Las lluvias avalan el inicio óptimo de la campaña de cereal

Jonatan López
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Además de los rendimientos que se cosechen, el cultivo estará condicionado por la subida de los fertilizantes, los fitosanitarios, el gasoil o la maquinaria

Las lluvias avalan el inicio óptimo de la campaña de cereal - Foto: Reyes Martínez

El inicio de la campaña de cereal de invierno no puede ser mejor. Los agricultores aprovecharon las buenas condiciones del suelo para sembrar, en primer instancia trigo y avena, y en un gran porcentaje cebada, gracias a las lluvias de finales de octubre y noviembre. Las precipitaciones actuales provocan que los productores detengan la siembra y esperen varios días para reanudarla, pero también se aseguran de que la semilla arraigue y en las próximas semanas crezca la planta.

Pintan bien, por tanto, los inicios del cultivo más importante de la provincia. No en vano, Cuenca es la principal productora de cebada del país y acumula más de 260.000 hectáreas de superficie. «Nos movemos año a año en los mismos números, con pequeñas variaciones por la normativa que nos exigen en Europa, en cuanto a los porcentajes que tenemos que cumplir de otros cultivos», dice el miembro del Comité Ejecutivo de Asaja Cuenca, Carlos Cifuentes, que apunta que «somos de largo la provincia que más cebada siembra».

Lo cierto es que el suelo y la meteorología que se dan sobre el suelo conquense son óptimos para el crecimiento de cereales, «que se adaptan muy bien. A parte, es un cereal que tradicionalmente se ha venido cultivando, lo conocemos muy bien, se maneja a la perfección, y las variedades que tenemos se adaptan al clima frío y a la falta de agua en el terreno».

El agricultor explica que la mayoría de la cebada que se siembra en Cuenca se destina a la elaboración de piensos, pero en los últimos tiempos ha crecido la siembra de variedades malteras, cuyo fin es la fabricación de cerveza o distintos licores. «Van en aumento porque estas variedades son tan productivas como las que se utilizan para comida animal y, en teoría, es un mercado que tiene un plus extra en el precio», comenta Cifuentes.

Por otro lado, avanza el productor que las cebadas de ciclo corto, las conocidas como de primavera que se siembran en enero y principios de febrero, han crecido respecto a otro años, puesto que «se busca preparar más tarde la tierra y no utilizar tanto herbicida. Intentar aminorar costes a la hora de aplicar fitosanitarios y las producciones pueden ser similares si el año acompaña».

Costes. La incertidumbre de esta campaña que acaba de arrancar no solo se centrará en la productividad y en los rendimientos que pueda obtener el agricultor, sino que habrá que tener en cuenta los costes derivados de la factura eléctrica y el empleo de fitosanitarios y fertilizantes. Con la subida progresiva que se está experimentando, el productor tiene que echar mano a la calculadora para ver si cuadran las cuentas. 

«Tenemos que tener en cuenta que el precio al que se cotiza nuestro producto está en manos de terceros, de almacenistas, ya que poca gente intenta almacenar a la espera de una subida. El gasto que tenemos que soportar ahora es la subida de fertilizantes, gasoil o maquinaria, serán costes que le meteremos a la producción futura», explica el miembro de Asaja Cuenca, que detalla que no conocer los precios a los que se moverá el mercado cuando se coseche el cereal, a inicios de verano, «puede disparar las cuentas. Con esos costes de producción y a un precio como el de ahora, que no sabemos si se va a mantener, estaremos bastante a la par. Tendremos que producir muchos kilos para que con esos costes sea rentable».