'Downton Abbey' inspira las pasarelas de moda

Inmaculada Tapia (EFE)
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El diseñador español Lorenzo Caprile se deshace en elogios ante esta ficción británica que brilla por sus diálogos y sus trajes y que se estrena este viernes en el cine como largometraje

La serie Downton Abbey recuperó el estilo de vida de la nobleza británica de principios del siglo XX. Cuidados modales, castillos imponentes, protocolo exquisito, una ambientación minuciosa y un vestuario exacto al de la época que, según el modista Lorenzo Caprile, «inspira las pasarelas actuales».

«La influencia del estilismo en las pasarelas internacionales es evidente. ¿Dónde no se ve un formato romántico, antiguo, vaporoso y con encajes?», comenta Caprile, haciendo referencia a las propuestas de Chanel o Stella McCartney, una manera más de demostrar que las pasarelas «son fantasía, pura ficción. La calle va por otro lado».

El modista considera que Downton Abbey es una historia en femenino, donde «las verdaderas protagonistas son mujeres y, precisamente, fue una fémina, Coco Chanel, la que captó la revolución de la moda en aquel tiempo en el universo femenino.

La producción dejó de emitirse en su sexta temporada, pero su creador Julian Fellowes recupera ahora a sus personajes con sus diálogos incisivos y nuevas tramas, en la película del mismo nombre, dirigida por Michael Engler, que se estrena en España el próximo 20 de septiembre.

Lorenzo Caprile, gran admirador de este espacio televisivo y, especialmente, de la película, disecciona un vestuario «de auténtico lujo y un alarde de reproducción purista del utilizado en los años 20 y principios de los 30», momento en el que se desarrolla este filme que tiene todo para triunfar.

Jurado del programa Maestros de la Costura y coleccionista de piezas de esa época, Caprile alaba el trabajo de la diseñadora de vestuario Anna Robbins, que ha sabido trasladar a través de sus diseños «las diferencias sociales entre el servicio y los señores», además de marcar distancia en la forma de vestir de las señoras de acuerdo también a su edad.

En aquellos años, la ropa define de manera determinante la clase social. «Era un marcador de estatus entre las clases sociales. La moda tenía una capacidad de diferenciación que, con el tiempo, ha ido perdiendo fuerza».

Observando con detalle la imagen de las hijas del matrimonio Crawley, Caprile señala que aunque coinciden en lucir vestidos vaporosos, cortados al bies, con siluetas muy sueltas, «con las que pocas mujeres estaban favorecidas», sin embargo, el estilo de ambas llega a ser diferente, «una más clásica y otra más moderna».

El modista destaca que la estética de los reyes de Inglaterra, en especial el de la reina Mary, esposa de Jorge V, sirve como base, según explica el modista, para inspirar el vestuario del personaje de Maggie Smith, Violet Crawley, la abuela de la familia. «Con él, representa a una mujer poderosa que sigue vistiendo a la antigua, pese a los cambios en la moda».

Caprile considera al modisto francés Paul Poiret como el responsable del cambio del vestuario femenino de principios del siglo XX. «Elimina el corsé, sube el talle y se inspira en la cultura clásica. Introduce el exotismo en el estilismo con el color, los estampados y el kimono», explica, recordando que todos estos cambios son visibles en el vestuario Downton Abbey.

Los encajes y los dorados son habituales a principios de los años 30, donde la influencia del «estilo de los rusos que emigran hacia París o Londres es determinante» en la moda, así como la incorporación de la mujer al mundo laboral o a la práctica del deporte.

Un mundo en plena transformación «donde de la noche a la mañana desaparece el cabello largo y cambia la manera de cubrir la cabeza de las señoras».

«Se opta por los cloché, un sombrero pegado a la cabeza, que solo favorece a las más atractivas», señala Caprile, quien advierte que las diademas se convierten en el complemento ideal para decorar el cabello en las fiesta. «Un accesorio que también se ha convertido en imprescindible en la actualidad».

Downton Abbey abre un nuevo ciclo en la gran pantalla, un espacio en el que Lorenzo Caprile se confiesa poco objetivo, «para mi es la perfección», concluye.