Juliá pide dejar Fenavin "fuera del debate ideológico"

I. Ballestero
-

Manuel Juliá, director de la Feria Nacional del Vino: «Fenavin debe estar fuera del debate ideológico porque ya es algo estratégico para la provincia de Ciudad Real, hay que protegerlo»

Juliá pide dejar Fenavin "fuera del debate ideológico" - Foto: Rueda Villaverde

Es la décima edición de la Feria Nacional del Vino (Fenavin), ¿la de su consolidación o es un evento que cree ya consolidado?

Lleva ya algunas ediciones consolidada y lo que lo refiere es que en cada una de las ediciones hemos ido creciendo en expositores, en cada edición ha habido más demanda de lo que podríamos ofrecer. Ya en 2001 empezamos con un número importante de bodegas, 600 o 700, y en torno de 7.000 u 8.000 metros cuadrados. En la cuarta edición Fenavin ya estaba consolidada y en este momento es un referente en el sector, es la feria de negocio del sector del vino español. Este año, aunque aún no sabemos el número exacto porque las bodegas agrupadas aún tienen tiempo para decirnos cuáles van a ir en el espacio que han cogido, vamos a rondar las 2.000 bodegas y contaremos con prácticamente todas las comunidades autónomas con una fuerza impresionante, y habiéndose quedado fuera 149 solicitudes, que deben ser más de las 300 bodegas que ya se quedaron fuera en la pasada edición. Que después de diez ediciones siga creciendo el número de gente que quiera estar en Fenavin quiere decir que el sector en su conjunto ha elegido Fenavin como el instrumento comercial fundamental para vender el vino. 

¿Hubo escepticismo cuando se planteó una feria nacional en Ciudad Real, allá por 2001?

Hay que reconocerlo: cuando el presidente de la Diputación Nemesio de Lara me encargó un proyecto para hacer una Feria Nacional del Vino en Ciudad Real y estudié el asunto percibí algunos déficits que lo complicaban. Uno, que éramos una ciudad pequeña, porque todas las grandes ferias del vino están hechas en grandes ciudades. El segundo, que éramos una zona productora, y las grandes ferias suelen ir a grandes centros comerciales y no a zonas productoras, quizá con la excepción de Burdeos; y nosotros además habíamos sufrido un desprestigio histórico en cuanto a nuestra relación con los vinos a granel. Sin embargo, como vivimos en una sociedad de las ideas, desde esa perspectiva creímos que era posible superar esos dos déficits, y se superaron de una manera brillante. Esas voces escépticas, que se basaban en la objetividad que acabo de relatar, se dieron cuenta a partir de la segunda o la tercera edición de que aquí estaba pasando algo grande. 

¿Ha cambiado esa imagen histórica del vino de La Mancha?

Sí, totalmente. La imagen histórica de vino peleón que tenían nuestros vinos ha cambiado radicalmente porque se ha hecho una actuación sobre la manera de producir muy importante. En este momento hay muchísimas marcas de vino de nuestra tierra que son muy conocidas. Fenavin ha sido importante en esto y en otra razón: situar el lugar de negocio y de imagen, el mercado, en Ciudad Real nos ha dado un impulso espectacular, porque lo mismo que muchos compradores del mundo van a Burdeos a comprar vino francés y por eso la región tiene un valor añadido, ocurre con el vino español: vienen a La Mancha a comprar vinos de todas las regiones de España, y eso genera un valor añadido de imagen y de capacidad efectiva de compra muy importante. Ahí Fenavin ha sido fundamental. 

¿Cómo se superaron esos déficits?

Hay cuatro o cinco cuestiones. Una de ellas fue una concepción profesional, no hacer la feria un fin de semana. En segundo lugar, dirigirla y plantearla hacia el negocio exterior, el sector del vino tenía unos enormes excedentes y no tenía una introducción importante en el mundo y desde esa perspectiva se abrió un mercado de millones de consumidores. La tercera fue concebirla nacional, y residenciar aquí el vino nacional y no de la industria auxiliar. La cuarta, desde un punto de vista de la demanda y no de la oferta, porque todas las ferias que estudiamos entonces estaban concebidas para el expositor, pero la demanda estaba desperdigada. Al cambiar esa perspectiva creamos instrumentos que favorecieron la demanda, que consideró más interesante venir a nuestra feria. Y por último, lo que realmente fue innovador en Fenavin para luchar contra esos dos déficits es que conseguimos que hubiera negocio, porque la mayoría de las ferias estaban basadas en un carácter representativo y de imagen. Creamos unos criterios de selección y contacto suficientes para que el comprador pudiera hacer negocio. Por eso las ferias con las que competía Fenavin no existen en este momento y Fenavin sí. 

¿Cuál es el influjo de Fenavin sobre la provincia de Ciudad Real?

Tiene una importancia drástica para nuestra región y nuestra provincia porque nuestra dependencia agroalimentaria y específicamente del vino es tan grande que impregna al resto de sectores. Es nuestro marisco. Que Fenavin esté aquí ha hecho que nuestras bodegas tengan que competir con los mejores que vienen de fuera, y eso les ha hecho crecer, han mejorado muchísimo y eso ha favorecido el crecimiento de nuestras bodegas.

