Juguetes de ayer y de hoy

Leo Cortijo
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Tres padres y sus hijas muestran a 'La Tribuna' con qué jugaban cuando eran niños y con qué juegan ahora

Juguetes de ayer y de hoy - Foto: Reyes Martí­nez

Uno puede escribir la carta a los Reyes Magos. O, también, pedir aquello que desea a Papá Noel. Lo que está claro es que tanto los primeros como el segundo vienen de pasar los días más intensos, especiales y bonitos del año. Unos llegan desde Oriente con sus camellos cargados de regalos y el otro hace lo propio con su trineo tirado por renos desde Laponia. Los más pequeños de la casa, si se han portado correctamente, han hecho caso a sus padres y han demostrado estar al día en el colegio, han recibido su premio en forma de, sobre todo, juguetes. Y aquí es donde el abanico de posibilidades tiende casi al infinito.

Como estos niños, hace no tanto tiempo, sus padres también disfrutaban jugando con aquello que se encontraban en el árbol de Navidad. En algunos casos los juguetes no han cambiado nada... o casi nada, solo se han adaptado a los tiempos y a las necesidades actuales. En otros, sin embargo, se produce un salto generacional imposible de salvar. Ahora bien, ¿cómo sería ese salto si los juguetes a tener en cuenta fuesen los de los abuelos?

Tres padres –Juan Ángel, Arturo y Cecilia– y sus tres hijas –Julieta, Elora e Inés– muestran a La Tribuna con qué jugaban cuando unos eran niños y con qué juegan ahora los que los son. Gustos aparte, lo importante es divertirse jugando... y si es en familia, mucho mejor. Sea con el juguete que sea.

 

Juan Ángel y Julieta: «Los niños de hoy en día socializan mucho, lo que no saben es jugar y entretenerse solos»

Si por algo sentía pasión Juan Ángel cuando era niño era por los juegos de construcción, como Exin Castillos y Tente. De ahí conoció, tras heredarlo de su hermano, un mundo que le maravilló: el universo Lego. «Era un juguete con el que pasaba horas, horas y horas yo solo entretenidísimo». Le encantaba construir los sets como indicaban las instrucciones, desarmarlos y armar de nuevo edificaciones que él se inventaba. «No los tenía de adorno», añade convencido. Y de tal palo, tal astilla. Julieta, su hija mayor, de siete años, también tiene Lego y eso a su padre le entusiasma porque despierta su ingenio. Es inevitable que utilicen tabletas y móviles porque «tienen muchísimos estímulos exteriores». Eso sí, Juan Ángel también cree que, animándoles, pueden jugar con otros juguetes que estimulen mejor su imaginación. De hecho, a Julieta le gusta, y mucho, peinar y maquillar a su muñeca Nancy o captar los mejores momentos familiares con su nueva máquina fotográfica. Su padre tiene claro cuál es la raíz del asunto: «Los niños socializan mucho, lo que no saben es jugar y entretenerse solos».

Arturo y Elora: «Ahora los niños juegan menos en la calle y en los parques, tal y como hacíamos nosotros»

Primero fue Masters of the Universe, con He-Man a la cabeza, y después G.I. Joe. La infancia de Arturo gira en torno a los muñecos articulados más señeros. Sin olvidar, también, los juegos de mesa. «Siempre he sido muy jugón... el juego es parte intrínseca de mi vida», apunta al tiempo que añade que todavía conserva más de una treintena de estos pequeños amigos. Y es que «para los Reyes Magos y para mi cumpleaños solo pedía eso». Echa la vista atrás y recuerda «horas y horas» de diversión junto a su hermano y, especialmente, con un vecino con el que se iba al campo y allí construía castillos para He-Man, que tenía que combatir a los malos. «La dualidad entre el bien y el mal siempre estaba presente», añade entre risas. Su hija, Elora, con casi ocho años, juega con juguetes muy distintos a los suyos, aunque intenta que siga ese modelo de socializar con otros niños mientras se divierte. A ella le fascina el mundo Pinypon y tiene casi toda la colección. «Ahora los niños juegan menos en la calle y en los parques», apunta cargado de razón, y sobre todo a actividades que implican actividad física.

Cecilia e Inés: «Antes se jugaba mucho más que ahora porque tienen más deberes y más tareas extraescolares»

Cecilia e Inés tienen muchísimo en común cuando se trata de hablar de juguetes. A pesar del salto generacional, madre e hija comparten gustos. Hace no tantos años, una disfrutaba con Mario Bros. y la Super Nintendo, y ahora la otra hace lo propio con el Fornite y la Nintendo Switch. La única diferencia –que no es poca– es la evolución natural de la tecnología en las últimas tres décadas. La misma evolución que han experimentado los Playmobil, los Pinypon o las Nancys con las que ambas jugaban. «Ahora hay mucha más variedad que antes, los modelos se adaptan a los tiempos, a los cánones de belleza y a la actualidad más rabiosa», apunta Cecilia. Inés, que tiene 9 años, ya no juega tanto con los Playmobil. Ahora los disfruta su hermana pequeña, Jimena. Ella es una chica «muy responsable» y se administra bien el tiempo. Las horas de juego de la videoconsola están limitadas y su madre prefiere los juegos en familia «a tanta pantalla y tanto móvil». Además, termina, «antes se jugaba más que ahora cuando salías del colegio, porque teníamos menos deberes y menos tareas extraescolares».