Una escuela que reabre tras 35 años y seis niños felices

Belén Monge Ranz
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La escuela rural de Cobeta (Guadalajara) resurge gracias al tesón de un alcalde luchador y al compromiso «firme» de la Junta

Marián, Olivia, Lihuén, Julieta, Emma y Mario en clase con su ‘profe’ Inmaculada - Foto: Javier Pozo

Mario es el único niño en la escuela de Cobeta, en la provincia de Guadalajara. La asignatura que más le gusta es el Inglés y este curso está muy contento por no tener que desplazarse hasta Corduente para ir a clase. Después de más de 35 años sin cole, este pequeño municipio del Alto Tajo con algo más de cien habitantes reabre su escuela. En sus calles se respira más vida, la que dan, sin duda, la media docena de pequeños matriculados este curso, a los que sus vecinos, en su mayoría mayores, ven pasar con sus mochilas cargados de energía. Estos días también les escuchan chapurrear los números o palabras en inglés pues debido a la pandemia las ventanas del aula están abiertas todo el tiempo.

Apenas llevan unos días de clase pero, a la hora del recreo, se puede ver como algunos vecinos se acercan a curiosear y observar los rostros alegres de estos pequeños cuando salen corriendo a los columpios o al frontón que hay pegado a esta escuela, la única que este curso escolar ha abierto en toda Castilla-La Mancha. Igual que a Mario, a Marián, de 6 años, le gusta mucho ir la cole. Está feliz de poder aprender en Cobeta en vez de tener que ir a Molina de Aragón, donde iba antes. Le entusiasma leer y los números, y sobre todo, jugar  en el parque. «Tengo muchos amiguitos y mis profes son muy buenas. Las quiero mucho», señala. «Al ir en coche me aburría. Me gusta más el cole de aquí», afirma Olivia, que antes iba a Corduente, al igual que Lihuén, a la que de mayor le «encantaría» ser policía. «Voy a estudiar mucho para ello», apunta.

En el aula hay seis pupitres colocados en forma de media luna donde se acomodan las cinco niñas y el único niño. Les han instalado una pizarra digital en la que a Mario aún le cuesta escribir un poquito pero pronto se hará con ella porque los pequeños son como esponjas. El Gobierno de Castilla-La Mancha ha llevado también varios portátiles para que los niños se familiaricen con las Nuevas Tecnologías. La pandemia ha obligado a ir más rápido con ello pero los chavales, sin duda, se han adaptado con facilidad, al igual que al uso de las mascarillas o el gel.

Una escuela que reabre tras 35 años y seis niños felicesUna escuela que reabre tras 35 años y seis niños felices - Foto: Javier PozoEste curso, Marián, Olivia, Lihuén, Julieta, Emma y Mario no tendrán que coger el autobús o el coche y recorrer los treinta kilómetros de distancia que hay hasta Molina de Aragón o los 20 que hay a Corduente para ir al colegio, un trayecto especialmente duro en el invierno debido a los hielos y a las bajas temperaturas que registra esta comarca molinesa. La escuela ha vuelto al pueblo y todos están felices por ello. No solo hay más niños sino nuevos pobladores. La iniciativa e ímpetu del alcalde, Pedro Hernández, y su equipo de Gobierno, ha sido primordial para el resurgir de esta escuela.

El Ayuntamiento ha construido varios apartamentos en el antiguo cuartel que alquila a precios asequibles y eso ha favorecido también que haya nuevos vecinos. De los tres profesores que imparten clase en este Centro Rural Agrupado (CRA): Paula, Inmaculada y Carlos, dos de ellos ya se han instalado en Cobeta.

La idea del regidor es seguir trabajando para que lleguen nuevos pobladores y luchar así también contra la despoblación. Tiene claro que las armas para que los pueblos no mueran son: crear trabajo en la zona, acceso a la vivienda y que haya escuela. «Ha costado mucho abrir un colegio pero lo hemos conseguido», apuntaba Hernández muy emocionado tras incidir en que, de momento «ya se ha creado algún empleo en la resina y en la asistencia social». Cree que la llegada del teletrabajo también ha contribuido a fijar algo la población pero es consciente de que hay que trabajar  para no romper la cadena. 

De hecho, Marcela llegó con su marido hace un año y asegura que sus hijas «son muy felices aquí». La familia vivía en Guadalajara. El confinamiento por la Covid-19 les marcó;sintieron la necesidad de buscar un espacio más al aire libre y llegaron a Cobeta. «Veía que mis hijas se marchitaban y aquí están alegres», afirma aliviada. 

Primitiva está ya jubilada pero recuerda con nostalgia lo mucho que ha cambiado todo desde que ella iba a la escuela. «Los niños y las niñas estudiábamos separados», apunta. Para Primi, la reapertura de la escuela donde cerró hace tanto tiempo es «una noticia estupendísima», señala, y aprovecha para pedir a las administraciones que ayuden a crear puestos de trabajo para que la gente joven se quede en los pueblos. «Es lo que falta», añade. Sentado en el poyo de la puerta está Fabiano. «Abrir la escuela ha evitado mucho riesgo a los niños. Ya no tienen que coger la carretera para ir al estudio». «El riesgo que les ha quitado a los niños vale todo», subraya mientras Ascensión se remonta a la época en la que ella estudiaba todo con una gran enciclopedia, dice entre risas.

En general, todos se sienten afortunados. Inmaculada regenta la única tienda de ultramarinos del pueblo y la mejor carnicería de la comarca y reconoce que esto es bueno «para todos». Lo único que pide a las administraciones es que den «facilidades» y mejoren las comunicaciones y servicios en los pequeños municipios porque «si no lo hacen, estamos perdidos», asevera poco antes de que la directora de este Centro Rural Agrupado (CRA), Paula Martínez, nos reconozca emocionada el gran recibimiento que tuvo el primer día de clase. Al igual que en Bienvenido, Mister  Marshall, casi todo el pueblo estaba a la entrada para recibirla pero, además, Paula no pasó de largo sino que es hoy una residente más de Cobeta.  «¡La profe, la profe!, gritaba todo el pueblo cuando llegue y con los brazos superabiertos», confiesa muy agradecida. 

Para Paula, dirigir esta escuela supone también un reto al que solo ve ventajas. Entre ellas, la de que al ser poquitos alumnos y de edades similares -primero, segundo y tercero de Primaria-, la educación será mucho más personalizada. «Es un privilegio para ellos y para nosotros y los pequeños pueden aprender de los mayores. Estamos encantados», apunta.

Pronto llegarán los fríos y las temperaturas bajo cero a estacomarca molinesa. Sin embargo, este año, los niños de Cobeta no tendrán que salir del pueblo para estudiar. La escuela ha resurgido, y casi con educación a la carta.