"Las ciudades pueden ayudar a reducir las desigualdades"

EFE
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La primera mujer que logró la Alcaldía de la capital francesa nació en España, no reniega de sus orígenes, pero adora su ciudad, que quiere seguir gobernando, esta vez bajo las siglas de una plataforma que muestra que la etiqueta socialista no ayuda

"Las ciudades pueden ayudar a reducir las desigualdades" - Foto: JULIEN DE ROSA

Anne Hidalgo está exultante y no lo disimula. Dada por muerta políticamente hace solo unos meses, la alcaldesa de París es la gran favorita para renovar su cargo en las municipales de este fin de semana y desde esa posición no duda en criticar sin tapujos al presidente del país, Emmanuel Macron.

Al frente de una plataforma electoral de la que ha eliminado las referencias al Partido Socialista, la francoespañola (San Fernando, Cádiz, 1959) ha recibido con estupor la última bomba de una campaña atípica: la retirada del candidato macronista Benjamin Griveaux por la difusión de un vídeo sexual.

Hace un año, parecía imposible que pudiese repetir como alcaldesa. Ahora es la gran favorita. ¿Qué ha sucedido?

Lo que ha pasado es mucho trabajo. Al poco de empezar como alcaldesa, tuvimos los atentados, la crisis de los refugiados... Luego, en 2017, hubo un cambio de Gobierno con un terremoto político (la victoria de Macron) y comenzaron los intentos de desestabilización. La gente veía cambios, pero no los sentía en su vida cotidiana. Aquí el mandato dura seis años y cuando llegas a los tres es el momento más crítico, porque es cuando has lanzado todas las obras y la gente aún no puede disfrutarlas. Cuando los ciudadanos vieron que había una campaña organizada contra mí y además apreciaron las transformaciones, como en ecología o en vivienda social, se calmó un poco ese ambiente.

Pese a liderar las encuestas, sigue recibiendo críticas recurrentes por la gestión de la limpieza o a las restricciones al tráfico. ¿Las ve justificadas?

En una ciudad como París, la causa número uno de contaminación del aire es el tráfico de automóviles. Y en esto también los parisinos me apoyan. Solo uno de cada 10 va en coche a trabajar. Eso ya es un debate superado, hay consenso al respecto. La limpieza se plantea en muchas grandes urbes y es también una cuestión de respeto. Hemos hecho propuestas estos años pero debemos ir más lejos e implicar más a los ciudadanos, como las ciudades españolas, que han logrado una transformación muy grande.

La acogida de refugiados e inmigrantes ha acaparado el protagonismo mediático bajo su mandato. ¿Cómo puede París mantenerse como una ciudad abierta y al mismo tiempo evitar la proliferación de campamentos ilegales?

Ha sido un asunto muy difícil, pero es una competencia de Estado, no de la ciudad. La calle no puede ser un lugar para vivir, es peligrosa para ellos y es indigno. Los vecinos de los barrios donde se instalan tampoco pueden desarrollar su vida con normalidad. Hemos trabajado mucho, pero muy solitos, porque el Gobierno no nos ha ayudado. Incluso han intentado convertirlo en un argumento político contra mí, diciendo que yo era la que los atraía. Han intentado municipalizar un tema nacional y europeo. La política de este Gobierno ha sido muy extraña, porque en 2017, cuando gana Macron, viene a verme al Ayuntamiento y me dice que mi trabajo con los refugiados había estado muy bien y que me va a ayudar. Y al final no lo hizo. Endureció su política. Lo que me parece muy interesante es que en la población parisina hay consenso sobre el tema. Han intentado crear histeria y que la gente se enfrente, pero eso no ha ocurrido.

¿Tiene la sensación de que la filtración de un vídeo sexual de Griveaux supone un cambio de las reglas del juego político?

Llevamos ya años y años con ese fenómeno en la vida política. Incluso a mí, siendo alcaldesa, me han propuesto posar con mi marido, mis hijos... Cuando hubo fotos robadas mías en la prensa española, gané contra quienes lo intentaron. Ahora es distinto con las redes sociales. Cuando eres político, sabes que tienes que tener todavía más vigilancia, tienes que ser ejemplar, o intentarlo. No me gusta que se tenga que saber todo de los políticos y no tengas espacios privados. Pero si entras en política, debes admitir que esas reglas están ahí.

Usted se ha esforzado en convertir las grandes urbes en actores de la política global. Sin embargo, en paralelo crece la brecha entre ciudad y campo y da lugar a populismos. ¿Se puede conciliar la pujanza urbana con el desarrollo rural?

Hay que tejer una alianza fuerte entre todos los territorios. El empoderamiento de las ciudades es importante porque son libres y pueden manejar una diplomacia mucho más ligera que la de los Estados. Que las ciudades se hayan unido en asuntos como el clima o la inclusión social es muy importante porque en algunos países ha sido una oportunidad para darle voz a temas que los Gobiernos nacionales han dejado de lado. El mejor ejemplo es EEUU. Pero el papel de las urbes no es hacerse autónomas. Pueden dialogar entre ellas, pero deben cultivar sus raíces con su nación. Cuando las urbes tienen clara su responsabilidad con su país, pueden ayudar a reducir esas desigualdades. Como todas las ciudades globales, a París vienen todos los ganadores de la globalización. Queremos que vengan, pero para que una ciudad viva bien debe tener una mezcla de población.

Ha creado una marca electoral, Paris En Commun, al margen de su partido. ¿La etiqueta socialista es hoy un activo o un lastre?

Es una plataforma que tenía pensada desde hace tiempo, porque veo cómo evoluciona la vida política. La gente quiere que se tenga una visión, pero también que se preocupen de su vida en concreto. Yo conservo mi tarjeta del partido, y eso todo el mundo lo sabe, pero en Paris En Commun también hay comunistas, ecologistas y personalidades del mundo asociativo.

Y ante la pujanza de Los Verdes, ¿la socialdemocracia debe atraer a sus votantes o asumir la creación de alianzas?

La mayoría de la población quiere una alianza entre la izquierda, los progresistas y los ecologistas. En el discurso de los líderes de la socialdemocracia del norte de Europa veo que la ecología no puede existir sin ser también social y humanista. Las primeras víctimas del cambio climático son quienes tienen menos recursos. La socialdemocracia ya es ecología, pero ecología social.

La elección estará entre tres mujeres, con Agnès Buzyn como candidata del partido de Macron tras la retirada de Griveaux. Sin embargo, en la campaña de las presidenciales de 2017, solo hubo una mujer con opciones, Marine Le Pen. ¿Hay una barrera de género invisible entre las elecciones a la Alcaldía y al Elíseo?

La elección de 2014 en París ya se decidió entre dos mujeres, (la conservadora) Nathalie Kosciusko-Morizet y yo. Pero queda una barrera al nivel del Elíseo y la veo todavía más en los medios de comunicación que en la ciudadanía. Hay una actitud bastante distinta en muchos periodistas cuando comentan los actos de una política o de un político, su físico, cómo viste, su vida... Hay un machismo bastante fuerte, pero aquí estamos para darle oportunidades a las jóvenes que están llegando.