Llevan constituidos como asociación cerca de 30 años, son expertos en reparar y recuperar fuentes históricas de toda la provincia y construirlas, además de conservar otros espacios naturales, trabajan con abnegación y dedicación y se hacen llamar Esparvel –gavilán en castellano antiguo–. 

La Agrupación Naturalista cuenta con cerca de 200 socios, pero es un puñado de profesionales el que articula proyectos prácticamente cada fin de semana, para rehabilitar los manantiales y ponerlos en funcionamiento. 

 «Seguimos reparando en la provincia  y en muchas zonas», cuenta su presidente, Miguel Ángel Guerra, quien recuerda que el colectivo maneja un catálogo de fuentes y manantiales que apoya económicamente la Diputación Provincial. «Empezamos hace unos años a hacer el catálogo y seguimos con él. Tenemos cerca de 2.000 fuentes, pero es que hay muchas más», expone el portavoz, que reconoce que «es una tarea lenta de investigación. Hay que ir a las fuentes, hacer analíticas, describirlas, o sacar fotografías». Cada manantial «es una ficha con un montón de información, pero se seguirá haciendo mientras podamos», señala.

Altruismo para reparar manantiales históricos de CuencaCentenarias. Lo cierto es que la provincia atesora un rico y extenso patrimonio de manantiales  que, en algunos casos, tienen varios siglos de vida. «De las fuentes tradicionales, la mayoría son centenarias. Ten en cuenta que son elementos a los que se les dio importancia cuando la gente vivía en el campo y la tracción era animal. Todas las fuentes», prosigue, «estaban acondicionadas para que las caballerías pudiesen abrevar o lo hiciese el ganado».

Aquellas fuentes que abastecían a la población «fueron cayendo en el olvido y muchas de ellas», añade Guerra, «se han secado porque las precipitaciones han bajado mucho. Otras se deterioraron por el abandono, a pesar de que eran elementos de primer orden en el mundo rural. Algunas de ellas superan los 200 años».   

Además, el presidente de Esparvel reconoce que la concentración parcelaria «les hizo mucho daño. Se pasó por encima de ellas porque lo único que importaba era aumentar la producción agrícola, no se tuvieron en cuenta y muchas se destruyeron sin motivo porque ya no se valoraban».

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