El crimen como servicio

Agencias-SPC
-

Las redes delictivas han adaptado sus 'actividades' por la pandemia, lo que dificulta el trabajo de las Fuerzas de Seguridad que intentan adaptarse con rapidez a los cambios

El crimen como servicio

Decían que de la pandemia «saldríamos mejores». Aunque los mismos que vendían ese mensaje nunca acabaron de explicar del todo a qué se referían con la palabra «mejores». Lo que está claro es que el coronavirus ha transformado la sociedad, en esta nueva normalidad que trata de parecerse a la vieja sin serlo. Y todo se reinventa, incluso el hampa, que también tiene por objetivo «salir mejor», pero no en el sentido de mayor catadura moral, sino en el de sacar más rendimiento a su delictivo trabajo.

De ello alerta el último informe del Departamento de Seguridad Nacional, que señala que se han instalado en España nuevas negocios dentro de la criminalidad, como la conexión entre organizaciones ilegales que ahora comparten recursos o la modalidad del crimen como servicio, es decir, redes delictivas que ofrecen a otras asistencia especializada para blanquear capitales, desarrollar comercio por internet o medios e infraestructuras logísticas. También avisa del creciente empleo de la violencia entre grupos delictivos y, eventualmente, contra las Fuerzas de Seguridad, así como de la adopción por parte de los malhechores de medidas de protección cada vez más sofisticadas para defenderse de la acción policial.

Ejemplo de ese crimen de servicio es la operación Desvanes-Dunas 20, en la que la Guardia Civil desarticuló hace días una importante red que suministraba grandes cantidades de hachís a otros grupos criminales, a los que también facilitaba la fabricación y almacenaje de embarcaciones de alta velocidad, conocidas como narcolanchas.

El informe señala también que uno de los mayores desafíos es combatir la resiliencia de las organizaciones dedicadas al narcotráfico y su capacidad de adaptación a escenarios adversos, con estructuras deslocalizadas, una actividad diversificada y nuevos modus operandi que les permite escapar de la presión policial. Estas nuevas formas de operar de los grupos se asientan en la tecnología, como el uso de los criptoactivos (dinero digital) como medios de pago o para blanquear dinero.

Comprar drogas, pistolas o un software para secuestrar datos de víctimas de fraudes es más «fácil y anónimo» que nunca gracias a las criptomonedas, que también son populares para «financiar actividades terroristas» y como «servicio de blanqueo de dinero» ilícito obtenido en el mundo del narcotráfico. Seguir el rastro de los malhechores en ese mundop digital es el principal reto de las autoridades, ya que los delitos se producen en la web oscura.

 

Ciberdelitos 

La crisis relacionada con la pandemia de coronavirus ha tenido un «notable impacto» en las actividades de las organizaciones criminales, aseguran desde Seguridad Nacional. Por un lado, los grupos han identificado nuevas oportunidades para ampliar su abanico de actividades criminales y, por otro, han tenido que reducir sus acciones, especialmente en cuanto al robo con fuerza en domicilios, o adaptar sus métodos. Por ejemplo: las restricciones derivadas de la pandemia han supuesto un aumento nivel de las compras por internet y, en consecuencia, del sistema de paquetería. En España, esto ha generado un aumento «importante» de estafas y ciberdelitos. El incremento en el uso de la tecnología, ya sea para fines sociales o comerciales, la aparición de nuevos productos de primera necesidad como vacunas, geles o mascarillas, la búsqueda de nuevas fuentes de inversión, como las criptomonedas, y la gestión de residuos contaminantes, han supuesto nuevas oportunidades para los malhechores.

 

'Ruta atlantica'

España, por su posición geoestratégica, es un punto clave en el tráfico de drogas. El pasado año se produjo un aumento de las aprehensiones de cocaína, hachís y marihuana con respecto a 2019, que fueron similares dentro y fuera de aduanas (58 por ciento y 42 por ciento, respectivamente).

Según recoge el informe de Seguridad Nacional, la principal puerta de entrada de la cocaína en 2020 fuera de recintos aduaneros fue la denominada ruta Atlántica, fundamentalmente a través de buques mercantes, mientras que veleros y yates fuero los medios más utilizados para introducir hachís. Al método de rip off, que consiste en introducir de forma clandestina la droga en contenedores con mercancías lícitas para ser extraída posteriormente en los puertos de destino por los denominados rescatadores, se une ahora el drop off, donde buques de línea regular arrojan la droga cerca de la costa para ser recogida por embarcaciones menores.