Editorial

El turismo, ante el reto de recuperarse de la pandemia del coronavirus

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Fitur abrió ayer sus puertas en IFEMA con el reto de lanzar un potente mensaje al mundo de confianza en un sector fuertemente golpeado por las restricciones derivadas de la pandemia pero clave en el desarrollo económico y en la creación de empleo en España. La apuesta por la presencialidad de la feria debe entenderse en un sentido amplio como una invitación optimista y prudente a la sociedad para hacer compatible la recuperación progresiva de una cierta normalidad con las prevenciones que cualquier enfermedad exige. Las previsiones de los empresarios avalan esta moderada esperanza: confían en recuperar ya este año el 88 por ciento de la actividad de 2019 y que la mayor parte de las sociedades dejen atrás los números rojos.

Después de dos años de gestión de la covid, el turismo afronta una recuperación compleja e incierta debido tanto a los efectos económicos de la propia pandemia -crecimiento de la deuda, debilitamiento de las inversiones productivas, etc. - como de los reparos de una parte de la sociedad que aún tiene miedo del coronavirus. Pero habría que recordar que antes de la explosión de la enfermedad ya existía un acentuado debate sobre el futuro del sector. Los cuellos de botella para su desarrollo detectados entonces - la excesiva dependencia de un modelo de sol y playa con poco valor añadido, o la escasez y deficiente cualificación del capital humano - hoy son más evidentes. En la actualidad, estos problemas persisten, en algunos casos agravados, si bien es necesario destacar que las empresas turísticas han demostrado en estos últimos dos años gran capacidad de resistencia y flexibilidad para adaptarse a situaciones cambiantes que deben ser de utilidad para afrontar los retos futuros.

El turismo tiene ante sí un reto similar al de otras ramas de la actividad productiva española: evolucionar hacia un modelo de mayor calidad, más moderno, diversificado y sostenible tanto social como medioambientalmente. Esta transformación, en la que la España de interior debe jugar un papel protagonista, es necesaria para que el sector continúe siendo uno de los motores de la economía español y pueda hacer frente a un mercado mundial cada vez más competitivo y con gustos más diversificados.

En este sentido, parte de la industria turística española ha solicitado al Gobierno la elaboración de un PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) que incentive las inversiones en el sector y un cambio de paradigma del actual modelo que debe pasar, necesariamente, por la capacitación y profesionalización del capital humano. El turismo debe ser un área estratégica en el sistema productivo español pero en su desarrollo debe tenerse presente también una apuesta decidida por nuevas ofertas que ayuden a consolidar una alternativa económica para la España de interior.