El motor diésel de un líder sólido

Diego Izco
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El Barça (de Messi) ha ganado nueve de las últimas 12 Ligas con una receta similar: comienzos dubitativos, algún arranque en falso... y, finalmente, una velocidad de crucero insoportable para el resto

El motor diésel de un líder sólido - Foto: Vincent West

El Barça (de Messi, una coletilla que a veces no añadimos por pura dejadez o porque se sobrentiende) ha ganado nueve de las últimas 12 Ligas. Una de ellas la cascó ante el Atlético en el último partido en casa, precisamente ante los rojiblancos, y llevaría 10 títulos de esa docena de haber existido el VAR ese día. Las otras dos, ante el Madrid de los 100 puntos y los 121 goles de Mourinho (y Cristiano Ronaldo, otra coletilla innegable) y el Madrid del doblete con Zidane (y Cristiano, repito). 

El Barça domina el ‘tempo’ de esta competición. Exceptuando algún año de comienzos gloriosos, casi siempre la fórmula ha sido la misma: algún arranque en falso, dudas por todos lados (Guardiola empezó el año del sextete con una derrota y un empate), el tropiezo inesperado, una reacción tibia y en ocho o 10 jornadas alcanza una velocidad de crucero que no suele abandonar hasta mayo, cuando se reparten las notas del curso y llega habitualmente como el más listo de la clase. 

Nueve jornadas y el conjunto azulgrana que era un desastre hace un mes (había encajado, por ejemplo, nueve tantos en las cinco primeras fechas ligueras) ya comanda la tabla merced al primer partido completo de la MSG y a la primera gran exhibición, con ovación en Ipurua incluida, de Frenkie de Jong. Un 0-3 de doble valor porque al Real Madrid se le ocurrió perder en Mallorca y al Atlético dejarse empatar en el Wanda. Pero sobre todo porque ahora Valverde ha encontrado un punto de inflexión perfecto y respaldarlo con su discurso de comienzos de temporada: «Todos los equipos tienen baches; lo que importa es cómo salir de ellos». La respuesta, en el caso blaugrana, es clara: líderes... 

Sensaciones antagónicas en Chamartín, donde se ha instalado una nube negra que invita a dudar incluso de Vinícius, el clavo ardiendo de la pasada temporada. Si 300 millones de euros después (el mayor gasto veraniego en la historia del club) la clave va a ser que Vini estaba sobrevalorado es que sigue faltando lo mismo de siempre: algún mediocentro... y mucha autocrítica.