La tradición de las botargas brilla con esplendor

Inmaculada López
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La Diputación de Guadalajara trabaja en la creación de una ruta de este tipo personajes ancestrales que proliferan gracias a la labor de recuperación realizada en distintos municipios

Foto de familia de las botargas, mascaritas, vaquillones y otros personajes enmascarados que participaron el pasado fin de semana en el encuentro celebrado en Salmerón. - Foto: Asociación Cultural CLEAR

Con inicio del nuevo año la provincia de Guadalajara da la bienvenida a una de sus tradiciones más singulares y emblemáticas: las botargas y enmascarados. Afortunadamente, cada vez son más las localidades que apuestan por recuperar la presencia de estos seres grotescos de origen ancestral ligados a la celebración del patrón o de otra festividad local.  «Hace unas décadas lo normal es que se perdieran botargas y personajes disfrazados, que dejaran de hacerse representaciones de este tipo pero,  ahora mismo, lo normal es que cada año se rescate alguna», confirma José Antonio Alonso, etnógrafo, investigador y técnico de la Diputación Provincial. «Estamos en un momento en el que se valora mucho esta tradición como patrimonio inmaterial. En los pueblos nos hemos dado cuenta de que es un elemento importante a nivel etnográfico que aporta personalidad y que puede atraer turismo», añade.

La buena salud que viven estas manifestaciones populares pudo comprobarse en el I Encuentro Provincial de Botargas que tuvo lugar el pasado sábado en Salmerón, logrando congregar a más de una veintena de estos curiosos personajes bajo la organización de la Asociación Cultural CEAR de este municipio alcarreño. Precisamente, en el marco de esta jornada cultural, el presidente provincial, José Luis Vega, anunció que la Diputación está trabajando en la creación de una Ruta de Botargas para promocionar esta peculiar tradición. «Estamos diseñando un mapa de la provincia con todas las botargas y mascaritas. También se elaborará un vídeo con mención a todas ellas, esperamos que esté listo en los próximos meses», detalla Rubén García, diputado de Turismo.

Isabel Nolasco, integrante de Mascarones y del grupo folk Las Colmenas, es una de las personas que está participando en esta interesante iniciativa provincial. «Es un proyecto muy bonito basado en trabajos de investigación de aquel legado que nos dejaron en este campo figuras tan importantes como Julio Caro Baroja, Sinforiano García, José Ramón López de los Mozos y que ahora continúa José Antonio Alonso. Se irá perfilando a lo largo del año», precisa.

«Crecimiento». En la actualidad, son más de una treintena los municipios de Guadalajara que conservan o que han recuperado recientemente esta bella y llamativa tradición cuya puesta en escena es tan rica y diversa como su propio número. «Se ha producido  un crecimiento exponencial en los últimos años. Desde Mascarones llevamos a cabo la labor de dar visibilidad a todos estos personajes y con la colaboración del Ayuntamiento de Guadalajara organizamos el anuncio del Carnaval, que incluye un desfile de botargas y enmascarados por la capital. Cuando cogimos las riendas de esta iniciativa no había ni 20 pueblos representados y el año pasado cerramos el desfile con 35 y con más de 200 personas participando», indica Javier de Luz, otro de los amantes de la cultura tradicional de la provincia y miembro también de los grupos Mascarones y Las Colmenas.

Ribarredonda, Riba de Saelices, Yélamos de Abajo y La Loma son varias de las localidades que han conseguido rescatar sus botargas en los últimos años. No son las únicas. En 2016, los vecinos de Taracena volvían a ver desfilar la botarga de San Ildefonso al son de las dulzainas, algo que no ocurría desde hacía más de un siglo. Aparte de las botargas propiamente dichas, han vuelto a ver la luz recientemente otros peculiares personajes desaparecidos desde hace tiempo como la Vaquilla de Anquela del Ducado o la Patasma y el Afarjero de Fuentes de la Alcarria.

Lo cierto es que, salvadas excepciones como es el caso de la botarga de Montarrón, la mayoría de estas representaciones de gran valor etnográfico sufrieron años e incluso décadas de abandono como consecuencia del éxodo rural y el despoblamiento sufrido en los pueblos. Beleña de Sorbe es un ejemplo del empeño fehaciente de sus vecinos por recuperar esta antiquísima tradición que se perdió en la década de los 60 del siglo pasado y que, después, se retomó en el marco de las fiestas populares de agosto con algunos altibajos para, finalmente, en los años 90, regresar a su fecha original, en febrero, con motivo de las fiesta de las Candelas y, además, incorporando la presencia de un segundo botarga. El conocido desfile carnavalesco de botargas y mascaritas de Almiruete es otro ejemplo destacado. Permaneció en el letargo durante casi medio siglo, de 1964 a 1985, a raíz de la acusada despoblación que sufrió el municipio. Un grupo de hijos del pueblo, que siempre habían llevado en el corazón aquella bonita fiesta en la que participaron siendo mozos, consiguió recuperarla con enorme éxito hasta el punto de que, hoy, este misterioso ceremonial vive uno de sus mejores momentos.

Hay que señalar que, en 1984, la Diputación declaró Fiesta de Interés Turístico Provincial de manera conjunta a todas las botargas y zarragones de la provincia. Después, algunas lograron este reconocimiento a nivel regional como fue la Botarga y la Fiesta del Santo Niño Perdido de Valdenuño Fernández, celebrada el pasado día 13.

«Simbolismo» La botarga –también llamada morrache, guirrio, sidro, zamarrón o zamarraco en otros lugares– es una manifestación popular de procedencia celtibérica típica de distintas partes de la Península, principalmente, del centro y del norte. El cronista provincial, Antonio Herrera Casado, explica que estas criaturas de atuendo multicolor son «muy curiosas y distintas» en la provincia de Guadalajara porque «tienen un origen pagano común» y porque proceden «de la mentalidad que tienen los grupos humanos de que con danzas y vestimentas muy llamativas se invoca a las fuerzas de la naturaleza para que cada año cumplan con su tarea: que tras el invierno venga la primavera». Por ello, las botargas están relacionadas con el pastoreo y la tradición agrícola en su papel de instigadoras de las buenas cosechas y de la fertilidad.

En este sentido, José Antonio Alonso indica que éste es el principal motivo por el que, en el caso de la geoografía guadalajareña, este tipo de exhibiciones folclóricas aparecen concentradas de una manera especial en la Campiña, comarca de enorme tradición y actividad agrícola. Posteriormente, la religión cristiana asimiló como propios estos rituales y, en la actualidad, la inmensa mayoría de las botargas y personajes arlequinescos se celebran en medio de celebraciones religiosas (San Sebastián,  San Ildefonso, San Pablo, la Candeleria, San Blas, la Virgen de la Paz, etc.) y, de manera particular, durante los meses de enero y febrero.

Por lo tanto, la época en la que nos encontramos es ideal para conocer y disfrutar de una de las costumbres más arraigadas y especiales de la provincia que, por suerte, brilla en todo su esplendor. Es el momento de dejarse sorprender por esos jocosos personajes ataviados con trajes multicolores, que hacen sonar con saltos y cabriolas los cencerros y campanillas que cuelgan de su cinto y que cubren su cara con una máscara de rasgos tan acusados que llega a infundir miedo. Es la ocasión perfecta para darles una limosna, para dejarse golpear por su cachiporra o para recibir la buenaventura de la prosperidad.