«El público se va a encontrar mucha risa y va a disfrutar»

J. López
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De trabajar como actor en series como 'Amar es para siempre' y 'Alta mar' a escribir obras de teatro y producirlas. Javier Muñoz, conquense «de toda la vida», presentará el 11 de febrero en el Teatro Amaya de Madrid 'Mi mundo es otro'

«El público se va a encontrar mucha risa y va a disfrutar»

Este conquense de 1984 –en unos días cumplirá 37 años– siempre supo que su verdadera vocación era la de ser actor. Estudio Ciencias Ambientales en Madrid, pero un buen día decidió compaginar ambos intereses y finalmente se decantó por el Arte Dramático. Ahora, tras haber participado en varias series de televisión y obras de teatro, da el salto como dramaturgo y decide llevar a las tablas del escenario su segunda obra, «la primera a este nivel de producción tan grande». Muñoz no sólo es el responsable del guión de Mi mundo es otro, también se embarca en el desafío que supone producirla.
De interpretar papeles como actor a escribir toda una obra y producirla. ¿Qué le ha llevado a explorar todas las facetas escénicas? Siempre he pensado que mientras que viene la oportunidad de que te lleguen proyectos potentes e interesantes, porqué no crearlos tú mismo. Así surgió. He escrito siempre pero nunca lo he hecho a nivel profesional, entre comillas, hasta ahora que me lancé y unos dramaturgos me apoyaron. Mi mundo es otro es una comedia con toques musicales. De hecho, la música está creada por y para la obra y es del grupo Lírica Cuántica. Es superdivertida y muy ágil. No solo es una comedia, tiene un trasfondo social y personal que creo que va a hacer reflexionar bastante a los espectadores.

Imagino que en tiempos de pandemia, idear esta obra y darle forma ha tenido que ser un trabajo arduo y laborioso. Y doloroso. Esta obra empezó hace cuatro años, gracias a un pequeño empujón de un profesor dramaturgo que tuve. Además, me presenté a los premios Lanzadera que promueve el Patronato de Desarrollo Provincial de la Diputación de Cuenca y me dieron uno de los premios para poder llevar a cabo la producción. Ese pequeño aporte económico me hizo lanzarme a llevarlo a cabo y ha sido un esfuerzo tras esfuerzo. El 90 por ciento, por no decir el 100, que he podido ganar con mi trabajo va dedicado enteramente a esta producción. Es largo, laborioso y sobre todo, como le decía a mis compañeros, llevo un año y pico sudando sangre. Es horroroso, sobre todo en esta situación tan complicada, que la cultura está más limitada y los aforos y servicios, el apoyo que puedas tener externo, tanto económico como publicitario o cultural, está más limitado. Sobre todo para gente como yo que empezamos y queremos pisar fuerte.

Como conquense, ¿lo ideal es que esta obra se presente en el Teatro Auditorio de su ciudad y que sus paisanos puedan disfrutarla? Me encanta que me hagas esta pregunta. Era mi ideal principal. Partimos de que Cuenca es una ciudad cultural, absolutamente. Me dije que quería estrenar y presentarla en el Auditorio. Lo he soñado y lo he visualizado, pero las situación es más complicada. Las ciudades pequeñas tienen posibilidades más reducidas y ahí estamos luchando. No descarto que en breve pueda hacerse. Sí que es verdad que antes de la situación de la pandemia tenía, más o menos, cerradas unas fechas para presentarlo en Cuenca, pero esta situación lo ha atrasado todo. Con mi tesón y constancia estará en Cuenca, cueste lo que me cueste. Está obra nació en Cuenca y tiene que vivirse aquí. Espero que sea muy pronto.

Belinda Washington, Irene Rojo, Nazaret Aracil, Veki Velilla o Diana Tobar. Se rodea de una actriz consagrada y de jóvenes valores que triunfan en series de televisión y obras de teatro. ¿Qué aporta a su obra esta mezcla de talento? Siempre tengo como lema: ‘Trata a los demás y actúa con los demás como quisieses que actuasen contigo’. Quiero apostar por gente que está como yo, que espera trabajar en lo que le apasiona y le gusta. Estas actrices son de categoría descomunal, son profesionales de arriba a abajo, con un brillo a la hora de interpretar. Eso, unido a Belinda Washington, es éxito asegurado. En cuanto salimos a escena, porque también estoy en el reparto como el gurú de las conciencias, es un brillo diferente. Hay juventud, ganas, alegría, la unión y la pasión que hay por el teatro y por este mundo, la interpretación.

¿Es intencionado que los personajes de la obra sean mayoritariamente femeninos? Ha sido por dos cosas muy sencillas. Una es por guión y otra porque cuando me imaginaba a los personajes pensaba en mujeres. Cuando yo lo leía sacaba conclusiones, me decía que tenía que ser una mujer, que no podía ser un hombre, por el hecho de cómo se enfrenta a ciertas situaciones. La obra trata de que una de las protagonistas está a punto de casarse y vuelve de la capital a su ciudad natal que es Valladollid, una ciudad bastante tradicional. Allí se encuentra con las imposiciones que tiene en su familia, la madre –Belinda– que le impone conductas que ella –Irene– no quiere que sean así. Creo que la esencia, quien mejor lo plasma, está en la mujer. Sin embargo, el director es hombre –Ángel Villaverde– y está feliz porque casi siempre, en un mayor porcentaje de sus producciones audiovisuales dirige a actrices. Creo que el destino ha decidido que sea así y la verdad es que no nos podemos arrepentir. 

¿Qué se va a encontrar el espectador cuando se siente en su butaca? Lo que el público se va a encontrar de principio a fin es mucha risa, va a disfrutar, se va a sentir identificado, escuchará mucha música original. A parte, lo que más me gusta de esta obra es que detrás de las risas hay una reflexión social importante en la que no creo que ninguna persona del público se vaya indiferente. Me gusta eso de que terminen las funciones y la gente vaya pensando y reflexionando en lo que acaba de ver y qué decisión tomarían ellos si les pasase eso. De hecho, en el cartel aparece una pregunta: ¿Te enfrentarías a tu propia conciencia?. Ahora, en los momentos que vivimos, es esencial que disfrutemos, olvidar lo que estamos viviendo por una hora y media y reír sobre todo.
En estos tiempos difíciles tenemos que tirar de lo que tenemos, sea por ejemplo la cultura, para poder sonreír y olvidarnos de la vida real que nos ha tocado vivir. ¿Es su intención sacar esa sonrisa al espectador para que pase un rato agradable? Ha sido un año bastante complicado, en lo personal, y creo que la obra llega en el mejor momento en que podía llegar y en el que menos me lo esperaba. Quién me iba a decir que iba a poder llevar una producción de teatro en la situación cultural complicada y social que vivimos por el tema sanitario, pero ha llegado por eso, para darme un respiro y dárselo a la gente que lo vaya a ver. Es necesario, ahora mismo, que disfrutemos y valoremos realmente lo que hay, no lo que te imponen. De eso es lo que habla mi obra. Hay cosas que la vida y la sociedad te imponen, pero ¿qué es lo que realmente quieres vivir y te hace feliz? Es el momento de respetarse a uno mismo y de tomar decisiones que hagan que tu futuro y tu día a día sea mucho más fácil. ¿Por qué complicarte con cosas que no son necesarias y no te exige la vida? Hay que disfrutar, reír y la obra es clave para eso.