que, con todo el acierto del mundo, apuntó a Micaela en la Escuela de Música de Casasimarro, su pueblo natal, cuando tan solo era una niña. Llegó el momento de escoger instrumento tras recibir las nociones básicas de solfeo, y Micaela tuvo la tentación de escoger la flauta travesera, simplemente porque le «llamaba la atención». Al final, apoyada de nuevo en los consejos de su madre, se decantó por el piano. Visto en perspectiva, no se arrepiente. Todo lo contrario. Dio con la tecla, nunca mejor dicho.

Unas teclas que, por cierto, no toca; acaricia. Verla interpretar es una delicia y escucharla es una sensación extracorpórea. «El piano me libera» –argumenta–, y es que después de un largo día de instituto, deberes y estudio, nada como relajarse tocando aunque solo sean «cinco minutos antes de cenar». Su desbordante talento le lleva incluso a experimentar. No hay canción que se le resista. Sea del género que sea y aunque a priori resulte difícil para el piano. «Si me gusta una canción, la busco en internet, la transporto dos tonos menos y la adapto al estilo que quiero», subraya convencida.

Tiene claro que de seguir por este camino, antes que como concertista, prefiere enfocar su futuro hacia la docencia. Enseñar a otros todo lo que sabe y lo que todavía le falta por aprender es algo que le llama la atención. Aunque eso sí, «claro, claro», todavía no tiene nada. No pasa nada, hay tiempo para decidirlo.

Lo que no alberga duda es que a finales de junio tiene una actuación de catedralicia envergadura. Junto a un grupo de amigas, tiene que defender un proyecto innovador que presentaron para un concurso de la Fundación Princesa de Girona. Micaela y su equipo fueron preseleccionadas en la fase previa celebrada en Toledo, con presencia de la Reina Letizia. En la ciudad condal deberán refrendar que su trabajo, que propone la creación de un coche eléctrico itinerante que presta un servicio de higiene personal y peluquería para personas mayores, es el mejor de todos los presentados. Micaela acompañará al piano la presentación del proyecto.

Lo de ganar concursos es algo que se le da bien. Magníficamente bien. De hecho, hace nada ganó otro en representación de toda su clase. Tenía que hacer un vídeo en el que ensalzase los hábitos de vida saludables, y el resultado no pudo ser mejor. Atractivo y comunicativo, caló en el ánimo del jurado, que creyó que el suyo fue el merecedor del premio. Gracias a eso, Micaela y sus compañeros de instituto podrán irse de viaje.

Una muestra más del talento que derrocha. Un brillo interior especial que no le deja parar, y por eso ahora ha iniciado aventura con la viola. Lo decidió mientras veía el último concierto de Año Nuevo. Han pasado solo unos meses y empezó desde cero, pero conociéndola, seguro que la cuerda se le resiste tan poco como la tecla. Micaela, tocada por la varita.