Los carnés de donante crecen un 160% en la última década

Leo Cortijo
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Cuenca registra 137 de las casi 1.600 personas inscritas en los registros de Castillla-La Mancha, una cifra testimonial en la comparativa regional, pero que supone un aumento notable con respecto a los 53 de 2008

Los carnés de donante crecen un 160% en la última década

España puede presumir de infinidad de cosas. Pero hay una que se alza a lo más alto al trascender como uno de los gestos altruistas más desinteresados y humanos que puede haber, y es que este país es líder mundial en donación y transplante de órganos. Una tendencia que ha crecido exponencialmente en los últimos años a nivel general y también a nivel particular, tal y como acredita la estadística de carnés de donante recogida en la Memoria de 2018 de la Unidad Autonómica de Coordinación de Trasplantes de Castilla-La Mancha.

Según este informe, Cuenca representa 137 de los 1.599 carnés que había en la región el año pasado, siendo –muy próxima a Guadalajara– la provincia castellano-manchega con menor número. Ahora bien, el vaso se puede ver también medio lleno. Y es que esos 137 suponen un crecimiento del 158 por ciento con respecto a hace una década. En 2008 el número de carnés apenas superaba el medio centenar (53). Es cierto que durante estos años la cifra se ha movido en torno a esos valores, pero también lo es que desde 2013 se registra un crecimiento continuo. Ahora bien, llama poderosamente la atención la cifra de 2011, pues entonces se alcanzó el máximo histórico, con 138, uno más que el año pasado.

La Memoria permite ir mucho más allá y conocer más datos de peso. En Castilla-La Mancha se registraron el año pasado 59 donaciones de órganos, lo que supuso un descenso del 18 por ciento con respecto al año anterior. De ese número total, solo tres se produjeron en el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Y los tres, tras muerte encefálica. Un cantidad testimonial, eso sí, que apenas supone un cinco por ciento del total regional.

Por otro lado, se llevaron a cabo 28 donaciones de tejidos –en todos los casos fueron córneas– a nivel regional, lo que supuso un incremento del 75 por ciento con respecto a 2017. Cuenca, con tan solo una, cerró el ranking superando únicamente al Hospital General Universitario de Ciudad Real, donde no se produjo ninguna donación de esta naturaleza el año pasado.

Así todo, el número de donaciones de órganos y tejidos establece una tasa de donación en la comunidad autónoma de 29,2 donantes por millón de habitantes. Esa tasa dista mucho de la media nacional, que se situó en 48. En los últimos dos años se observa que esta diferencia se ha agravado, pero hubo un periodo de tiempo en el que las tasas caminaron en paralelo a muy poca distancia. De hecho, hubo un año, 2013, en el que fueron prácticamente calcadas: 35,1 a nivel nacional y 34,7 en la región.

La Memoria ofrece una conclusión clara si a lo que nos atenemos es a la evolución histórica del número de donantes. Durante los últimos 14 años, Cuenca se movió en una media de 3,1 donantes por año. La cifra siempre ha oscilado en torno a ese número, a excepción de 2011, cuando se alcanzaron las seis donaciones o, por el contrario, 2007, cuando no se registró ninguna.

Más concienciación. Los datos reflejan el lado más filantrópico de los conquenses. Ahora bien, hay que seguir concienciando al respecto. Las coordinadoras de trasplantes del Hospital Virgen de la Luz, Elena González y Alicia de las Heras, reconocen que todavía sigue habiendo algunos «tapujos», aunque las tasas de negativas de las familias «son muy bajas». La doctora y la enfermera, respectivamente, lo achacan a «prejuicios o dudas que nadie nos ha explicado y que basta con manifestarlas para que entre todos las solventemos». 

Por ejemplo, hay personas que les transmiten que no quieren donar por el aspecto que tendrá el paciente después, y en ese sentido «basta con explicarles que no se va a notar nada en absoluto porque además los cirujanos son muy pulcros». Otras, sin embargo, «nos dicen que es algo que no quieren que se sepa en el pueblo». A esas se les recuerda que es un proceso totalmente anónimo. Asimismo, para las que presentan trabas religiosas, «tienen que saber que ninguna religión se opone a la donación».

Así todo González y De las Heras recuerdan que «el éxito no es que los familiares digan que sí, sino que tomen una decisión y que con esa decisión vivan bien toda su vida». Es más, las coordinadoras de este servicio en Cuenca se muestran tajantes al respecto: «Nuestra misión es que tomen una decisión y lo hagan en conciencia y para el resto de su vida». Otro apartado importante sobre el que poner luz es quién y de qué manera puede ser donante de órganos. La ley española es muy clara en este sentido y así lo recuerdan estas dos expertas en la materia: «Todos somos donantes a no ser que en vida hayamos manifestado lo contrario». Llegado el momento, siempre se pide un consentimiento a los familiares, y serán éstos los que tengan la última palabra. Es importante que el paciente, en vida, tuviera carné de donante y estuviera registrado en las listas oficiales porque de esa forma ya se conocería su intención, pero si no es así, «siempre habrá una pregunta a la familia».

Perfil del donante. La edad media de los donantes del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca es de 67 años, casi cuatro por encima de la media regional, que es de 63,1. Según la Memoria de 2018 de la Unidad Autonómica de Coordinación de Trasplantes de Castilla-La Mancha, el 41 por ciento de los donantes supera los 70 años; el 32 por ciento se encuentra entre los 41 y los 60; el 18 por ciento tiene entre 61 y 70; un siete por ciento se encuadra entre 16 y 40; y solamente un dos por ciento tiene menos de 15 años. Por otro lado, la distribución de los donantes por sexo revela que el 61 por ciento son hombres y el 39 por ciento, mujeres.

Asimismo, la causa de muerte de los donantes fue, en el 73 por ciento de las ocasiones, accidentes cerebrovasculares. El 12 por ciento se debieron a traumatismos craneales no provocados por accidentes de tráfico; mientras que el 10 por ciento tuvo como causa del fallecimiento la anoxia.