¿Quién ha influido más en quién, el sector en Fenavin o viceversa?

Es un diálogo. Fenavin rompe un muro contra el que históricamente se habían dado de cabeza nuestras bodegas, abre una puerta y ofrece un mundo de crecimiento. Ése es el mérito de Fenavin. El mérito del sector del vino es aceptar esa apuesta, aceptar esa exigencia y crecer para poder competir con los mejores. Hay una retroalimentación entre Fenavin y nuestras bodegas, porque si el sector no hubiera crecido no hubiera sido posible Fenavin, ya que en torno al 50 por ciento de las bodegas debe ser de la región y dentro de ese número la mitad deben ser de la provincia. Vamos intelectualmente a que la mitad de la feria sea nuestra. Por eso hay una unión entre Fenavin y el sector del vino muy productiva y que ha generado muchos beneficios para nuestra provincia. Además tenemos un principio de concepción del trabajo innovador, siempre pensamos desde el punto de vista técnico cómo aumentar el negocio. Y hay un principio de trabajo humano, somos una familia. El equipo de organización somos una familia y la mayoría de los que están son los que estaban. 

¿Teme que vuelvan a planear sobre la región Cumbres del Vino?

Sería un terrible error, sería tener en tu flota un transatlántico y cambiarlo por un yate. Se rompería el elemento fundamental de Fenavin que es la personalidad del negocio. Concibo, como técnico, que Fenavin debe estar fuera del debate ideológico porque ya es algo estratégico para la provincia de Ciudad Real, como lo puede ser el Festival de Teatro para Almagro. Sería un terrible error que llegara alguien a descubrir algo cuando está todo descubierto. Fenavin se mantiene y crece, y nadie le ha podido reprochar nada por la máxima profesionalidad en su gestión, y eso hay que protegerlo. Debería ser una especie protegida para que ningún vaivén político pueda poner en cuestión unos criterios técnicos y profesionales, favorecidos por una visión política de apoyo a este proceso de negocio. Aquello de la Cumbre del Vino fue un error. 

¿Es el consumo interior el caballo de batalla del sector?

El gran reto del sector del vino es la exportación, llegar a las cifras de Italia y de Francia. El vino genera más de 2.500 millones de ingresos y lo fundamental y lo primero es vender la producción, y sólo se puede vender en el exterior. Llegar a todos los mercados del mundo con una mejor imagen, mejores canales comerciales, mejor relación calidad-precio… Toda la atención debe estar dirigida a estar en un mercado con millones de personas y competir con gente con una capacidad histórica muy importante en valorizar su producto. Luego hay un segundo punto muy importante que es que podamos considerar el vino más alimento que alcohol, desde una perspectiva de consumo moderado. Somos uno de los tres grandes productores y debe haber una normativa que proteja ese consumo moderado del vino como alimento, que exista una relación cultural con el vino más que con ningún otro producto. Y un tercer objetivo puede ser, más que aumentar el consumo nacional, asemejar el vino con la juventud, que en sus hábitos de ocio, y de forma moderada, la juventud considere el vino. Ahí puede haber unas líneas de desarrollo positivo para el sector. Y en nuestra tierra tenemos dos cosas, como son Mozart en Salzburgo o Shakespeare en Stratford, que son El Quijote y el vino, dos grandes sustancias de nuestro ser, y me gustaría en mi tierra que hubiera más relación social con estos dos elementos. Es un proceso en el que la Diputación está trabajando mucho y va creciendo y cada vez hay más catas, más cursos y la gente sabe más de vino.

¿Qué expectativas tiene para esta feria?

Estamos en pleno proceso de trabajo con los compradores internacionales y canales comerciales, y en el área de actividades enfocadas en diferentes áreas como empresa, vino y salud o cultura del vino. El objetivo es cerrar en marzo todas las actividades y nos moveremos en la línea de otras ediciones, con cien actividades en tres días. Ya están todos los expositores ubicados y habrá una lista de reserva. Esperamos que este Fenavin en su contenido supere al anterior, que ya fue enorme. Creo que nos hemos sabido adaptar al momento de la obra del Pabellón Ferial y tener un 10 por ciento de crecimiento en espacio. Hay diez pabellones, dos nuevos con nombres relacionados con el vino: uno Libai, que es un poeta chino que escribió muchísimo sobre vino, y Hafiz, que es un poeta persa que escribió el famoso poema El alma del vino. Los nombres responden a que creemos que el vino es cultura. 

¿Dirige su último Fenavin?

Sí, es mi última edición. Lo tengo decidido. Por edad pretendo cumplir un trabajo profesional y dedicarme a la literatura. Dejar de trabajar no voy a dejar nunca, pero mi intención es que sea mi última edición.

Será difícil que se aparte completamente de la feria. 

Será imposible porque aquí están más de veinte años de mi vida. Empezamos a trabajar la primera edición en 1999, y uno no se despega de veinte años de su vida así como así, pero sí es cierto que después de esa etapa he cumplido un camino.