Editorial

Incertidumbre para el sector automovilístico

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El sector del automóvil se encuentra atravesando un desierto en los últimos años, en los que no remonta el vuelo a causa de diversos factores que juegan en su contra. Desde 2018, la venta de turismos ha caído en picado algunos años y en otros se ha quedado estancada, pero tras el descenso sufrido en 2019, la pandemia y la crisis de los semiconductores no le han permitido al sector una recuperación que esperaba para este 2021. Los datos conocidos ayer certifican la falta de dinamismo con un incremento que no llega al 1 por ciento sobre el ejercicio anterior, una cifra raquítica que se queda muy lejos de la alcanzada hace tres o cuatro años y que, en algunas provincias, no llega incluso a la de 2020, cuando la pandemia mantuvo dos meses cerrados los concesionarios de automóviles.

Estos datos preocupantes no son consecuencia de un solo factor. Ni la crisis sanitaria, ni la de los semiconductores, ni la transición a una movilidad eléctrica han causado por sí solas este 'impasse' en el que está sumido este negocio. Una conjunción de todas ellas tiene a la automoción en un estado preocupante, que puede influir negativamente en el proceso de recuperación económica de España, donde la industria del automóvil es muy importante, tanto por el empleo como por su aportación al PIB. Desde las factorías de los principales fabricantes al sector auxiliar o los concesionarios, todos ellos sufren una paralización en la que colaboran también, por un lado, la falta de microchips dependientes de empresas asiáticas y, por otro, las confusas políticas nacionales y europeas, que mantienen al ciudadano sin saber qué opciones son las mejores a la hora de invertir en un vehículo con una vida media de unos 15 años. 

La pandemia ha hecho mucho daño a toda la cadena de fabricación y venta de automóviles, pues al cierre de factorías y concesionarios se suma la crisis económica que provocó la covid-19, algo de lo que aún no nos hemos repuesto. La incertidumbre con el empleo, los miles de ciudadanos en ERTE y la inflación galopante de este último año han servido de freno para la compra de muchos vehículos a corto plazo. Sin embargo, en estos momentos los factores principales son la falta de turismos para su venta, con plazos de entrega en la mayoría de las marcas de varios meses ante la falta de los semiconductores para su fabricación, y sobre todo la falta de definición y claridad a la hora de realizar una transición hacia una movilidad eléctrica, que aún sigue produciendo muchas dudas entre los compradores. Los puntos de recarga, la autonomía de los vehículos, el precio de la electricidad y las normas para la circulación por las ciudades son variables que hay que despejar cuanto antes para reiniciar una remontada necesaria para el sector de la automoción y para este país, que depende en gran parte de esta industria.