Entre costuras

Leo Cortijo
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Nieves Casas es de esas personas que disfrutan haciendo lo que hacen. Se le nota y además lo transmite a cada instante. Mira por el retrovisor y observa una vida ligada a una misma profesión.

Entre costuras - Foto: Reyes Martínez

Para Nieves, el tiempo es eso que pasa entre costuras. Y no, no es por hacer todavía más grande la gran novela de María Dueñas. Es, sencillamente, el espejo de su vida. Esa a la que mira por el retrovisor con la experiencia de haber tocado todos los palos posibles dentro del corte y la confección en todos los contextos posibles. Desde la aguja y el dedal de los pequeños arreglos hasta las máquinas más espectaculares de la gran industria textil. En una tienda de barrio o en una gigantesca fábrica del extrarradio de Madrid. Donde sea y como sea. Nieves empezó siendo poco más que una niña en este mundo, cuando solo atesoraba 15 primaveras, y hoy, casi cuatro décadas después, ahí sigue. Al pie del cañón. A pesar de ser la voz viviente de la maestría en un oficio, con la humildad y la bonhomía que le caracterizan, reconoce que todavía le quedan cosas por aprender: «Todos los días se aprende algo en esta profesión».

Ahora lo hace como modista en Entre costuras, una tienda de arreglos de ropa ubicada en la céntrica calle de Sánchez Vera. Allí atiende a su numerosa clientela. Fieles parroquianos que arrastra merced a su dilatada trayectoria como costurera en la ciudad. «Muchos me buscan porque saben cómo trabajo, depositan su confianza en mí y esa es mi mejor carta de presentación», comenta con una sonrisa de oreja a oreja. Ese es uno de los pilares que sustentan su día a día en su puesto de trabajo, además de –añade– el trato «cercano y natural» con el cliente. «Es preferible decirle a una persona que con esa modificación la prenda no le va a quedar bien, que hacérsela sin más», argumenta cargada de razón. Y es que el ojo de la experta vale su peso en oro.

Ahora las cosas son «muy distintas» a cuando Nieves emprendió camino en este sector. La sombra alargada de la precariedad ha lastrado siempre esta profesión. Jornadas maratonianas, sueldos ínfimos y condiciones laborales más que cuestionables jalonan su expediente, marcado por la constancia, el sacrificio y el buen hacer. De un tiempo a esta parte, poco o nada queda ya de eso. Ahora, comenta con profunda alegría «soy muy feliz viniendo a trabajar». Nieves es de esas personas que disfrutan haciendo lo que hacen. No solo se le nota, sino que además lo transmite a cada instante. Y eso es un tesoro inmenso.

Es así hasta cuando hay que pisar el acelerador porque las exigencias del guión así lo reclaman. Hay periodos del año en los que la tienda de arreglos aumenta su carga de trabajo. Los cambios de temporada o los meses de las grandes celebraciones son dos buenos ejemplos. Ahora bien, si hay un caso especial en este sentido ese es la Semana Santa.

Es en la incipiente primavera nazarena cuando en Entre costuras «no paran» entre túnicas, capuces, capas y demás. La del año que viene, si cabe, será más especial que ningún año. Nieves ya lo está notando, y es que cuando todavía faltan cinco meses para la gran cita del leitmotiv conquense, los nazarenos «más previsores» ya están arreglando sus vestimentas. En algunos casos, tres años después de la última puesta, muchas túnicas necesitan más de un arreglo. Más vale prevenir que curar... Eso es una lección que el tiempo (y la vida) entre costuras también le ha enseñado a Nieves. Y no le falta ni un ápice de razón.

ARCHIVADO EN: Madrid, Semana Santa