Jueves Lardero, ni 'tajá' ni huevo

Jonatan López
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La pandemia de la Covid condiciona una de la tradiciones populares con mayor raigambre en la provincia

Jueves Lardero, ni ‘tajá’ ni huevo

Si hubiese sido un año normal, quien más quien menos estaría a estas horas preparando cómo celebrar el tradicional Jueves Lardero. El pan redondo, las conocidas libretas de varios tamaños, ya se estarían agotando en los mostradores de las panaderías y hornos, las carnicerías venderían chorizos, lomos y carne para acompañar la hogaza y, como viene siendo habitual en los últimos años, los más jóvenes harían acopio de cantidades ingentes de alcohol en los supermercados para hacer corrillos y ‘chusmas’ en la ladera del camino Cañete.

No va a ser un Jueves Lardero normal, eso seguro. Las restricciones de la pandemia, de nuevo, impiden que los conquenses cumplan con la tradición y disfruten de un día que, en principio, estará marcado por las lluvias. Con chubasquero o sin él, lo cierto es que como tantas y tantas festividades anteriores, la pandemia vuelve a condicionar la vida normal. 

A parte de los preparativos que ha organizado el Consistorio conquense, las panaderías de la capital confirman que hornearán libretas de diferentes tamaños para quien quiera comprarlas. Eso sí, se cocerá una menor cantidad.

Tradición suculenta. No se sabe bien los orígenes de esta tradición, que consiste en disfrutar de la carne antes de que llegue la Cuaresma. Tradicionalmente, en jueves de Carnaval y antes del ‘Miércoles de Ceniza’ –40 días antes del Domingo de Ramos–, se aprovecha la tarde para salir al campo y comer en compañía de amigos y familiares. Es típico sacar la carne de matanza, cocinar una tortilla y, porqué no, llenar la bota de vino para acompañar el trago. También se lardea –proviene del término latino lardu (grasa o tocino)– en muchas localidades de la provincia. 

En la Mancha, los moteños suben a la Sierra de los Molinos o van a la Ermita de Manjavacas. Aquí es típico cocinar una tortillas dulces en la sartén, como en Las Mesas, que llevan huevo, harina, rayadura de naranja, levadura, vino blanco y mucha azúcar.

En otros municipios no falta el pan de rosca y el chorizo o lomo adobado, o el bollo típico conocido como ‘la mona’. Un huevo corona la hogaza y se sujeta con otras dos tiras de pan en el centro. En la Alcarria, también se elabora un postre hecho con harina, huevos y miel al que se le llama piñas y en localidades como Casas de Haro se cocina el tradicional tojunto, un guiso que lleva tajás de pollo, patata, pimiento, cebolla, laurel, azafrán y vino blanco.

Lo que está claro es que hoy, ni siquiera la Covid, podrá quitarnos el placer de cocinar cualquiera de estos ricos y suculentos platos y disfrutarlos como bien merece el día. Otra cosa es el colesterol.