Entre tesoros

Riánsares L. C.
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Jesús Cardeñosa Olmedilla

Entre tesoros

Todo lo necesario para reparar y crear joyas está en el taller Atelier de Tarancón, abierto desde el año 2010. «Lo monté con mi socio Fernando Castillo, con el que llevaba trabajando en su tienda nueve años, y yo, en plena crisis, es cierto que nos costó al principio. Fue un paso importante entrar a formar parte del equipo técnico de una marca internacional, luego llegaron más», cuenta el taranconero Jesús Cardeñosa Olmedilla, cuyos inicios en el oficio de joyero se remontan a finales de los años 90 cuando con 17 años fue aprendiz en un taller en Madrid. 

«Entonces nos dedicábamos a hacer pulseras de media caña de oro, en su momento había infinidad, fundíamos el oro, lo estirábamos y preparábamos la pulsera a los oficiales para soldar, doblar y poner el cierre», recuerda con detalle desde la mesa de trabajo que, primero utilizó en su casa, y después trasladó a un taller que ahora mismo está dotado con la última tecnología del mercado.

Entre limas, limatones, tenazas o lijas, soplete en mano, confiesa que «crear es divertido», pero también que alguien acuda a él con una pieza en mal estado, «y ser capaz de dejarla nueva, con eso  disfruto especialmente». Una de las más antiguas que ha reparado es un broche de la Virgen de Riánsares, patrona de Tarancón, que perteneció a la Reina María Cristina. Sus manos y ojos realizan una labor precisa y minuciosa, sobre todo artesanal, aunque también tiene ayudas, por ejemplo la máquina láser con la que cuenta posibilita el arreglo de piezas con diferentes materiales sin necesidad de su desmontaje.

Desde hace tres años trabaja con él Estefanía Castillo, relojera, de una amplia saga familiar de joyeros de Tarancón. Jesús Cardeñosa es, junto a ella, una de las personas más jóvenes que desarrollan esta profesión en la localidad. «Creo que este oficio no está en peligro de desaparecer, quizá ha habido un pequeño parón, a veces cuesta que la gente valore un trabajo artesanal así, se conoce más por las grandes marcas», comenta. Frente a los que relacionan el mundo de la joyería con el lujo, hace hincapié en que «para nada es inaccesible regalar una pieza como un diamante, eso es mentira». Asimismo, apunta que el valor de las joyas crece con el paso del tiempo y suelen estar relacionadas con momentos únicos que satisfacen tanto al emisor como al receptor.

En el último curso que ha realizado, de engastado de alta joyería, ha coincidido con alumnos jóvenes y experimentados profesores. De la mano de uno de estos docentes desde Atelier Taller de Joyería se han adentrado en el universo de las piedras naturales, lo que está dando pie a joyas personalizadas cada vez más demandadas. El pasado noviembre presentó algunas de sus joyas de autor en la Feria de la Boda de Essentia Restaurante y en Navidad colaboró con el artista local Didac Checa, que lanzó una colección con originales diseños. «La idea es que durante este año seamos capaces de tener una colección propia, pero vamos despacio, no queremos volvernos locos», dice consciente de que para dedicarse a la venta «hay que ser muy grande», pero también de que su prioridad es ofrecer piezas más personales, mientras sigue encargándose de la compostura de grandes marcas, «que nos ayuda también a estar al tanto de cómo funciona el mercado». En cuanto a las tendencias actuales, explica que se vuelve a llevar el oro amarillo. Cardeñosa compagina su oficio de joyero, con su otra gran pasión, el deporte, y compara que «hay muchos altibajos, pero al final si tienes la idea clara saltas los obstáculos que sea. El año que abrimos el taller me empecé a preparar para el Ironman de Lanzarote, una de las pruebas más duras en resistencia, son 12 horas». Este conquense intrépido, que trabaja entre tesoros, cumple sueños en forma de joya. Su hazaña llega cada vez a más público desde el escaparate mundial de las redes sociales.