Un broche final de dos (buenas) faenas sin espada

Leo Cortijo
-

El Juli, que casi indulta un toro, y Pablo Aguado ponen la luz en una tarde gris merced a dos buenas labores, cada uno en su particular estilo. Mejor el sevillano que el madrileño

Un broche final de dos (buenas) faenas sin espada

Prometía la tarde. A priori, el cartel más rematado del serial para poner la guinda y para intentar borrar el mal recuerdo de la matillada de ayer. Y más con la gran revelación de la temporada, Pablo Aguado, reapareciendo después de tantos días de convalecencia. Pero como se suele decir, quien mucho espera… Lo cierto es que no llegó a ser una tarde de decepción absoluta. No, porque hubo dos capítulos interesantes que llevarse a la boca. Ahora bien, en el cómputo general pudo pesar más en la afición la desilusión de un encierro de José Vázquez, que salvo esas dos excepciones, falló en su plaza talismán. También es cierto que al ganadero madrileño le tocó pagar, en buena parte, los platos rotos de ayer, que no fueron pocos… Dicho esto, en el broche sanjulianero se vio, a mi entender, la faena de la feria (sin culminar con la espada, eso sí) y casi un indulto. ¿A que sí? ¿a que suena raro? ¿lo mejor y lo peor en el mismo festejo? Pues sí, así fue la tarde: un sí pero no. Vamos por partes…

La faena de la feria llevó la firma de Pablo Aguado, que se presentó en Cuenca con el abanto Zapatero. El saludo, por verónicas y con dos medias de cartel fue de lo más jaleado de la feria, por profundo, templado y torerísimo. El burel salió de najas del peto, y es que en todo momento salió distraído y buscando la salida. Una vez que todo se centró y solo se quedaron toro y torero, llegó lo más grande vivido en este San Julián. Un Aguado inspiradísimo e inspirador de emociones, comenzó a derechas una faena repleta del mejor toreo puro y clásico. Con la rectitud en la figura y dando el medio pecho, templó con gusto, empaque y hondura la notable embestida del toro, que fue de nota en este último tercio. Como la faena no rayó al mismo nivel al natural, el sevillano explotó todo lo que había que explotar en el buen pitón derecho del pupilo de José Vázquez. Algunos muletazos a pies juntos y los pases de pecho interminables fueron auténtica canela en rama. No pudo estar mejor ni más torero con su oponente. Abrochó su obra con media docena de naturales dando el pecho y a pies juntos y con un par de adornos por abajo de calidad premium. Hasta aquí, pocos peros. Pero afloró su talón de Aquiles, y es que Pablo no tiene espada. Un faenón de dos orejas de peso, tirado por la borda debido al penoso empleo de la tizona. Qué penita… En su segundo ya no hubo nada que hacer. El Optimista que cerró festejo y feria salió suelto de salida y se dolió en exceso en banderillas, antes de que el hispalense se afanase en sacar muletazos potables al mansito y a la defensiva, que protestó todo. Y eso mientras pudo, porque no iba sobrado de fuerza y terminó por claudicar. Una pena despedir el serial así y que este debutante se marche de vacío. Eso sí, su toreo queda. Y no por poco tiempo.

Viendo el vaso medio lleno, el otro gran capítulo de la tarde llegó en el cuarto, Jornalero, que sorteó El Juli. Tras recoger el cariño del público en el brindis, inició genuflexo la labor muleteril en el tercio del 2 para sacárselo a los medios. Ahí, en el centro del platillo, una master class de la tauromaquia de Julián con el bombón de José Vázquez. Series ligadas de muletazos largos y lineales, pero de conexión con un tendido ayuno de triunfo. El de Velilla cimentó una labor maciza con su estilo particular por ambos pitones. Y que, además, creció en intensidad conforme el toro se los tragó todavía con mayor transmisión. Le hizo lo que quiso. Además de toreo fundamental por ambos lados, hubo molinetes, faroles y toreo de rodillas. El Juli, gustándose y gustando con un toro que fue cogiendo temperatura y acabó siendo de nota para el último tercio. Un juguete infantil en las manos de un torero tan poderoso. Al cambiar la ayuda por la de verdad, se llegó incluso a pedir el indulto. Una petición que aminoró notablemente cuando este bomboncito pegó dos espantadas en busca de la puerta por la que salir. Poético: petición de indulto, y el toro buscando la salida… En ese desconcierto, El Juli se perdió y lo que era un triunfo mayúsculo quedó en algo minoritario debido al fallo con la espada.

Antes, en el primero de su lote, nada que llevarse a la boca. El tercio de varas al Adivino que abrió festejo fue mero trámite, y es que el animal, además de blandear, solo se dedicó a protestar. Como en el tercio de muleta, en el que Julián no hizo más que simples probaturas para cerciorarse de que éste era paupérrimo y apenas se mantenía en pie. Ni siquiera le sometió. Bastó con cuatro o cinco muletazos a media altura para que en todos el toro ofreciera un calamocheo descoordinado. El público, cabreado, abroncó al toro y al palco por no mostrarle el moquero verde.

El recibo de capa de José María Manzanares a Jaulero, en lidiador y en torero, fue notable, de lo mejor de su tarde. El trasteo del alicantino al blandito de Vázquez, que se dejó, se basó casi en exclusiva en la mano diestra, con la que guió a media altura, dando tiempos muertos al toro –que los necesitaba como el comer– y templando a las mil maravillas. Eso sí, con el ceñimiento en mínimos, y es que entre él y el animal entraba un tráiler, además de embarcarlo siempre con el pico de la muleta y tirar líneas con la figura retorcida. Con la zurda casi ni se le vio. Dicho esto, en lo de componer la figura y hacer todo en torero, pocos o ninguno como él. La estocada fue muy deficiente, por trasera sobre todo, y eso le privó de tocar pelo. El titular quinto de la tarde, el gacho Liante, se movió descoordinado y más tras el topetazo con el peto, donde se desplomó. Y por eso, antes de terminar el tercio de rehiletes vio el verde. En su lugar salió Afortunado, que lució en la romana casi 600 kilos de peso. Se estiró con gusto a la verónica José Mari para saludarlo antes de que los rehileteros pasaran las de Caín cuando el animal apretó hacia las tablas… En una de esas el animal se lesionó la mano izquierda haciendo imposible que el torero pudiera hacer algo. No hubo opción. El público la volvió a tomar con el palco, al que esta feria le habrán pitado los oídos con tanta bronca.

 

- Plaza de toros de Cuenca. 5ª y última de la Feria de San Julián. Algo más de tres cuartos de entrada en tarde soleada y calurosa. Se lidiaron seis toros de José Vázquez, uno de ellos como sobrero, justos de presentación. Paupérrimo el blando y descastado 1º; se dejó el blando, descastado y suavón 2º; muy bueno en el último tercio el 3º; extraordinario en ese mismo tercio el bombón 4º, que se dejó hacer de todo (premiado con la vuelta al ruedo); se lesionó en banderillas el 5º bis; y manso a la defensiva el blando 6º.

- El Juli (tabaco y oro): silencio y oreja.

- José María Manzanares (sangre de toro y oro): ovación con saludos en ambos.

- Pablo Aguado (marfil y oro): ovación con saludos y silencio

- Iván García saludó una ovación tras parear al segundo de la tarde. Antes de romper el paseíllo sonaron los acordes del himno de España.