Otra forma de leer 'Tom Sawyer'

Agencias-SPC
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El ilustrador Antonio Lorente hace un gran trabajo en la adaptación del clásico de Mark Twain con su estilo original y rompedor

Otra forma de leer ‘Tom Sawyer’

«No le toques ya más, que así es la rosa» escribió Juan Ramón Jiménez, y esto, que es una máxima cuando ya algo es bello de por sí, es lo que no hay que recomendar a ilustradores como Antonio Lorente, quien se vuelve a meter en la piel de un clásico con su adaptación de Tom Sawyer.

Consciente de que «manipular» un cuento clásico es un «error», el andaluz, al igual que hizo con Peter Pan y Ana de las tejas verdes, ni se ha planteado tocar el texto de Mark Twain, porque donde se mueve como pocos es en hacer casi posible que todos los personajes salten de las páginas, ya que el manejo de las texturas hace que sus lágrimas las mojen y que sus risas casi se oigan.

Y es lo que sucede en esta nueva aventura, «la más difícil» hasta ahora, que vuelve a proponer de la mano de Edelvives, una versión de Tom Sawyer, libro que no había leído pero que cuando cayó en sus manos devoró.

«Me fascinó porque vi reflejados a mi padre y mi hermano. Yo de pequeño era muy bueno, pero ellos eran traviesos. Además, me encantó la idea de recuperar esta historia para que se vuelva a leer», comenta el dibujante almeriense, que confiesa que ama los clásicos, y a Tom lo tiene ya en su galería de favoritos, ya que lo que este niño refleja es la «libertad, la amistad, el amor». «Valores que no han pasado de moda y que han trascendido hasta llegar, totalmente actuales, a nuestros días», explica.

Pero además, de la mano de Tom, Huckleberry Finn, Becky, la tia Polly o Joe, Lorente, que tiene 34 años, ha logrado «salir de su zona de confort», reconoce, para crear un nuevo lenguaje cinematográfico «muy Tarantino» y así poner en movimiento a esta galería de niños y adultos que viven en San Petersburg, una ciudad ficticia en la ribera del río Misisipi.

Fiel a su estilo de personajes de ojos grandes, en los que el Renacentismo y el Realismo se funden, en esta ocasión este prestigioso ilustrador, que se mueve entre Londres y Lisboa, ha tomado como base para crear a Tom a la imagen del sobrino de una amiga, un niño «muy guapo, atractivo y gamberro» que es quien le pone ese alma a este personaje que arranca siendo un niño y que, al final del libro, aprende una lección que le hace pasar casi a la madurez adulta.

Y es que a este artista con un pasado musical (su otra gran pasión) lo de robar parte del alma a personas reales para trasplantarla en sus personajes es algo ya marca de la casa. Lo vemos en anteriores libros, como Peter Pan, donde Campanilla estaba inspirado en Cara Delevigne; o en Ana de las tejas verdes, cuyo rostro era el de una niña que vio un día desde su balcón.

Con esta nueva propuesta, realizada en «una locura de año», Lorente se confirma como uno de los ilustradores más rotundos de España, capaz de resucitar esas historias y hacer que el público vuelva a interesarse por ellas.

Y es que no es fácil enfrentarse al reto de ilustrar un libro clásico cientos de veces interpretado. En la cocina de su estudio, el andaluz utiliza varios ingredientes que lo han hecho único: sus ojos melancólicos y con alma, sus cabezas sutilmente desproporcionadas y un especial conocimiento del texto que nos traslada a escenarios que, a veces, van más allá del propio enunciado. 

Pero este ilustrador ha incorporado en su último proyecto un ingrediente más que engrandece el resultado: el scrapbooking. Los que superen los 40 años no sabrán que este anglicismo ya lo practicaban en la adolescencia en sus carpetas de instituto, o en las cartas que mandaban a sus enamorados. Se trata de enriquecer las páginas del libro añadiendo fotografías, recuerdos, postales de época, recortes e infinidad de detalles que hacen la lectura más amena y dinámica. 

Hay postales que parecen originales que encabezan cada uno de los 35 capítulos. Estas trasladan al lector a la época en la que discurre la trama ambientada un poco antes de que se desatara la Guerra de Sección americana. 

Más detalles. La elección del papel en un elegante color marfil, la perfecta maquetación del texto que abraza con equilibrio los detalles pintados por el autor o la cubierta de un falso cuero que al tacto nos lleva a una biblioteca de libros antiguos. Una vez unido todo este trabajo el resultado no puede calificarse de otra forma que no sea excepcional.

Las aventuras de Tom Swayer ilustrado por Antonio Lorente no solo hay que leerlo, hay que contemplarlo y disfrutarlo. Al personaje principal de Tom nos lo presenta el ilustrador como un joven hasta en cierto punto macarra, de mirada profunda y persuasiva que nos reta en la cubierta del libro con un juego magnífico de troquelado. Junto a él, su fiel amigo Huckleberry Finn, que aparece como un inconformista y antisocial.

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