Uno de los jugadores más importantes de los últimos años ha nunciado este jueves su marcha del Ciudad Encantada. Se trata de Pablo Colo Vainstein, que comunicó ayer en una comparecencia ante los medios que dejará el club a final de esta temporada. La próxima campaña seguirá jugando en la Liga Asobal, aunque no quiso desvelar su destino. Es la tercera baja confirmada tras la salidas de Sergio López y Moscariello  y a la espera de que se concrete la de Leo Maciel.

«No es una decisión fácil irme de un sitio donde he sido tan feliz, pero es una decisión personal porque necesitaba un cambio de aires, siento que aquí ya lo he conseguido todo», dijo el argentino en una rueda de prensa en la que estuvo acompañado por el presidente Isidoro Gómez Cavero y del entrenador Lidio Jiménez. El presidente se mostró afectado y llegó a decir que «es uno de los días más tristes de los que llevo en el balonmano. Se va un jugador que es una referencia, uno de los profesionales más importantes del club en su historia y a nivel es uno de los que más he querido, por eso para mí es un día penoso», mientras que el técnico se mostró «orgulloso de haber acertado con su fichaje» hace seis temporadas.

El extremo diestro lleva disputados 140 partidos con la zamarra conquense y mañana jugará por última vez en El Sargal ante el Bidasoa Irún. «Espero despedirme de la mejor manera, ojalá sea ganando, de la afición que ha estado con nosotros todos estos años». En estas seis temporadas Colo Vainstein ha sido un referente del estilo de juego del Ciudad Encantada y recordó que «la gente cuando venía a vernos sabía que el equipo competía y después se fueron logrando cosas que nunca se habían conseguido y eso es fruto del trabajo. Nos hemos acostumbrado a que el equipo esté arriba y parece que ya  no pueda bajar de ahí, pero hay que ver desde dónde vienes», indicó el argentino. Reconoció que llegó a Cuenca «con la intención de estar un año solo y lo que viví aquí fue increíble, encontré mi casa».

Aseguró no marcharse porque ve que el club ya ha tocado techo. «Después de muchos años uno desea salir de la zona de confort, Cuenca no ha llegado a su techo».

Entiende el extremo que era el momento de marcharse, aunque «no me gustan las despedidas, lo tomo como un hasta luego y siempre voy a estar a disposición del club, Cuenca es como mi segunda casa».