"El alpinismo se basa en superar tus propios miedos"

J. Monreal
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Durán es Intendente de la Policía Local de Cuenca

"El alpinismo se basa en superar tus propios miedos" - Foto: Reyes MartÁ­nez

Jerezano de nacimiento y enconquensado de vocación, Francisco Durán está a punto de cumplir sus primeros 63 años. Será sin duda un momento clave en su vida, ya que una vez alcanzada esa cifra pasará a disfrutar del merecido descanso tras haber desarrollado su labor como Intendente de la Policía Local (31 años en Cuenca), y otros ocho en Almansa (Albacete).

Estudió Biología, aunque nunca ejerció la profesión, ya que las circunstancias de la vida le impulsaron a presentarse a un concurso-oposición para dotar la plaza de Jefe de Policía Local de Almansa. Ganó la oposición y empezó a desempeñar su puesto al mando en la localidad albaceteña, cargo en que permaneció ocho años.

«De nuevo se volvió a presentar la oportunidad y al convocarse nuevas oposiciones, en esta caso para cubrir la vacante de Cuenca, volví a presentarme y, como en la anterior ocasión, aprobé y cambié de destino, llegando a la ciudad en la que siempre quise vivir», dice Durán.

Confiesa que se siente feliz siendo policía, aunque esa es una faceta de su vida que ha sabido combinar con otra de sus grandes pasiones: la naturaleza y el alpinismo.

«La montaña tiene para mi un atractivo especial, y más cuando la tomas en serio y la respetas», dice Francisco Durán, quien ha participado en numerosas expediciones de ascenso a las grandes montañas del mundo, desde los Pirineos a los Alpes, del Aconcagua al Kilimanjaro y el mítico Everest.

¿Se considera un policía que es alpinista o un alpinista policía?

Soy las dos cosas a la vez sin renunciar a ninguna. Nadie es una sola cosa en la vida, porque somos la suma de muchas facetas. Una de ellas es la del trabajo en la policía local y otra una afición innata en mi que es la montaña. La vida no se puede parcelar, ya que es un conjunto de cosas que te van conformando como ser humano.

¿Cuál fue su primer reto como alpinista?

La primera expedición fue la de abrir una nueva ruta en la cara noroeste del Monte Perdido. Más tarde hice muchas más, tanto en los Pirineos como en Sierra Nevada. Tiempo después fui a los Alpes, al Mont Blanc (he subido dos veces), y sentí la necesidad de seguir avanzando para lograr mayores retos.

¿El gran sueño era el Everest?

Ese reto vino a parte. Al tomar contacto con el Grupo de Montaña Dolomía, en el que hay grandes especialistas en escalada, ya se planteó la posibilidad de montar un expedición al Aconcagua. Ahí vi la primera oportunidad y así surgió la primera expedición que partía de Cuenca, expedición que llegó a la cumbre y fue todo un éxito para los montañeros conquenses. Curiosamente yo no hice cumbre ya que me quedé a escasos 300 metros, simplemente porque sufrí mal de altura y se hizo imposible alcanzar el punto más alto de la montaña.

¿Hacen falta unas condiciones físicas especiales para la práctica del alpinismo a gran nivel?

No necesariamente. El alpinismo no es una disciplina de grandes elites deportivas. Sí que hay que tener una buen tono físico, y sobre todo una buena cabeza para saber cómo actuar en cada momento. Hay que ser muy consciente del riesgo que entraña y sobre todo que no se acaba cuando alcanzas la cumbre sino cuando has vuelto de nuevo al campo base. En alpinismo, la mayoría de los accidentes graves, o mortales, se producen en la bajada, tanto por agotamiento físico como por las condiciones atmosféricas adversas que te pueden sorprender.

¿Una vez conquistado el Aconcagua y algunas otras cumbres de los Andes, vino el gran reto?

Desde luego que sí. Los Andes son grande montañas, de eso no cabe duda, pero los grandes picos de ocho mil metros están en el Himalaya, y el sueño de todo alpinista es intentar subir a esas cumbres míticas de las que tantas cosa se cuentan, algunas veces por quienes ni siquiera han ido. El siguiente reto fue alcanzar la cumbre del Cho-Oyu. Un pico de 8.201, del que se cuenta que tiene menor dificultad técnica. Esa fue la primera expedición castellano-manchega a un ocho mil y resultó una aventura un tanto complicada, no sólo para nosotros sino para todas las expediciones, ya que la climatología no nos fue favorable. Llegamos hasta los 6.500 metros, y aprovechamos una tregua en el mal tiempo y conseguimos hacer cumbre. Fue dura la subida, pero logramos colocar a los castellanomanchegos por primera vez en un pico de esa altura.

¿No resulta decepcionante no llegar todos a la cumbre?

