Los últimos enclaves históricos

J.V.
-

El país alauita reclama los islotes españoles de Chafarinas, Perejil, el Peñón de Vélez de la Gomera y Alhucemas, unos territorios destacados por su alto valor estratégico

Los últimos enclaves históricos - Foto: BRAIS LORENZO

La difícil relación entre España y Marruecos por la integridad territorial ha estado siempre presente entre ambos Estados desde la independencia del país alauita en 1956. Desde entonces, las posesiones españolas en el norte de África se han situado en el punto de mira de Rabat, con la reclamación de los cuatro enclaves que España posee en la costa: Chafarinas -con los islotes de Isabel II, Congreso y Rey Francisco-, el Peñón de Vélez de la Gomera, las islas de Alhucemas -con los peñascos de Mar, Tierra y Alhucemas- y la isla Perejil.

Se trata de posesiones nacionales controladas por pequeños destacamentos militares que se van renovando cada cierto tiempo. Su función es la de defensa de la zona, aunque una de las labores más recientes de estos batallones es la de vigilar el narcotráfico procedente del norte de África, ya que muchos de estos enclaves sirven de refugio para las lanchas que transitan por el Estrecho hacia la Península.

Sin embargo, los peñones no son solo una guarida para los traficantes de droga, sino que también han recibido en los últimos años numerosos inmigrantes de forma irregular.

Ha sido esta presión migratoria la que ha obligado al Ejército a aumentar su despliegue. Así ocurrió, por ejemplo, a principios de junio de 2012, cuando la Comandancia de Melilla dio la orden a la Legión para que elaborase un estudio con el objeto de realizar un despliegue adicional en Chafarinas, con la intención de detectar a mayor distancia la presencia de embarcaciones con inmigrantes y evitar así su acceso a estas islas.

Pero la principal función de los soldados en estas localizaciones es la de defensa, seguridad y protección del territorio, entre otros motivos porque Marruecos lleva décadas reclamando estos enclaves.

Un ejemplo de ello fue el que tuvo lugar en 2002 cuando militares marroquíes intentaron ocupar el islote de Perejil, llegando incluso a apuntar con sus fusiles y gritar a los guardias civiles que trataban de impedirlo: «Marchaos, esto no es tierra española». Al final tuvo que desplegarse un grupo de Operaciones Especiales de la Armada para retomar la plaza.

Acciones de este tipo se han repetido de forma esporádica en los últimos años, como en 2012, cuando varios miembros del Comité para la liberación de Ceuta y Melilla trataron de colocar la bandera de Marruecos en el Peñón de Vélez de la Gomera. Siempre sin consecuencias ni altercados.

Otra de las funciones de los batallones asentados en los enclaves es la vigilancia de la zona marítima asignada para detectar a la mayor distancia posible la presencia de embarcaciones. También se encargan del mantenimiento de las islas, lo que incluye la realización de trabajos como desbroce de caminos, pintura, albañilería y otros de características semejantes.

Además del valor estratégico y militar de todas las plazas soberanas, tan solo Chafarinas posee un interés patrimonial natural, al estar considerada reserva nacional de caza.

 

Un kilómetro cuadrado  

En todas estas posesiones, España cuenta con presencia militar permanente para defender un territorio que no supera el kilómetro cuadrado. Para esta misión, el Ejército tiene desplegados unos 30 militares por plaza, a excepción de Perejil.

Efectivos de las principales unidades de la Comandancia de Melilla se rotan cada uno o dos meses para custodiarlos. Todos pertenecen al Ejército de Tierra, pero operativamente dependen del recientemente creado Mando Operativo Terrestre del Mando de Operaciones. Todas estas localizaciones cuentan con el apoyo logístico tanto de la Compañía de Mar del Ejército en Ceuta como de un Patrullero de la Armada basado en Melilla, además de por los helicópteros del Ejército de Tierra.