En busca de un sensor todoterreno

M.G.
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Teresa Baeza Romero, profesora de la UCLM y una de las principales investigadoras del proyecto para la creación de sensores de medición de peróxidos, explica las líneas de investigación. La iniciativa recibirá 180.000 euros

En busca de un sensor todoterreno

En busca de la mejor calidad del aire. Así podría definirse el objetivo de buena parte de la comunidad científica, pero para alcanzarlo es necesario disponer de sensores lo más sensibles posible capaces de captar partículas contaminantes muy nocivas que siguen pasando desapercibidas camufladas en las muestras que analizan otros contaminantes como el dióxido de azufre, el ozono troposférico, y las partículas contaminantes de 10 y de 2,5 micras derivadas en buena parte de los vehículos. Es lo que ocurre con los peróxidos, un compuesto muy reactivo que lleva tiempo llamando la atención a las investigaciones y a distintas universidades.

Su importancia en el caso de la atmósfera radica en el hecho de que se piensa que «son compuestos clave en la formación de partículas atmosféricas y además pueden tener importantes implicaciones en nuestra salud, ya que se los ha relacionado, por ejemplo, con el envejecimiento celular», explica María Teresa Baeza Romero, profesora de la Escuela de Ingeniería Industrial y Aeroespacial de Toledo  de la Universidad de Castilla-La Mancha y una de las investigadoras principales de un singular proyecto que busca desarrollar un sensor de bajo coste capaz de medir este tipo de partículas en un plazo razonable.

La investigación va avanzando y acaba de recibir un empujón gracias a los 180.000 euros que recibirá del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades para desarrollar este prototipo en 2023 como fecha límite de la iniciativa, aunque el primer modelo estará «en un plazo más corto».

La alegría es doble para este grupo de investigadores de Toledo y de Albacete que trabajan una doble vertiente, el avance «de un sensor  electroquímico «que podría ayudar a mejorar la calidad del aire, y el de aplicación a muestras atmosféricas de laboratorio y reales»,  una segunda vía en la que se centra esta investigadora por su experiencia previa.

El proyecto rueda a buena velocidad gracias a la labor investigadora y a la coordinación de este grupo de trabajo de cuatro expertos, liderado por ella y por otra profesora, Edelmira Valero,-ambas ya habían mantenido conversaciones sobre la iniciativa antes de que saliera a la luz la convocatoria nacional-junto a  Vicente López-Arza Moreno y Eva María Espildora. Sin embargo, el trabajo no se limita a la Universidad de Castilla-La Mancha, ya que cuenta con la colaboración internacional de las Universidades de Cork(Irlanda) y de Oxford y está previsto viajar a ambas a lo largo de la investigación, ya que esta última será la encargada de testear el sensor, su validez y su sensibilidad en la medición de estas partículas altamente contaminantes responsables de parte de la contaminación atmosférica. Se trata de una problemática que afecta directamente a la ciudadanía y es la responsable de un 11% de las muertes anuales.

el prototipo El calendario manda, como en cualquier otra investigación, pero el proyecto dispone de tres años para desarrollar un dispositivo fiable y suficientemente sensible para captar las partículas compuestas por peróxidos.  Pero el camino no es fácil y puede conllevar dificultades. El objetivo principal «es que el sensor no presente interferencias debido a otros contaminantes», subraya Baeza, y tener listo un prototipo en los próximos meses, quizá antes de que acabe el año, pero la investigadora sabe que hay que afinar mucho para conseguir esa sensibilidad que exigen las partículas  que en mascaran determinados compuestos «que se encuentran a niveles bajos en los aerosoles atmosféricos».

De momento, todo indica que este primer plazo se cumplirá y el grupo de investigadores ya ha tenido contacto con algunas empresas privadas que han mostrado interés en este dispositivo, lo que ayuda, en su opinión, «a avanzar en nuevas tecnologías y en creación de empleo».

De momento, es pronto para saber si la medición de estas partículas contaminantes ayudarán a las administraciones en sus políticas para mejorar la calidad del aire. Baeza, que ya participó en un estudio de campo sobre los niveles de contaminación durante el confinamiento de la pasada primavera, recuerda que los peróxidos «no  están regulados como contaminantes por lo que las administraciones públicas no tienen obligación de medirlos».

Aún así, la investigadora destaca que no quiere decir que estas partículas no sean nocivas, pero muchas veces un contaminante no se mide porque no hay herramientas eficaces que permitan hacerlo, como ha ocurrido durante muchos años con las partículas en suspensión de 2,5 micras, tan diminutas que se tardó mucho tiempo en contar con ellas «pese a que tienen efectos muy perjudiciales para la salud».

La UCLM espera dar buenas noticias pronto y situarse a la vanguardia con un sensor ‘todoterreno’, bueno, sensible y barato para que pueda entrar en el mercado.