Con Luz Propia

J. Monreal
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Miguel Ángel Albares. Capellán Mayor de la Catedral

Con Luz Propia - Foto: Reyes MartÁ­nez

La Catedral de Cuenca es, sin lugar a dudas, el monumentos más visitado de la ciudad. Sus muros guardan buena parte de la historia de la ciudad y numerosos tesoros aún por descubrir.

«El primer templo conquense es una verdadera joya que todos debemos conocer», afirma Miguel Ángel Albares, Capellán Mayor de la Catedral conquense desde hace ocho años.

«Poco a poco va dejando de ser la gran desconocida, incluso para los conquenses, como bien lo muestran las numerosas visitas que recibimos a lo largo del año y que se han visto incrementadas notablemente en estos últimos tiempos», dice el responsable del templo.

Albares valora la labor que a lo largo del tiempo se ha venido haciendo en la catedral, «tanto por el canónigo encargado de estos asuntos como por los restauradores que han ido interviniendo en diversos lugares, tales como capillas y otras dependencias que se han ido abriendo al público, procurando darle al templo mucha mayor visibilidad a base de organizar actividades culturales».

Las redes sociales juegan un papel clave en la difusión del patrimonio artístico y cultural de la catedral conquense, a la que algunos han dado en calificar como La pequeña Nôtre Dame.

«Un calificativo simpático que nos favorece para que los visitantes que acuden a la ciudad se interesen por conocer la catedral», señala Miguel Ángel Albares.

Exposiciones, conciertos, charlas sobre historia y sus personaje, son algunas de las actividades que a lo largo del año tienen lugar en el templo conquense.

«Las más numerosas son las visitas guiadas de miles de turistas que acuden a Cuenca», explica Albares, quien señala el gran aumento de visitas al templo, «pasando de 120.000 personas al año, cifra que triplica la de años anteriores».

La apertura de capillas, la iluminación, la conservación de retablos y espacios, son algunas de las mejoras que a lo largo de las últimas décadas ha experimentado la catedral de Santa María y San Julián, nombre por el que pocos conocen la catedral de Cuenca.

«La luz juega un papel importante en nuestro templo», apunta Albares, quien no ceja en su actividad de mejora de los espacios, «procurando hacer visible todo aquello que antes estaba oculto al público y que pasaba inadvertido. Hace no muchos años, sólo se podían visitar tres capillas, y en la actualidad son más de quince. Tenemos intención de que a lo largo del año podamos contar con otras cuatro capillas evitando los espacios vetados al público hasta ahora, no por nada, sino por falta de condiciones para ser visitados, en los que se conservan obras de gran valor artístico, algunas de ellas restauradas recientemente».

Salidas a los patios interiores y al claustro, subida al triforio, a las fachadas.... Todo un amplio abanico de posibilidades, y aún otras más que se pondrán en marcha en breve, «tales como dar a conocer al público la gran cantidad de obras que se conservan en los almacenes del templo y que en su momento formaron parte del antiguo tesoro de la Catedral», dice el capellán mayor.

Albares hace de su trabajo una tarea divertida, «porque te pemite estar en constante renovación y creando nuevas fórmulas para dar a conocer la catedral, que es lo que realmente importa. El trabajo del día a día es lo que nos mantiene ilusionados con lo que todavía queda por hacer», señala el responsable del templo, quien piensa ya en la proxima conferencia, en la celebración (en octubre) del Día de la Catedral, de los próximos conciertos, visitas guiadas o en los cursos de organo que se celebran cada mes de agosto.

Un lugar lleno de vida y tesoros aún por descubrir .

Una catedral que cada vez es más valorada por quienes acuden a Cuenca y por los propios conquenses.