Sergio López ya contempla el horizonte desde un peldaño más alto en su particular escalera hacia la cima. Después de algo más de cinco años como novillero sin caballos, el de Las Quinientas promocionó de escalafón el pasado sábado en la plaza de toros de Tragacete cortándole una oreja al novillo de la ganadería de Juan Albarrán, que significó su bautizo con los picadores. «Fue una tarde en la que di todo de mí, lo recibí a portagayola, toreé bien con el capote y realicé una buena faena», comenta el joven que, sin embargo, tiene una sensación «agridulce» por el fallo con la espada.

«Tenía al público entregado y te diría que los máximos trofeos en la mano, pero lo pinché hasta tres veces y eso hizo que todo quedara en una solitaria oreja», explica. Con todo, reconoce que lo que no faltó fue «entrega, disposición y oficio», y es que, «demostré que era capaz y di cuenta de la papeleta con solvencia».

Aunque tal y como está el mundo del toro en este momento, «en el que lo único que cuenta» son las orejas que se cortan y los titulares, «las sensaciones generales fueron muy positivas». Ahora empieza un nuevo camino para Sergio. Un camino que se inicia con un pilar claro: «Seguir trabajando y preparándonos».