En alpinismo, el afán de protagonismo hay que dejarlo a un lado. Aunque el esfuerzo personal es básico, lo que importa es el sentido de equipo, la solidaridad entre los miembros de la expedición porque todos y cada uno aportan algo. Cuando te pones a subir una montaña, todos queremos llegar a lo más alto, pero eso es imposible. Lo que sí nos satisface es que en todas las ocasiones hemos hecho cumbre y eso sólo se consigue siendo un equipo compacto.

¿Qué se ve desde la cima del mítico Everest?

¡No lo sé!. No he llegado nunca a hacer cumbre en el pico más conocido del alpinismo. Me faltaron por cubrir unos mil metros. Lo bonito de la alta montaña no es el paisaje en sí, porque cuando miras hacia arriba lo que se percibe es un cielo de color azul marino, nada de ese cielo azulado que se ve desde la tierra en llano. Eso se debe a que la capa de la atmósfera es mas delgada y el espacio es negro, el trocito de cielo que ves es de color azul intenso. Lo que más llama la atención de las vistas que se observan desde las cubres es el paisaje en si, en toda su extensión, y la sensación de plenitud que te invade. Te sientes como el título de aquella vieja película de gangsters que se titulaba El amo del mundo. Esa es la sensación que se tiene cuando miras desde lo más alto.

¿Dejan alguna muestra o prueba de que han llegado a la cumbre?

En la mayoría de los casos no se suele dejar nada de recuerdo. Hubo tiempos en los que lo normal era dejar una banderita, algún objeto personal, pero últimamente no se deja nada. Ahora se hacen fotos en la cumbre y eso es el mejor testimonio de que has cumplido con tu objetivo. Lo que sí llevamos en las expediciones son los escudos de Cuenca, de tu club de escalada, de Castilla-La Mancha y, por supuesto, la bandera de España.

¿Qué opina de quienes consideran el alpinismo como una excursión turística?

Pues que eso ni es alpinismo ni es deporte ni es nada. Un pico se pone de moda y ya se ha visto lo que ha ocurrido, incluso con muertes por desconocimiento del lugar al que se va y las condiciones que vas a encontrar. Todos hemos sabido por los medios de comunicación, la gran masificación que se ha producido en el Himalaya, y los tremendos accidentes con víctimas mortales que han producido en los últimos meses, simplemente porque consideran que enfrentarse a la montaña es algo poco serio. El alpinismo se basa en sortear los obstáculos de cada montaña, aunque lo importante es la superación de tus propios miedos».

¿Cómo compagina su actividad laboral cotidiana con su pasión por la montaña?

Aprovechando las vacaciones y las libranzas, acumulando días y juntando tiempo para las expediciones. La Policía Local, como otros muchos cuerpos, está muy jerarquizado, y nunca se queda sin nadie al mando. Por lo general, las expediciones suelen durar entre 30 y 60 días, contando con el periodo de preparación, viajes y escalada. Una vez que calculas la duración de la nueva expedición miras el calendario de libranzas y haces tus cuentas. Así lo he hecho hasta ahora y a partir de mi jubilación ya tendré mas tiempo libre.

¿Está preparando ya la próxima expedición?

Sería una más de las 12 grandes que he llevado cabo hasta ahora, pero de momento no hay nada previsto. La expedición no se improvisa y tienes que prepararla con tiempo de antelación. Ahora ya estoy contando los días que me faltan para pasar a la situación de jubilado. Ese si que va a ser un gran reto que tengo que afrontar.

¿Qué busca en la montaña?

Buscas la felicidad, como en otros tantos ámbitos de la vida, y este es uno más. Lo que sí puedo decir es que he tenido esa sensación de felicidad plena en el Cho-Oyu, donde hicimos equipos de dos y tuve que portear yo solo durante varias horas. Recuerdo una arista en ese pico, a más de seis mil metros en la que no se veía nada mas que cielo. Me sentí el hombre mas feliz de la tierra, disfrutando de la visión única, tanto sobre mí como por debajo donde sólo se percibía el vacío. Ese es uno de los momentos inolvidables de mi larga andadura por tantas montañas.

¿La jubilación en lo profesional lleva aparejada la de alpinista?

De la montaña no te jubilas nunca porque la afición es algo que sigue vivo mientras te quede un suspiro de aliento y tengas fuerzas para seguir disfrutando de la montaña, aunque los retos vayan siendo menores por la edad .

¿No ha sentido nunca miedo?

En alguna ocasión he tenido miedo, pero rápidamente he pasado a otra cosa porque con miedo no se puede avanzar, ni en la montaña ni en la vida. El miedo me ha llegado al ver que era incapaz de seguir y en ese momento fui consciente de que lo mejor era renunciar. El peligro siempre está ahí, pero para eso está la prudencia...